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No solo Rusia: estos son los museos que deberían devolver el arte expoliado (y los que ya lo están haciendo)

Por Alberto G. Luna / Elena Bellido-Pérez

Procesión de las Panateneas, parte del friso del Partenón Museo Británico

Cada vez son más los museos que, en pleno debate por el expolio del arte ucraniano por parte de Rusia y empujados por activistas y grupos políticos, están devolviendo sus obras a los países de origen. Las grandes pinacotecas, sin embargo, siguen negándose a hacerlo. Con motivo del Día Internacional de los Museos que se celebra el próximo 18 de mayo, hacemos un repaso por aquellos que ya han movido ficha y los que prefieren mirar hacia otro lado.

La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha causado importantes estragos en su patrimonio cultural. Numerosas obras de arte ucraniano han pasado a manos rusas como víctimas colaterales de la guerra, en lo que viene a ser una segunda invasión, en este caso artística. Entre las más destacadas se encuentran la colección del museo de Jersón, el tesoro de oro escita o las más de 2.000 piezas de Mariúpol.

A día de hoy son pocos los que cuestionan el hecho de que Putin debería repatriar ese arte expoliado en lugar de terminar exhibiéndolo en sus museos. Sin embargo, y sin querer hacer de abogado del diablo, los rusos no son los únicos saqueadores de arte de la historia.

Durante los últimos años una nueva generación de directores de museos, a menudo empujados por activistas y grupos políticos, ha comenzado a repatriar obras de arte a sus países de origen. De esta forma, recientemente Alemania restituyó cientos de objetos de arte a Camerún, Namibia y Nigeria; Francia hizo lo propio con Benín; Escocia entregó a India siete objetos de arte saqueados durante la colonización en el siglo XIX; e Italia devolvió a Grecia un fragmento de mármol perteneciente a una parte del friso occidental del Partenón.

Teniente general británico del Punjab toma el té con maharajás y rajas, India, 1875
Foto: © Popperfoto
Soldados alemanes y población Nama, Namibia, circa 1905
Foto: © ullstein bild/Getty Images
Un grupo de soldados británicos frente a la gran Esfinge de Gizeh y las pirámides, 1916
Foto: © Donor Paul Nicholson / Cardiff University
Oficial británico con la compañía de artillería, Nigeria, 1918
Foto: © UniversalImagesGroup/Getty Images

Muchos curadores esperan ahora que este sea el comienzo de una nueva era de cooperación entre los museos y los países de donde provienen originalmente sus colecciones. Pero lo cierto es que las más importantes obras de la historia del arte todavía no se han movido de Europa. Y no parece que las grandes pinacotecas tengan intención de hacerlo.

La corona real del emperador etíope Teodoro II por ejemplo, del antiguo reino de Abisinia, solicitada por Etiopía, todavía se ubica en el Victoria and Albert Museum (V&A) de Londres. Una parte del friso del Partenón, icono de la Grecia Clásica que Atenas lleva años reclamando, aún se exhibe en el British Museum así como el escudo de Gweagal, el Moai Hoa Hakananai'a, tomado en 1868 de Orongo, Rapa Nui, por la tripulación de un barco británico, o el diamante Koh-i-Noor, incautado por la Compañía de las Indias Orientales en 1849. Asimismo, la Puerta de Istar continúa brillando en el Museo de Pérgamo y el busto de Nefertiti (demandado en numerosas ocasiones por Egipto) en el Museo Neues, ambos en Berlín. La gran sala principal del British Museum también alberga la piedra de Rosetta. Tallada en el año 196 a.C., la famosa estela fue descubierta cerca de Alejandría, Egipto, por las tropas de Napoleón en 1799 y llevada a Londres en 1802 después de que los británicos derrotaran a los franceses. Lo que, a día de hoy, sería como si Rusia se la hubiese expoliado a Ucrania y después se la arrebatara EEUU para finalmente quedársela.

Friso del PartenónFriso del Partenón

Friso del Partenón

Koh-i-Noor

Koh-i-Noor

Piedra RosettaPiedra Rosetta

Piedra Rosetta

Moai Hoa Hakananai'a

Moai Hoa Hakananai'a

Busto de Nefertiti

Busto de Nefertiti

Puerta de Istar

Puerta de Istar

Los cuadros de Murillo y Velázquez que nunca volvieron a España

En otras ocasiones la obra ha logrado regresar a su país de origen, pero no a su lugar original, sino a otra institución cultural de más poder y prestigio. Es el caso de la 'Inmaculada Concepción de los Venerables' de Murillo, que, en vez de restituirse al Hospital de los Venerables de Sevilla, de donde fue arrancada de su marco durante la ocupación francesa, fue adquirida por el Museo del Prado.

De hecho, tan sonado fue el expolio, que la obra pasó a ser también conocida como la Inmaculada de Soult, dado que entró a formar parte de la colección personal del mariscal Jean de Dieu Soult. Francia no devolvió la obra, sino que, a la muerte del mariscal, la subastó públicamente y la compró el Museo del Louvre por el precio más elevado pagado hasta ese momento. No obstante, en negociaciones posteriores a mediados del siglo XX, la pinacoteca francesa cedió la obra al Museo del Prado, aunque a cambio de uno de los retratos de 'La reina Mariana de Austria' de Velázquez.

Otras obras de Murillo que fueron también sustraídas por el mariscal Soult no han regresado al territorio nacional: 'San Pedro libertado por un Ángel' se encuentra en el Museo del Hermitage; 'La curación del paralítico' está en la National Gallery de Londres; 'El retorno del hijo pródigo' se puede ver en la National Gallery of Art de Washington; y 'Abraham y los tres ángeles', en la National Gallery de Ottawa. Al igual que sucede con 'La venus del espejo' de Velázquez, que desapareció del palacio de Godoy durante la misma época como botín de guerra y que ahora cuelga en la National Gallery londinense, una serie de vicisitudes, acuerdos y compraventas a lo largo de los años (más o menos irregulares) mantienen a estas obras en dichas instituciones.

