El bosque del País Vasco donde los hayedos crecen al revés y crean un paisaje de fantasía: uno de los lugares más mágicos de Vizcaya

• Cabañas en los árboles para disfrutar desde las alturas en el País Vasco: una escapada de otoño en mitad de la naturaleza
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El Hayedo de Otzarreta, en pleno Parque Natural del Gorbea, es uno de los paisajes más singulares del norte de España. Este bosque, donde las hayas parecen desafiar la lógica al crecer con ramas que apuntan al cielo desde troncos curvados, se ha convertido en un símbolo de la naturaleza vasca y un imán para los amantes de la fotografía y el senderismo.

Dicen que hay lugares que parecen surgir de un sueño, y el Hayedo de Otzarreta es uno de ellos. En este rincón de Vizcaya, la luz se filtra entre ramas cubiertas de musgo, el suelo se tiñe de tonos cobrizos y un pequeño arroyo —el Zubizabala— serpentea con calma, dividiendo el bosque en dos. Todo en este entorno parece diseñado para provocar asombro: los árboles crecen al revés, las raíces se entrelazan sobre la tierra y el murmullo del agua se convierte en una melodía natural imposible de olvidar.

Un rincón escondido entre montañas y leyendas

El Hayedo de Otzarreta se encuentra a los pies del Puerto de Barazar, en el límite entre Álava y Vizcaya, y forma parte del corazón verde del País Vasco. Este bosque, pequeño, pero de enorme valor ecológico, es el vestigio de un hayedo mucho mayor que en tiempos pasados fue aprovechado por los carboneros locales. Sus hayas centenarias, de troncos gruesos y ramas que se abren en forma de cáliz, deben su aspecto a una antigua técnica de poda tradicional llamada trasmocheo.

Durante siglos, los habitantes de la zona cortaban las ramas para producir carbón vegetal en las llamadas txondorras, estructuras de leña cubiertas de tierra que ardían lentamente. Con el paso del tiempo, el bosque dejó de explotarse y las hayas comenzaron a crecer libremente, adoptando esas formas tan características que hoy parecen sacadas de una leyenda. Su silueta retorcida recuerda a los ents de Tolkien o a los seres mitológicos del folclore vasco, como el basajaun, guardián de los bosques.

Cómo llegar al Hayedo de Otzarreta

Para visitar este lugar mágico, basta con seguir la carretera nacional N-240 que une Bilbao y Vitoria-Gasteiz. A la altura del kilómetro 38, en el puerto de Barazar, un desvío junto al bar Bengoetxea conduce a una pista forestal perfectamente acondicionada que lleva directamente hasta el hayedo. Allí, varios aparcamientos permiten dejar el coche y adentrarse a pie por los senderos que bordean el arroyo y se internan entre las hayas cubiertas de musgo. A medida que uno avanza, el murmullo del agua y el aroma a tierra húmeda envuelven el camino, creando una atmósfera serena que invita a caminar sin prisa y dejarse llevar por la calma del bosque.

El recorrido es corto y de dificultad baja, ideal para realizar en familia o para quienes buscan una escapada de fin de semana rodeados de naturaleza. El mejor momento para visitarlo es en otoño, cuando el bosque despliega una paleta de colores que va del rojo intenso al dorado, aunque cualquier época del año ofrece un encanto distinto. En invierno, la niebla convierte el paisaje en un escenario casi sobrenatural; en primavera, el verde renace entre las hojas nuevas y el murmullo del agua cobra más fuerza. Durante el verano, en cambio, la frescura del ambiente y la sombra de las hayas ofrecen un refugio perfecto frente al calor, convirtiendo el paseo en una experiencia tan apacible como fotogénica.

Un símbolo del Parque Natural del Gorbea

El Parque Natural del Gorbea, coronado por su emblemática cruz de hierro a 1.482 metros, es uno de los espacios protegidos más emblemáticos de Euskadi. Alberga una enorme diversidad de paisajes: campas, robledales, humedales como el de Saldropo y formaciones kársticas como el macizo de Itxina. Otzarreta, aunque pequeño, es uno de sus rincones más visitados por su atmósfera de cuento y su accesibilidad desde pueblos cercanos como Areatza, Ubide o Zeanuri.

Caminar entre sus árboles es, más que una excursión, una experiencia sensorial. El crujido de las hojas, el olor a tierra húmeda y el eco del agua fluyendo componen una sinfonía natural que parece detener el tiempo. Tal vez por eso, el Hayedo de Otzarreta no solo es un tesoro ecológico, sino también un refugio emocional: un lugar donde la naturaleza recuerda al visitante que la magia, a veces, está más cerca de lo que parece.