La REVOLUCIÓN del placer femenino

ELÉCTRICO COSQUILLEO BUAH INCREÍBLE OH

“Pensé que jamás tendría un orgasmo, hasta que lo probé”, confiesa Juliana. “Debería pagarlo la Seguridad Social”, apunta Emilia. “Cuando crees que has llegado, sube un puntito más y te deja en shock”, desvela Vero. “¿Squirting? Sí, ha pasado y es una maravilla”, revela María José.

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Pepe Barahona

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Fernando Ruso

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Pablo L. Learte Laura Martín Irene de Pablo Luis Rodríguez

“No sé cómo describirlo. Es… energía, tensión, electricidad. Algo que jamás había experimentado. Sentía calor, un hormigueo que iba poco a poco ‘in crescendo’ y, de golpe, una erupción. Crees que ya has acabado, pero sigue un poco más. Ahí ya es un estallido. No… no encuentro palabras”.

A Juliana se le entrecorta la voz al recordar su primera vez. Acaba de graduarse en Bellas Artes y a su edad jamás pensó que llegaría a experimentar un orgasmo. En sus relaciones sexuales, en el cuerpo a cuerpo, nunca antes había alcanzado el clímax. Lo ha hecho gracias a una gama de juguetes sexuales reconocibles por el nombre de la marca pionera en su comercialización (Satisfyer) que se está popularizando rápida y silenciosamente en España.

Ocho mujeres nos explican un fenómeno surgido del boca a boca y de la normalización de la masturbación femenina, un viejo tabú que está dejando de serlo para las nuevas generaciones. Sin pudor, pormenorizan los pros y contras de la última tendencia: los juguetes más vendidos del momento.

La sociedad actual se parece poco a la que describía el ‘Informe Kinsey’, un estudio publicado en 1948 por el sexólogo Alfred Kinsey basado en 20.000 entrevistas a hombres y mujeres con el propósito de describir el comportamiento sexual de ambos géneros. La investigación, muy criticada por sus detractores, cifraba en un 62% el número de mujeres que se habían masturbado alguna vez en su vida.

Satisfyer

El 40% de las mujeres utiliza algún juguete sexual

Más reciente es el estudio ‘Masturbation confessions’, basado en 979 entrevistas a europeos y norteamericanos, que revela que el 88% de las mujeres se masturba. Ocho puntos menos que los hombres. Ellas, al menos dos veces por semana; ellos, el doble. Ellas, 13 minutos de media; ellos, 14. En un 90% de las veces, ellos lo hacen con la mano, cifra que baja a un 60% entre las mujeres. El restante 40% utiliza algún tipo de juguete.

“Por mucho que el cuerpo humano quiera —revela Juliana—, no llega a alcanzar ese punto al que se llega con un Satisfyer”. “Es flipante —descerraja—, creo que es el mejor invento que jamás se ha hecho para la mujer”.

Juliana JULIANA

A Juliana le regaló el succionador su novio

Juliana tiene novio. Él le regaló un succionador después de meses y meses escuchando las virtudes de un aparato que, según la marca que lo comercializa, ofrece “orgasmos revolucionarios gracias a una tecnología revolucionaria”. En su caso, sobra que fuesen revolucionarios, bastaba con que solo fuesen. “Mi primer orgasmo lo tuve con el succionador, antes nunca había llegado y como mujer empecé a pensar que no lo iba a tener nunca”, insiste la joven, que supo de la máquina gracias a una amiga que conocía su problema. “Me dijo que lo probara, y me decidí —narra con la voz temblona, tímida y entre risas—; fue magnífico”.

La empresa alemana Satisfyer es el equivalente a la Thermomix de los juguetes sexuales. Ningún invento ha desatado tal ola de entusiasmo, ni ha conseguido cambiar los hábitos cotidianos. La marca ofrece una variopinta gama de productos —también para hombres, aunque sin mucho éxito— basados en un mismo mecanismo: la succión con ondas expansivas y pulsaciones.

Como sucede con Thermomix, la marca alemana acapara mucho mercado y monopoliza las conversaciones. Pero hay más opciones, de muchos precios y acabados, que responden siempre a un mismo mecanismo: la succión por ondas, creando vacíos.

El aparato, similar en apariencia a un limpiador facial, tiene una serie de ventajas en comparación a los vibradores tradicionales por contacto: no irrita la piel, lo que permite un uso prolongado y brinda la posibilidad de alcanzar el multiorgasmo; estimula el clítoris en su totalidad y no solo en su zona externa, proporcionando sensaciones más intensas, y mejora la circulación de la sangre, lo que está especialmente indicado para quienes sufren de anorgasmia. Según la marca alemana, el 83% de quienes lo han usado ha llegado al orgasmo en menos de dos minutos.

