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Formación, crisis y longevidad, un trinomio convertido en oportunidad
L
a vida dividida en tres etapas es un capítulo del pasado. El patrón seguido hasta ahora basado en aprendizaje, trabajo y jubilación ya no funciona cuando los avances médicos y el mejor cuidado de la salud aumentan de forma progresiva la esperanza de vida. Se afronta la era de las multietapas de la que habla la obra “La vida de 100 años” (2017), de Lynda Gratton y Andrew Scott, en la que se alternan de forma más frecuente periodos dedicados a la formación y se plantea prolongar la etapa activa más allá de, incluso, los 80 años.
El libro argumenta que ante un escenario de vidas cortas y de un mercado laboral estable, los conocimientos y habilidades adquiridos durante las primeras dos décadas podrían ser suficientes, pero hoy, en la época de la longevidad, donde España es el segundo país con mayor esperanza de vida, y con la digitalización de la sociedad, donde muchos empleos y tareas repetitivas están desapareciendo, no queda otra que reinventarse, reaprender.
La formación continua, clave para la empleabilidad
Ya no vale, por tanto, conformarse con estudios universitarios para mantenerse toda una vida en activo. Los rápidos y vertiginosos cambios que provocan los avances tecnológicos obligan a mantenerse en constante reciclaje profesional, a estar en formación continua, adquiriendo nuevos conocimientos y habilidades. El filósofo y ensayista José Antonio Marina hablaba del concepto ‘learnability’, que significa la habilidad y el deseo de aprender rápida y eficazmente para ganar empleabilidad ante “un mundo empresarial que cambia con mucha velocidad, lo que hace necesaria una actualización constante”. Y daba como ejemplo el hecho de que los jóvenes que terminan sus estudios tendrán que reciclarse entre 10 y 14 veces a lo largo de su vida laboral, lo cual, sin duda, exige capacidad de aprendizaje.
Los jóvenes que terminan sus estudios tendrán que reciclarse entre 10 y 14 veces a lo largo de su vida laboral
Los expertos señalan que el llamado ‘lifelong learning’ construirá sociedades más capaces de adaptarse ágilmente a las disrupciones, ya sea por la digitalización o por una crisis, como la que actualmente sufrimos por el covid-19. De hecho, el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre perspectivas de empleo titulado “La seguridad de los trabajadores y la crisis del covid-19” señala que, ante el aumento del paro, es necesario que gobiernos y empresas refuercen el apoyo a los trabajadores afectados a través de la mejora de sus competencias profesionales y transversales. Su secretario general, Ángel Gurría, señalaba durante la presentación del documento en julio que “en esta crisis en particular, quienes tienen menos competencias son los más afectados porque sus trabajos han tenido que parar, por ello, adquirir más y mejores competencias es crucial”.
"Para asegurarse de que nadie se quede atrás en la recuperación”, argumenta el informe, “es fundamental brindar apoyo a la educación y la formación profesional, así como aprovechar el diálogo social y la negociación colectiva para reforzar la resiliencia del mercado laboral".
“Formarse durante esta crisis presenta un ‘plus’ para todos nosotros. Si somos capaces de aprender y ser flexibles ante esta situación, desarrollaremos ‘cierta inmunidad’ en un contexto cambiante y volátil. Saldremos más que nunca fortalecidos y reforzados para construir nuevos relatos para este nuevo entorno: nueva sociedad, nueva economía, nuevo futuro”, apunta Eduardo Gómez, director general de ESIC Business & Marketing School.
Por otra parte, la OCDE advierte que los universitarios y los estudiantes de formación profesional obtienen buenos resultados en el mercado laboral al inicio de su carrera, pero se observan desafíos. Indica que muchas tareas para las que se preparan tienen un alto riesgo de automatización. En este sentido, para que su formación siga teniendo un impacto positivo es importante acercar la formación a la realidad laboral.