Inmaculada Concepción de los Venerables, Bartolomé Esteban Murillo
©Museo Nacional del Prado
El retorno del hijo pródigo, Bartolomé Esteban Murillo
National Gallery of Art de Washington

"UNA VEZ QUE ALGO INGRESA EN EL MUSEO, NO PUEDE SALIR"

Cuando Italia devolvió parte del friso del Partenón a Grecia, la ministra de Cultura, Lina Mendoni, destacó que "la comunidad internacional tiene derecho a ver esta obra maestra del arte en su totalidad, reunida en el Museo de la Acrópolis, y no dividida entre Atenas y Londres". Al margen de lo bien que tuvieron que sentar estas declaraciones en el Reino Unido, a lo máximo que han llegado los directores de 18 de los más grandes museos del mundo, incluidos el Louvre y los Museos Estatales de Berlín, es a firmar una declaración conjunta sobre “la importancia y el valor de los museos universales”. El director de V&A, Tristram Hunt, ha llegado a declarar incluso que "una vez que algo ingresa en el museo, no puede salir".

El mito del universalismo no es nada nuevo. Como explica Shimrit Lee en su libro 'Decolonize Museums' (2022), es un arma que ha sido recargada a lo largo de innumerables años para presentar como un hecho irrefutable que la mayoría de las personas del mundo no tienen la voluntad, los recursos o la inteligencia para preservar las obras que han creado. Una labor exclusivamente encomendada a una minoría de países privilegiados del norte.

A nadie se le escapa que detrás de este discurso se esconden intereses financieros, patrocinios artísticos y relaciones entre los museos y los distintos estados. Como señala el profesor de Derecho Internacional Público, José Antonio Perea Unceta, a El Confidencial: "En realidad, el comportamiento de muchos gobiernos no difiere del de los príncipes de épocas remotas, todos quieren tener las mejores obras de arte, como si de trofeos se tratasen. Es sinónimo de prestigio. Y nos guste o no, no están obligados a devolverlas".

No le falta razón. Desde la Convención de La Haya (1954), creada para proteger los bienes culturales durante los conflictos armados, se prohíbe el robo, pillaje o apropiación de bienes de carácter cultural (algo que no se logró sin embargo en Irak, tras el saqueo del Museo Nacional de Bagdad; o en Camboya, bajo el régimen de los jemeres rojos). Haberlo hecho antes sin embargo, no es delito. Por mucho que conservar estas obras suponga perpetuar una ideología colonialista.

Parte superior del ‘Hércules cansado’

En cualquier caso, una pieza no se considera robada a menos que el país de origen que la demanda la haya inventariado previamente y pueda demostrar que se sustrajo en una fecha posterior a su correspondiente ley de patrimonio nacional. Pero es obvio que si una antigüedad ha sido desenterrada y sacada del país clandestinamente, no cabe esperar que se divulgue la fecha de su exportación. Un ejemplo es el caso de la estatua romana de ‘Hércules cansado’. Su mitad superior apareció en EEUU a comienzos de la década de 1980, y en la actualidad es propiedad conjunta del Museo de Bellas Artes de Boston y un coleccionista privado estadounidense. Según el informe ‘Los museos y el patrimonio en los períodos de conflicto y posconflicto’, la mitad inferior fue desenterrada en 1980 cerca de la ciudad turca de Antalya. A pesar de ello, los propietarios de la mitad superior insisten en que no hay pruebas de que fuera robada, porque pudo ser sacada de Turquía muchos años, siglos incluso, antes de la correspondiente ley del patrimonio de 1906. Sin pruebas que demuestren lo contrario, el gobierno turco ha desistido de su reclamación.

La situación se enturbia aún más debido a las leyes de propiedad de la common law estadounidense y británica, en las que el título de propiedad de un objeto robado se obtiene mediante la compra “de buena fe”. Esto significa que si compras una obra de arte sacada ilegalmente de su país de origen, pongamos por caso, en Suiza, ya no se le podrá dar la consideración jurídica de objeto robado.

Seis millones de personas visitan el British Museum cada año, una cifra que ni de lejos sería la misma si la pinacoteca dejara de albergar obras como el Friso del Partenón o la Piedra Rosetta. En su web, el museo muestra a día de hoy un recorrido digital por el arte de las colonias en el que, entre otras piezas, se puede apreciar un interesantísimo plato de sopa chino, un partidor de nueces de Sri Lanka y otros objetos adquiridos durante los días de gloria del Imperio Británico, pero ni rastro de las grandes obras arriba citadas ni de cómo se adquirieron. De ello ya se encargan plataformas como 'The Exhibiotinist', que organiza "recorridos artísticos incómodos" por museos británicos como la National Gallery, National Portrait Gallery, British Museum, V&A, Tate Britain y Queen’s House (National Maritime Museum) centrados en la procedencia de sus obras de arte. El Centre for the Study of the Legacies of British Slavery también ha rastreado el impacto de la esclavitud en la formación de la Gran Bretaña moderna.

El objetivo del Día Internacional de los Museos según el ICOM (Consejo Internacional de Museos) que se celebra cada 18 de mayo, es concienciar sobre la importancia de los museos como medio para el intercambio cultural, así como para el desarrollo de la comprensión, de la colaboración y de la paz entre los pueblos. Pero poca paz habrá mientras los países del sur continúen demandando la devolución de sus obras y las grandes pinacotecas y gobiernos del norte enriqueciéndose a su costa.