EL CLÍTORIS, EN LA DIANA DE LA INDUSTRIA
Satisfyer en el baño

A juicio de la sexóloga Arola Poch, la industria ha centrado su interés en una zona antes desdeñada: el clítoris. “La sexualidad se ha basado en el modelo tradicional de la penetración y los objetos vinculados al placer han seguido ese modelo. Muchos juguetes son dildos y, aunque algunos incorporan un pequeño ‘bracito’ para la estimulación del clítoris, siguen esa idea del placer en la penetración —razona Poch—; pero el clítoris está reclamando su sitio y las mujeres, nuestro placer. La industria se adapta a ello”.

En su libro ‘Las cosas claras’ [Editorial Plataforma, 2019], Poch recuerda que “el clítoris es el principal órgano del placer en la mujer y es más grande de lo que se ve; como si de un iceberg se tratara, vemos solo una pequeñita parte, pero internamente se expande más. Estamos hablando de un órgano de unos ocho o nueve centímetros de tamaño en total, e interno en su mayor parte. Con los métodos tradicionales se estimula la parte externa, pero con estos juguetes se consigue una estimulación mayor y más profunda y, con ella, otras sensaciones”.

Según la sexóloga, las mujeres están perdiendo el pudor a hablar de masturbación femenina en buena parte porque las tiendas han perdido ese punto sórdido de antaño y ahora son espacios “luminosos y abiertos”. Los juguetes también se han actualizado para acercarse más a ellas. “No son realistas y tienen diseños con colores y formas elegantes —explica Poch—, lo que ha ayudado a que se vean de otra manera”.

Pero la verbalización sin reparos de estas experiencias eróticas entre las mujeres es fruto de “la pérdida de vergüenza, la normalización de la sexualidad femenina dirigida al placer con mayor normalidad y apertura”, zanja la experta.

Emilia EMILIA

“Es que esto debería pagarlo la Seguridad Social”, reclama entre risas Emilia Jiménez, una gaditana de 23 años, defensora acérrima del aparatito. “Naces y toma —insiste haciendo el gesto de dar—, un Satisfyer”. “Es terapéutico, redescubres tu relación con el sexo, contigo misma… y hace que ganes confianza”, explica.

Emilia es sinestésica y ve colores al usarlo. Amarillos que acaban en naranjas. “Pero a tope, es algo muy bonito”, confirma la joven, la primera de entre sus amigas en tener el succionador de la marca alemana. Lo conoció viendo un vídeo de YouTube y meses después de investigaciones, de comentarlo con sus amistades, ya lo tenía en casa.

“Te lo pones… y te vas

“Recuerdo que el día en el que estaba prevista la entrega falté a clase para asegurarme de que lo recibiría; esa semana estaba poco sexual, pero me había llevado tanto tiempo esperándolo que me decidí a probarlo”, explica Emilia. “Estaba supernerviosa, mentalmente no estaba muy proclive a tener un orgasmo, pero es tan tan físico que te lo pones y sí o sí; es flipante, como si se activase algo en tu cuerpo, no hace falta que pienses en algo erótico, te lo pones y… te vas”. “Pensé, me he ido —evoca entre risas—, me fui”.

Entonces, las microondas del aparato se hicieron macro entre su grupo de amigas. “Fue una euforia colectiva”, defiende. En la actualidad, todas menos una lo tienen. “Y ella se lo acabará comprando”, vaticina. “Es que es muy fuerte, como si se activasen todas tus zonas erógenas, sientes una electricidad con el clítoris como epicentro que se va extendiendo por todo el cuerpo. En ese tiempo no eres capaz de pensar —sostiene—, solo sientes: colores, vibraciones… es muy fuerte”.

Emilia con un Satisfyer en la mano

Emilia es sinestésica y ve colores al utilizarlo

Confiesa Emilia que la primera semana que lo tuvo en sus manos llegó a evitar las cervezas después de clase para irse corriendo a casa a usarlo. Meses después de la compra no duda en reconocer que “no dejaba de pensar en él”.

Según Kimi Yamada, ‘product manager’ del ‘sex shop online’ platanomelon.com, el aumento de la comercialización de Satisfyer ha sido progresivo hasta consolidarse como uno de los juguetes favoritos en el último año. En 2018, con la versión mejorada del primer succionador de la marca, el Pro 2 Next Generation —que ofrece más potencia, va a batería y es sumergible—, se llegaron a duplicar las ventas.