“Si somos capaces de aprender y ser flexibles ante la situación actual, desarrollaremos ‘cierta inmunidad’ en un contexto cambiante y volátil”
“Mantenemos una relación cercana y una escucha activa con el mundo de la empresa y buscamos formar a nuestro alumnado respondiendo, tanto a sus demandas actuales como intentando responder a las futuras”, afirma el director de ESIC. “Buscamos combinar habilidades personales y profesionales formando a nuestro alumnado para la empleabilidad y, más importante aún, para la ‘aprendibilidad’. Queremos que nuestro alumnado esté capacitado para ser muy ágil, muy flexible y muy resiliente. Capaz de adaptarse a contextos como el que ha venido y estamos viviendo, y para todos aquellos que nos depare el futuro”, añade.
En este sentido, con la Industria 4.0 los perfiles más demandados son los categorizados bajo el acrónimo STEAM (Science, Technology, Engineering, Art, Mathematics). Al mismo tiempo que la digitalización supondrá la desaparición de puestos de trabajo y la sustitución de tareas que hoy realizan personas, también creará otros alrededor de la inteligencia artificial (IA), el ‘big data’ o el internet de las cosas (IoT) para los que todavía no existen profesionales cualificados.
En paralelo, y ante situaciones disruptivas, la gestión de crisis y de personas, los nuevos modelos de negocio y la sostenibilidad son las formaciones más demandadas en estos tiempos de incertidumbre, según el IESE.
La reinvención de las escuelas de negocio
Esa formación continua, cercana a la realidad del mercado laboral, se encuentra en las escuelas de negocio, donde el covid-19 no solo ha acelerado la implantación de unos conceptos en los que ya trabajaban las instituciones académicas: la formación híbrida y síncrona, sino también la personalización de la formación y la oferta de cursos más cortos.
En esta nueva etapa que exige flexibilidad en ambas partes, “el rol del profesor es el de guía, de acompañar al alumno, quien tendrá más posibilidades de marcar su ritmo”, afirma Joan Rodón, vicedecano de Profesorado e Investigación de Esade Business School, quien reconoce que, desde el impacto de la pandemia, la demanda de programas más cortos ‘online’ se ha impulsado. En su opinión, “el acompañamiento fuera del aula, en el entorno ‘online’ asíncrono, se presta más a la personalización, que ya antes existía, y el alumno tendrá que ser más autónomo”. Esta escuela combinará la experiencia del alumnado en el aula y dejará las interacciones más básicas en el entorno virtual. “Estaríamos fuera del mercado si no innovamos en infraestructuras digitales, no se trata solo de conectar ‘hardware’ y ‘software’, sino también de que existan personas que sepan utilizarlos”, añade Rodón.
“La presencialidad continuará porque permite socializar, intercambiar valores, trabajar en equipo”, apunta Mireia Rius, director Executive Education del IESE, quien señala que la propuesta de valor es ampliar la combinación de la formación presencial y ‘online’ y, al mismo tiempo, potenciar otros programas intermedios, más especializados, con duración y formatos diferentes. “Los programas a medida ya nos los estaban demandando antes del covid-19, pero ahora vamos a avanzar todavía más”. Para la directora del IESE, el reto del profesorado, convertido en un facilitador, es apoyarse en la tecnología para dar continuidad a la metodología del caso.
En este nuevo entorno digital, para el presidente de IE University, Santiago Iñiguez de Onzoño, “la educación se transforma en un aprendizaje ‘líquido’ que combina la formación en el mundo real con la del mundo virtual, el trabajo individual y en equipo, las clases presenciales y ‘online’, la conexión en directo y el trabajo en remoto. De este modo, el alumno gana en flexibilidad, puede personalizar su experiencia educativa, adaptar el contenido y disfrutar de una mayor interactividad”.
Sin duda, lo que ha logrado la pandemia es cambiar la tradicional imagen del aula, con su pizarra, tarima, pupitres y sillas por las pantallas de ordenador, demostrando, como dice Eduardo Gómez, que “el aula es un aula ‘everywhere’”.