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Montera, punto negro de la prostitución en Madrid, a un paso de la gentrificación
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VARIOS CAMBIOS DE USOS EN MARCHA

Montera, punto negro de la prostitución en Madrid, a un paso de la gentrificación

Muy penalizada por la presencia de prostitutas, la calle había conseguido permanecer al margen del bullicio inmobiliario que se estaba gestando junto a ella. Hasta ahora

Foto: Calle Montera. (Google)
Calle Montera. (Google)

Cuenta la leyenda que una mañana lluviosa de 2013, un inversor norteamericano se acercó a la calle Montera con la intención de visitar un edificio para comprarlo. La calle estaba desierta excepto la entrada del inmueble. Una veintena de prostitutas estaban colocadas unas al lado de otras mientras una decena de policías las cacheaba y pedía la documentación. Aquel inversor puso tierra por medio y la calle Montera, punto negro de la prostitución callejera en el centro de Madrid, se mantuvo en un discreto segundo plano desde el punto de vista inmobiliario.

La situación, sin embargo, ha cambiado en los dos últimos años al calor de la recuperación inmobiliaria. Y las garras de la gentrificación y turistificación, que se ha extendido como una mancha de aceite por todo el centro de la ciudad, comienzan a llegar a Montera.

Muy penalizada por la presencia de prostitutas a lo largo de sus apenas 200 metros, la calle había conseguido permanecer al margen del bullicio inmobiliario que se estaba gestando junto a ella, tanto en la Gran Vía como en la Puerta del Sol, la calle Fuencarral o el barrio de Malasaña, este último, uno de los puntos calientes del alquiler turístico y testigo directo de la gentrificación.

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Montera 29-31.

Sin embargo, en la actualidad son varios los proyectos que podrían conseguir transformar una calle en la que han proliferado en los últimos años numerosas cadenas de restauración en detrimento de las marcas de moda.

Polémicos cambios de uso

Ni la peatonalización de la calle, que se inició en 2006, ni la importante presencia policial —en el número 16 hay una comisaría— han conseguido acabar con la prostitución, debido a la existencia en la zona de numerosos viviendas en alquiler y hostales donde muchas prostitutas pueden llevar a cabo su actividad. Un auténtico hándicap para cualquier inversor.

Uno de los que más fuerte han apostado por esta calle ha sido el mexicano Jorge Díaz Estrada, propietario de los edificios situados en los números 25-27 y 29-31 —este último albergaba hasta noviembre del año pasado los antiguos cines Acteón—.

Se están tramitando varios planes especiales que contemplan el cambio de uso de residencial a 'retail'

Estrada conoce a la perfección la zona. No en vano, también es propietario del número 31 de la Gran Vía, que albergará un Hyatt de 159 habitaciones, y es el casero de Apple en la Puerta del Sol de Madrid.

Las fuentes consultadas por El Confidencial señalan que la intención de Estrada es unir ambos inmuebles, hacer una gran zona comercial en las plantas más bajas y levantar un hotel en las plantas superiores. Una idea que iría contra la regulación sobre viviendas turísticas que está estudiando el Ayuntamiento de Madrid y que busca preservar el uso residencial en las áreas centrales de la ciudad, llegando incluso a prohibir totalmente el cambio de uso residencial a terciario en el centro, como sería el caso.

placeholder Antiguos cines Acteón.
Antiguos cines Acteón.

"Por lo pronto, lo que se está tramitando es la aprobación de dos planes especiales para las zonas comerciales de ambos edificios. Pero no existe constancia de que se esté tramitando nada para las plantas superiores. De ser así, estaríamos asistiendo a la terciarización de una nueva calle en Madrid. La calle Montera ya se está contagiando de lo que está sucediendo en el centro de Madrid. Estamos eliminando los edificios residenciales, convirtiendo el centro de la ciudad en un auténtico parque temático. Estamos obsesionados con las viviendas de uso turístico y hemos sustituido al vecino por el turista y al vecino por el consumidor", lamenta Mercedes González, concejala de Urbanismo del PSOE y contraria a estos cambios de uso.