“El ‘boom’ de ventas se dio cuando se lanzó la versión mejorada del succionador a un precio más económico que el resto que había en el mercado”, explica Kimi, que apunta a la alta valoración que las clientas hacen de la relación calidad/precio.

Más allá del satisfyer

La curva de consultas en Google sobre Satisfyer da cuenta del interés que despierta el juguete de la marca alemana, que en la semana del 16 de julio alcanzó su pico máximo en España. A nivel mundial, el succionador por ondas tuvo su cota máxima coincidiendo con San Valentín de 2017, y salvo picos de excepcional crecimiento, la línea se mantiene ascendente desde finales de 2015.

En el mercado hay marcas especializadas en la succión mediante ondas expansivas que, sin tanto éxito, tratan de robar protagonismo a los alemanes. Por ejemplo, Luxury High Fashion, que dobla el precio de Satisfyer; Sona, de la firma Lelo, incluso más caro que el anterior, o Pulpi, un juguete con forma de pulpo sumergible ideado por platanomelon.com y a la venta por menos de 30 euros. También hay imitadores a precios muy bajos.

Todos ellos han seguido la estela del Womanizer, el primero que llegó al mercado y que triunfa con su Starlet, un —a diferencia del resto— silencioso succionador de ondas sónicas de pequeño tamaño pensado para caber en la palma de la mano. “Sea cual sea, son capaces de regalar sensaciones que con el cuerpo humano son muy difíciles de conseguir o imposibles”, apunta Yamada.

Todos, o casi, funcionan de la misma forma: pesan en torno a los 200 gramos, tienen una boquilla de silicona, se cargan mediante USB, miden alrededor de los 10 centímetros, tienen un botón de encendido y varios niveles de velocidad e intensidad regulables. “Yo no he conseguido pasar del 10”, confiesa Vero, de 26 años. A Emilia le gusta moverse entre el cuatro y el siete, aunque ha probado a usarlo en todos. Juliana recomienda alternar, “se aprende a jugar con él”, del siete al nueve, después al ocho y así hasta el orgasmo. “Siempre y cuando no te quedes sin batería, que también me ha pasado y te quedas a medias”, bromea la joven.

“Es que es tan intenso en el 11 que puede llegar a ser molesto”, insiste Vero. Motivo por el que se desaconseja en personas que aún no tienen experiencia sexual.

Mujeres posando con un Satisfyer en la mano

Hay varias marcas en el mercado y un amplio rango de precios

No todas las opiniones son favorables. “Yo lo veo como un exprimidor de orgasmos”, confiesa Marta, de 34 años. “Orgasmos para perezosas, pensado para la vida actual en la que no hay tiempo y, claro, no lo disfrutas igual”, argumenta.

En su caso, después de muchas conversaciones con sus compañeras de trabajo, hizo un pedido de cinco Satisfyer. “Nos llegó por Correos, qué paradoja”, narra entre risas. A todas les llegó, todas lo usaron y todas conversaron después de probarlo. Ella era la única a la que el succionador no acababa de convencerle. “Me resulta artificial y un poco agresivo, antinatural”, describe.

No es el único juguete sexual en manos de Marta. “Otros se parecen más a una relación sexual, te requieren más, no te lo ponen tan fácil y eso me parece más interesante —sigue—; el orgasmo está sobrevalorado en comparación con los preliminares, que desaparecen de la ecuación cuando entra en juego el aparatito”. Y se pregunta: “¿Puede crear dependencia?”.

Yamada, la ‘product manager’ de platanomelon.com, responde: “Los extremos nunca son buenos y no es bueno depender de un juguete para llegar al orgasmo”. La sexóloga Arola Poch recomienda sumar este tipo de aparatos a las relaciones tradicionales. “Ver gozar a la pareja ya es un placer en sí, aunque también puede estimularse mientras otra persona penetra; complementar sensaciones es una buena opción”, apunta.

OJALÁ TUVIESE CLÍTORIS

“Mi novio me dice que le doy envidia, que ojalá tuviese clítoris para saber lo que yo siento en ese momento”, cuenta Vero, que lo usa también en sus relaciones de pareja. “Yo no tenía problemas antes para tener más de un orgasmo seguido —explica—, pero con Satisfyer es mucho más fácil porque está pensado para ir directo al grano; depende del momento puedo tardar uno o dos minutos”.

Vero con un Satisfyer en la mano VERO

"Es un exprimidor de orgasmos, orgasmos para perezosas"

En su relato, al igual que en otros testimonios, también son recurrentes las referencias eléctricas. “Es que se expande por todo el cuerpo, de la columna a los pies —describe Vero—; no es ni frío ni calor, es algo que va subiendo… y cuando crees que ya no puede subir más, sigue un puntito más que no te lo esperas para nada y te deja en ‘shock”.

