El precioso pueblo de Extremadura que tienes que ver una vez en la vida: un pueblo negro de montaña atravesado por ríos y cascadas

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En el corazón de la Sierra de Gata se esconde uno de los destinos rurales más encantadores de Extremadura, un lugar que parece detenido en el tiempo. Este pequeño enclave de montaña, con sus casas oscuras, calles empedradas y el sonido del agua corriendo entre los tejados, conserva intacta la esencia de la vida tradicional serrana. Su belleza no reside en grandes monumentos, sino en la armonía entre arquitectura, paisaje y autenticidad, lo que lo convierte en un auténtico tesoro para quienes buscan descubrir la Extremadura más pura y desconocida.

El encanto del pueblo negro de Cáceres

Se trata de Robledillo de Gata, un Conjunto Histórico declarado Bien de Interés Cultural en 1994 y uno de los mejores ejemplos de arquitectura popular de la provincia de Cáceres. Su caserío, adaptado a la ladera, está formado por viviendas de pizarra, adobe y madera, muchas con balcones corridos y tejados de teja árabe. Pasear por sus callejuelas estrechas, donde los aleros casi se tocan, es viajar varios siglos atrás. Aquí, la vida rural sigue su ritmo, y cada rincón parece contar la historia de generaciones dedicadas a la tierra, el vino y el aceite.

Entre sus edificios más notables destaca la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI, que conserva un magnífico artesonado mudéjar en la sacristía y un cristo yacente barroco bajo su altar. También merecen visita las pequeñas ermitas del Cordero, San Miguel y el Humilladero, testigos de la religiosidad popular del lugar. A su alrededor, los antiguos molinos y casas de piedra completan un conjunto arquitectónico de gran coherencia estética y valor etnográfico.

Ríos, cascadas y sabores de la Sierra de Gata

Robledillo de Gata está atravesado por el río Árrago y diversos arroyos que crean cascadas naturales, como la del Regato Manadero o el Regato del Barrero, que serpentean entre las casas y los huertos. Su entorno ofrece un paisaje verde y frondoso donde los saltos de agua y los senderos entre viñedos componen una postal perfecta. En uno de los antiguos molinos, el Museo del Aceite conserva la maquinaria original de una almazara medieval, recordando la importancia del olivo en la economía local. Degustar el aceite de la Sierra de Gata, junto con sus vinos, quesos y embutidos, completa una experiencia sensorial que convierte a este rincón extremeño en uno de los pueblos más bellos y auténticos de España.