El último secreto del Valle de los Caídos está en estas fotos

Texto: Carlos Prieto Fotografía: Álbum Diego Méndez Formato: Luis Rodríguez Diseño: Irene de Pablo
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odrían ser fotos de la obra del túnel de Pajares, pero es el agujero del Valle de los Caídos en los años cuarenta. Roca pura. Perforación. Basílica subterránea. El arquitecto Diego Méndez reveló las fotos más impactantes de la construcción y las encuadernó con mimo: tapa gris con una indicación en la esquina derecha inferior: “Monumento Nacional a los Caídos. Arquitecto: Diego Méndez”. Tras inaugurarse el Valle de los Caídos, le regaló a Franco este álbum fotográfico privado que reflejaba la monumentalidad de la obra.

"Franco visitó las obras y pidió que el agujero fuera "el doble de grande"

Aspecto de la entrada anterior a la cripta en el año 1949. Se ubica en la Sierra de Guadarrama, a 9,5 km al norte del monasterio de El Escorial. La construcción del Valle de los Caídos se demoró 18 años.

Plano lateral del Valle de los Caídos, con la basílica subterránea, la cruz y el monasterio. Obra de los arquitectos Pedro Muguruza y Diego Méndez.

Entrada a la Basílica Monasterio

"La excavación presentaba importantes dificultades por el material rocoso a demoler"

Varias décadas después, en 1977, Méndez le dio otra copia a Carlos Sambricio, catedrático de la ETS de Arquitectura de Madrid, que preparaba una exposición sobre la arquitectura del franquismo. Sambricio nos recibe en su casa madrileña para contarnos la historia de este álbum, tan incunable que da cosa pasar las páginas, no se vaya a descoyuntar, justo cuando el monumento funerario franquista pende de un hilo, con la próxima exhumación del cuerpo de Francisco Franco.

Aspecto de la entrada posterior de la cripta en el año 1949. "Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos antiguos, que desafíen al tiempo y al olvido y que constituyan lugar de meditación y de reposo en que las generaciones futuras rindan tributo de admiración a los que les legaron una España mejor", afirmaba el decreto de construcción del Valle de los Caídos.

Méndez —arquitecto de cabecera de Patrimonio Nacional— se hizo con la dirección técnica del Valle de los Caídos cuando la salud de Pedro Muguruza empezó a flaquear (1950). El espacio para ubicar la ‘catedral’ subterránea ya estaba listo, con la roca perforada y vaciada, 11 metros de ancho por 11 de alto. Es decir, la parte más complicada del trabajo —al margen de la enorme cruz exterior— ya estaba hecha. O eso pensaba él...

Aspecto del primer tramo de la cripta, ensanchado y descombrado. Al fondo, el túnel con su dimensión primitiva. La ampliación del túnel estuvo llena de dificultades por el peligro constante de desprendimientos.

“Era necesario modificar las proporciones, y darle estructura de gran nave... Acudí a Su Excelencia el jefe del Estado para exponerle esta idea y solicitar su venia para realizarla... Me autorizó”, según explicó Méndez en ‘El Valle de los Caídos: idea, proyecto y construcción’, libro editado en 1982 por la Fundación Francisco Franco que reprodujo parte de las fotografías del álbum.

"El Valle de los Caídos es una auténtica mierda"

Relleno para efectuar el ensanchamiento de la cripta en la unión con el crucero. Durante la obra, se extrajeron 130.000 metros cúbicos de roca y tierra.

No obstante, Méndez daba otras explicaciones de lo sucedido en ‘petit comité’. A Sambricio le contó lo siguiente en 1977: Franco visitó un día las obras del Valle de los Caídos y, ante el estupor general (convenientemente disimulado), dijo que quería que el agujero fuera “el doble de grande”. La sensación es que el Generalísimo dijo “el doble” como podría haber dicho el triple o quiero esas paredes hasta arriba de gotelé. “Méndez —que imitaba la voz de Franco mientras lo contaba— se quedó perplejo cuando escuchó que aquello tenía que ser el doble de grande”, cuenta Sambricio, experto de referencia en el urbanismo español del siglo XX.

Arranque de las pilastras laterales de los arcos fajones de la cripta.

Huelga decir que el agujero se hizo exactamente el doble de grande —donde hay Caudillo no manda marinero— y que la ampliación no fue un juego de niños.

Lo cuenta Méndez en su libro: “La perforación realizada hasta entonces era de once por once metros, y las nuevas dimensiones de excavación lo serían de veintidós por otros tantos… La dificultad técnica de ampliar el túnel al doble consistía en tener que trabajar en hueco abierto (...) La ampliación obligaba a extraer un volumen de piedra muy superior al que originó la perforación primitiva (…)

Detalle de la estructura de la bóveda del crucero. Cerca de 20.000 presos políticos participaron en la construcción del monumento. Por cada día de trabajo redimían dos días de pena.

"Las fotos funcionan como metáfora de las improvisaciones arquitectónicas del régimen"

La excavación presentaba ingentes dificultades por el material rocoso a demoler, por la configuración de las diaclasas graníticas de fácil desprendimiento en toda la enorme mole y, finalmente, por la altura a que habría que trabajar para colocar los barrenos, operación peligrosísima antes y después de las explosiones”.

Arranque de uno de los pilares del crucero. La longitud total el de la cripta es de 262 metros y alcanza su máxima altura en el crucero, de 41 metros.