Como muchas otras, Vero también conoció el succionador a través de Instagram, el gran catalizador de la propaganda boca a boca de la marca alemana. “Ha habido rachas en las que solo veía ‘stories’ de gente que se lo había comprado, era bárbaro”, recuerda la joven.

Un ‘boom’ que recuerda al apogeo de ventas del vibrador ‘conejito rampante’ después de aparecer en una escena de la serie ‘Sexo en Nueva York’. “La vivencia de la sexualidad se está normalizando y eso hace que se pierda la vergüenza”, argumenta la sexóloga Arola Poch. “Y que los juguetes se entiendan como un complemento y no como un sustituto de nada ni de nadie”, zanja.

“Cada vez son más las mujeres que se preocupan por conocer su cuerpo y aprender a disfrutar de su sexualidad, que ha sido invisibilizada durante mucho tiempo”, completa Yamada, de platanomelon.com, una plataforma que además de vender sube a sus canales vídeos muy didácticos que rompen tabúes y prejuicios. “Tratamos de compartir nuestra manera de verlo: es algo tan natural como salir a cenar, hacer deporte o ir al cine —sigue Kimi—; y, poco a poco, conseguimos naturalizar el sexo”.

RRSS que censuran la

A la ilustradora María Hesse han llegado a felicitarla por la calle por hablar de Satisfyer en su popular cuenta de Instagram, que supera los 109k de seguidores. “Dice que todas las noches se acuerda de mí”, comenta entre risas. “Y ahora son sus amigas las que le dan las gracias a ella”, cuenta.

La masturbación femenina es uno de los temas recurrentes en el trabajo de esta dibujante autora de las biografías de Frida Khalo y David Bowie [Ed. Lumen], y no han sido pocas las veces que el succionador de la marca alemana se ha colado en sus creaciones. “Lo conocí por Instagram y me gustó tanto que he ido compartiéndolo”, explica Hesse. “Lo recomiendo porque es maravilloso y se tienen orgasmos muy intensos y rápidos”, advierte.

Vero

"Puedo tardar uno o dos minutos en tener un orgasmo"

La reacción a sus publicaciones es, casi siempre, positiva, “a quienes lo prueban, les gusta —cuenta—; y las que no, tienen curiosidad”. Su cuenta se ha convertido en un consultorio en el que recibe preguntas de gente que ni conoce. Ella responde: “Hay que perderle el miedo, que la primera vez cuesta pero una vez que una se aventura, ve lo divertido que es y todas las posibilidades que ofrece, empieza a comprarse más”.

Mucha de esta experiencia recabada en sus redes ha germinado en forma de libro: ‘El placer’ [Ed. Lumen], su próximo libro, que sale a la venta el 5 de septiembre y en que el rey de los succionadores de clítoris tiene parte de protagonismo.

“Se está perdiendo la vergüenza a hablar de masturbación femenina, pero todavía hay quienes censuran publicaciones en las que se trata este tema en las redes sociales”, lamenta Hesse, que advierte de que pese al boca a boca que se está consiguiendo con el succionador de la marca alemana, todavía quedan muchos avances por conquistar.

Solo en Instagram, el ‘hashtag’ #satisfyer aglutina 17.629 publicaciones. En Google, la palabra ofrece más de cuatro millones de resultados de un ranquin de países encabezado por Suecia, Alemania, Finlandia, Islandia o Chequia y en el que España ocupa la novena posición.

María José con un Satisfyer en la mano MªJOSÉ

"Se está perdiendo la vergüenza a hablar de esto"

“Es como un fenómeno mundial”, subraya María José, de 23 años. “Hablo con mucha frecuencia de él con amigas, de cómo lo usan ellas, de cómo lo uso yo, de lo que sentimos. Lo más comentado: las corridas, ¿el ‘squirting’? Sí, ha pasado y es una maravilla”, apunta con desparpajo la joven, bastante descreída antes de usarlo.

Reconoce que la primera vez que se enfrentó a él no sabía cómo encararlo. Aguardó hasta encontrar el momento oportuno, se echó en la cama, cerró las cortinas y dejó a oscuras la habitación. “A ver, siempre he tenido poquísimos orgasmos y no creía que fuese posible —sigue—; pensaba que sería la excepción de la regla”. Pero no. “Pasó, fue de momento, ¡pam! No me lo podía creer”, relata entre risas.

“Es un cosquilleo con el que se te encogen hasta los dedos de los pies, es flipante, hay veces que haces hasta la voltereta —zanja con detalle María José—; toda persona con clítoris debe tener uno”.