La maravilla natural que National Geographic te recomienda conocer en Cuenca en noviembre: preciosos campos rojizos en la Alcarria conquense

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En el corazón de Castilla-La Mancha se esconde uno de esos paisajes que parecen pintados con fuego y paciencia. Cuando llega el frío, el horizonte se transforma en una inmensa paleta de tonos rojizos y anaranjados que sorprenden incluso a los viajeros más experimentados. No es un bosque ni un viñedo, sino una de las maravillas naturales que National Geographic recomienda conocer este mes por su belleza efímera y su profundo vínculo con la tradición artesanal de Cuenca.

Un espectáculo rojizo en la Alcarria conquense

Este fenómeno tiene lugar en la Alcarria conquense, donde los campos de mimbre se tiñen de un rojo intenso antes de la recolección. Entre los valles de los ríos Escabas y Trabaque, el invierno adormece el paisaje y da paso a un espectáculo visual único en España: la Ruta del Mimbre. Este recorrido de unos 40 kilómetros atraviesa municipios como Priego, Villaconejos de Trabaque, Albalate de las Nogueras o Valdeolivas, permitiendo al visitante descubrir tanto el colorido de los campos como la arquitectura tradicional de la zona. Durante los meses fríos, las ramas desnudas del mimbre iluminan los paisajes, creando un contraste que pocos lugares del país pueden igualar.

El mimbre no solo da forma a los paisajes de Cuenca, sino también a la identidad cultural de sus pueblos. Durante generaciones, ha sido el sustento de muchas familias dedicadas a la artesanía, transformando las ramas flexibles en cestas, muebles y piezas decorativas. En localidades como Cañamares o Fuertescusa, aún pueden visitarse talleres donde los artesanos mantienen viva una tradición ancestral.

Quienes recorren la Ruta del Mimbre no solo encuentran un paisaje de singular belleza, sino también una oportunidad de reconectar con la esencia rural y sostenible de Castilla-La Mancha. Entre los tonos rojizos de las mimbreras, los visitantes descubren un legado que ha sobrevivido al paso del tiempo y que hoy vuelve a ser protagonista gracias a su valor ecológico y cultural. Sin duda, es una de las maravillas naturales de Cuenca que merece ser contemplada al menos una vez en la vida, especialmente cuando el frío tiñe la Alcarria de fuego y tradición.