Los edificios adquiridos por Estrada tienen uso residencial; sin embargo, desde hace décadas su uso es terciario. De hecho, el edificio situado en los números 29-31 ha acogido hasta hace unos meses varias salas de cine. Lo mismo sucede en el número 9 de la misma calle. El Ayuntamiento de Madrid está a punto de aprobar definitivamente otro plan especial para cambiar su uso de residencial a comercial. Se trata de un proyecto promovido por Monthisa Patrimonio y Promoción, y está situado a escasos 50 metros de la Puerta del Sol.

La aprobación definitiva del cambio de uso por parte del consistorio —este miércoles ha ido a la comisión de Urbanismo, paso previo para que llegue al pleno para su aprobación— permitirá que el edificio, originariamente también residencial, aunque desde hace décadas se haya utilizado como oficinas, pase a tener un uso completamente comercial.

Un cambio de uso que, según las fuentes consultadas, "tiene poco encaje en la zona. Montera no tiene tanto tránsito peatonal como Preciados, ni las personas que pasean por allí compran tanto como en Preciados. Para las tiendas de moda no parece un activo atractivo, aunque es posible que para compañías como MediaMarkt, Decahtlon o Ikea, que están apostando por estar en el centro de las ciudades, sea una opción".

Una calle en plena transformación

La decisión del ayuntamiento no ha estado exenta de polémica en un momento en que el propio consistorio aboga por el mantenimiento de los usos tradicionales de los edificios. Sin embargo, tanto en el caso de los edificios del inversor mexicano como en el de la familia Monthisa, el uso original de residencial está a punto de desaparecer. "Montera ha perdido ya a sus vecinos de toda la vida, como ha sucedido en otras calles", lamenta González.

El PSOE, de hecho, en su alegación —rechazada— abogaba por recuperar el uso original del edificio, además de criticar el recurso al plan especial como herramienta urbanística para cambiar el uso del inmueble, en lugar de una modificación del plan general, o el incremento de la edificabilidad que va a conllevar dicho cambio y que no se traducirá en beneficio alguno para el ayuntamiento.

Montera es una calle especial. Da mucho juego y tiene un enorme potencial”, asegura a El Confidencial Andrés Martín, director de Retail de la consultora inmobiliaria Savills Aguirre Newman. “Ha mejorado con los años, ha cambiado mucho, poco a poco ha ido desapareciendo la prostitución y acabará por desaparecer del todo. Sobre todo cuando los edificios entre los número 25 y 31 estén reformados y en funcionamiento. Y cuando eso suceda, los edificios se revalorizarán y las rentas aumentarán”.

placeholder Calle Montera.
Calle Montera.

Por su parte, para Ignacio Sandoval, director de Consultoría hotelera en IHP International Hospitality Projects, “lo que ha provocado un cambio muy importante en la calle Montera ha sido su peatonalización, así como el enorme semáforo que ha permitido conectar la calle Fuencarral con Montera. Antes, el tráfico de los peatones se dirigía hacia la Gran Vía y se evitaba la calle Montera porque no parecía demasiado segura. La calle está cambiando y aunque el proceso de transformación no será de un día para otro, cuando eso suceda, se producirá una revalorización clara de los activos".

Precisamente IHP, muy presente en Gran Vía con media decena de proyectos hoteleros (The Principal Hotel Madrid, el primer cinco estrellas de Gran Vía, Vincci The Mint o Círculo del Casino), está detrás de otro proyecto en la calle Montera. Se trata de B&B Hotel Puerta del Sol, propiedad de Inversiones Doalca Socimi SA, abierto en diciembre de 2016 y situado en los número 10-12 justo frente al edificio de Monthisa.

Proyectos, todos ellos, llamados a cambiar la calle, en todos los sentidos.

Cuenta la leyenda que una mañana lluviosa de 2013, un inversor norteamericano se acercó a la calle Montera con la intención de visitar un edificio para comprarlo. La calle estaba desierta excepto la entrada del inmueble. Una veintena de prostitutas estaban colocadas unas al lado de otras mientras una decena de policías las cacheaba y pedía la documentación. Aquel inversor puso tierra por medio y la calle Montera, punto negro de la prostitución callejera en el centro de Madrid, se mantuvo en un discreto segundo plano desde el punto de vista inmobiliario.

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