La clave de este álbum, por tanto, está en las fotos del agujero. Por varios motivos. 1) Ofrecen una visión pocas veces vista del Valle de los Caídos. 2) Reflejan la enorme complicación de su construcción. 3) Funcionan como metáfora de las improvisaciones arquitectónicas del régimen.

Detalle del mosaico. La composición del mosaico requirió de cinco millones de teselas. El mosaico está dedicado a los mártires del catolicismo español.

"En Falange hubo arquitectos buenos y arquitectos pistoleros"

Dado que el franquismo coqueteó con la estética nazi, y que su rama arquitectónica estaba controlada por Falange, se tiende a sobreanalizar estéticamente los primeros años del régimen: o la presunta existencia de una versión española de la arquitectura fascista que mezclaría (de aquella manera) las visiones imperiales de El Escorial con el Berlín nazi de Albert Speer.

Detalle del mosaico de la cúpula, obra de Santiago Padrós de aires bizantinos.

Pero buscar un corpus estético o ideológico con sentido es una lucha inútil, según Sambricio. “A mí el Valle de los Caídos no me interesa nada: es una auténtica mierda. ¿Qué es el Valle de los Caídos? ¡Yo qué sé! Un engendro, un disparate, una gilipollez faraónica... Me explico: lo que me interesa es entender lo que pensaba el franquismo. Sus contradicciones. En Falange hubo arquitectos buenos y arquitectos pistoleros. ¿Tenían una política de vivienda clara? No. Lo que tenían eran frases, pero no un estilo arquitectónico en sí. No sabían qué hacer.

Aspecto general, desde el crucero, de la cripta, con la reja al fondo. El templo tiene 262 metros de largo y su cúpula 45 metros de altura por 40 de diámetro; el interior está compuesto de un doble atrio y seis capillas laterales.

"Hubo arquitectos franquistas, pero no una arquitectura franquista"

En mitad de la Guerra Civil, organizaron un congreso de 200 arquitectos, presidido por Raimundo Fernández-Cuesta, y lo único que dijeron es: ‘¡Falange! ¡España! ¡La gloria! ¡La tradición! ¡La reconquista! ¡El Imperio!’. Es decir… nada. En Alemania, había arquitectos nacionalsocialistas con discurso estético detrás; aquí lo que había era pistolón y camisa azul. Falange eran los señoritos de pueblo imponiendo su terror. ¿Falange fue nazi? En su comportamiento, quizá sí, pero no en su cultura o en su ideología, porque no tenía ninguna”, cuenta Sambricio, autor de libros como ‘Madrid, vivienda y urbanismo 1900-1960’.

Aspecto del risco de La Nava, primer andamiaje para el comienzo de la construcción de la cruz. Las obras del monumento tuvieron tres fases: construcción de la carretera de acceso, perforación de la roca con dinamita, y construcción de la basílica y la cruz.

Las contradicciones se ven mejor a pie de obra. El edificio del Náutico de San Sebastián (1929) es un icono de la arquitectura racionalista española. El arquitecto José Manuel Aizpurúa fue uno de sus autores. El mismo Aizpurúa que se convertiría después en uno de los jefes de Falange (delegado nacional de Prensa y Propaganda).

Detalle del arranque del basamento de la cruz y andamiaje para su construcción. Hicieron falta 200.000 toneladas de hormigón armado para erigir la cruz.

Luis Gutiérrez Soto fue uno de los grandes arquitectos racionalistas y modernos españoles, con obras como el cine Callao o el edificio Barceló. La Guerra Civil le pilló rematando una joya racionalista llamada Mercado de Mayoristas de Málaga. ¿Su solución para adaptar el edificio a los nuevos aires estéticos de la época? ¿Derribarlo y construir otro encima? No, dejarlo exactamente igual... pero poniendo en la fachada un yugo, unas flechas y unos vivas a Franco y a España. Y aquí paz y después gloria.

Vista de la cruz, mediada la construcción del fuste, desde la explanada, y primera ‘piedad’, posteriormente desmontada. La cruz de piedra tiene las siguientes medidas: 150 metros de altura (cada brazo tiene 24 metros).

Acostarse arquitecto republicano y despertarse arquitecto fascista requería, por tanto, de mucha imaginación. Las señales estéticas que emitía el régimen eran confusas. “Los arquitectos que se van a la cama el 17 de julio haciendo buena arquitectura republicana y se levantan franquistas el 19 de julio no saben qué hacer”, zanja Sambricio.

"Hablar de arquitectura franquista es hablar de improvisación e ideacas"

Vista de la escalera y hueco del ascensor en el interior de la cruz. La cruz se levantó sobre una basílica excavada 250 metros en el interior de la roca.

Resumiendo: hubo arquitectos franquistas, pero no arquitectura franquista. Hablar de una arquitectura franquista es hablar de improvisación, ideacas contradictorias y estilos variopintos. O como diría Francisco Franco: este agujero házmelo el doble de grande… porque sí. Nadie al mando (estético).

Aspecto general de la explanada, antes de la reforma de la exedra. El Valle de los Caídos se inauguró el 1 de abril de 1959, vigésimo aniversario del fin de la Guerra Civil. Hay 33.833 personas enterradas en su interior, según el Ministerio de Justicia. Las únicas dos tumbas abiertas al público son las de Franco y José Antonio Primo de Rivera.