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El último Mohicano de Fuencarral 77
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LLEVA TRES DÉCADAS EN EL EDIFICIO

El último Mohicano de Fuencarral 77

Eugenio Monge abrió la joyería que lleva su nombre hace ya tres décadas en un local que hasta ese momento ocupaba una tienda de electrodomésticos. Ahora el bloque ha sido subastado

Fue el último inquilino en aterrizar en Fuencarral 77 y es el último y único negocio que aún mantiene sus puertas abiertas en él. Eugenio Monge abrió la joyería que lleva su nombre hace ya tres décadas en un local que hasta ese momento "ocupaba una tienda de electrodomésticos", recuerda con nostalgia en una conversación con El Confidencial.

El edificio, que hoy en día ofrece un aspecto fantasmagórico y de total de abandono, pertenecía a la Tesorería General de la Seguridad Social hasta hace poco más de una semana. El Estado lo preadjudicaba en subasta pública el pasado 24 de septiembre al fondo de inversión norteamericano GreenOak cuya oferta, la única en la subasta pública convocada, ascendió a 21 millones de euros, apenas 3.000 euros por encima del precio mínimo de licitación.

[Conozca en imágenes el edificio situado en Fuencarral 77 ]

Ahora, con nuevo casero a la vista, Eugenio Monge se muestra preocupado por su futuro. "Claro que me inquieta la situación pero sigo a la espera de que el nuevo propietario se ponga en contacto conmigo y conocer cuáles son su planes". Monge firmó con la administración un contrato de alquiler indefinido en el año 1983 y el comprador del inmueble, tal y como recogía el pliego de la subasta publicado en el BOE, deberá respetar el contrato. "El adquirente, en su calidad de nuevo propietario, se subrogará en los contratos de servicios y suministros del inmueble, que estuvieren vigentes en el momento de la adquisición".

Infrautilizado desde hace décadas

Joyería Monge es el único negocio superviviente dentro de este enorme edificio totalmente infrautilizado por parte de la administración pública. Desde la calle Fuencarral se accede a un pasaje que comunica la fachada del número 77 con la calle de la Corredera Alta de San Pablo. A uno y otro lado del pasaje hay quince locales comerciales, pero el número 3 es el único que se encuentra ocupado después de que hace casi cinco años cerrase la Sastrería Roan, cuyo recuerdo sigue presente en el local que ocupaba entonces. Antes desaparecieron un estanco, la peluquería Pili, la tienda de bolsos y maletas Manopiel o la Óptica Langa.

Y es que en la época de José María Aznar, el Gobierno quiso centralizar la Tesorería General de la Seguridad Social en este edificio. Los inquilinos recibieron una carta en la que se les comunicaba que debía abandonar los locales. Algunos negocios buscaron alternativas en locales cercanos, como fue el caso del estanco, que se trasladó al número 82 de la calle Fuencarral.

Poco después, recuerda Eugenio, José Luis Rodríguez Zapatero abandonó la idea de reutilizar el edificio pero mucho de los comercios que allí había, excepto Joyería Monge, Sastrería Roan y la tienda de bolsos Manopiel, ya habían cerrado sus puertas y los locales no se volvieron a alquilar nunca más.

Las huellas de quienes allí estuvieron todavía no se han borrado. Un paseo por el pasaje deja al descubierto, tras las cristaleras de los locales, antiguos carteles que recuerdan que en un pasado cada vez más lejano, hubo vida tras ellos.

Joyería Monge lleva más de 30 años allí y es el único negocio comercial del edificio

También fueron desapareciendo poco a poco los funcionarios y otros empleados que trabajaban en el edificio como la Unidad de Recaudación Ejecutiva de la Tesorería General de la Seguridad Social, la Audiencia Nacional y el Sindicato de Auxiliares de Enfermería. "Los últimos funcionarios se marcharon en el mes de julio, cuando ya se conocía que el edificio estaba a la venta", explica Eugenio. Tan solo queda un solitario y aburrido vigilante, encargado de controlar que nadie entre en el inmueble.

Eugenio Monge quiere quedarse. "Viene mucha gente de Malasaña y, a pesar del aspecto de abandono del edificio, entra gente a la tienda. Yo quiero quedarme y seguir con mi negocio aquí", insiste. "Es una pena que se haya desaprovechado y abandonado porque es un edificio magnífico por su ubicación y por su envergadura". Y lamenta que en pleno centro de Madrid un inmueble que es de todos los ciudadanos, esté abandonado. "Cuesta muchísimo dinero mantenerlo como para que esté cerrado".

Construido en los años 50, cuenta con casi 8.000 metros cuadrados distribuidos en seis plantas. En la tercera incluso hay un anfiteatro con capacidad para más de un centenar de personas, además de varios apartamentos deshabitados desde hace décadas.

Eugenio espera la llamada de GreenOak quien, previsiblemente, mantendrá la parte de 'retail' y construirá viviendas de lujo, según las fuentes consultadas. Mientras esa llamada llega, Joyería Monge sigue con su día a día, con la nostalgia de un pasado que nunca volverá y con la esperanza de un futuro mejor.

Fue el último inquilino en aterrizar en Fuencarral 77 y es el último y único negocio que aún mantiene sus puertas abiertas en él. Eugenio Monge abrió la joyería que lleva su nombre hace ya tres décadas en un local que hasta ese momento "ocupaba una tienda de electrodomésticos", recuerda con nostalgia en una conversación con El Confidencial.

GreenOak
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