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Escápate este otoño a un paraíso rural en Cantabria: un retiro entre montañas que lleva la firma Botín
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REGRESO A LA CALMA

Escápate este otoño a un paraíso rural en Cantabria: un retiro entre montañas que lleva la firma Botín

Allí, entre ovejas carranzanas, chimeneas encendidas y el murmullo del río, el lujo se mide en silencio y naturaleza

Foto: Estas cabañas pasiegas cuentan con todas las comodidades modernas, en el Valle del Pas, Cantabria. (Cabañas de Pax)
Estas cabañas pasiegas cuentan con todas las comodidades modernas, en el Valle del Pas, Cantabria. (Cabañas de Pax)

Hay destinos que no se anuncian con estridencias, lugares que parecen esconderse entre montañas esperando a quien sepa mirar despacio. No tiene camas king sizes ni spa de pago, pero quienes lo descubren aseguran que algo cambia para siempre: quizá sea la calma, quizá la forma en que allí vuelve a latir el tiempo.

Un refugio pasiego entre montañas y tradiciones

Hay lugares que parecen creados para hacer una pausa. En un recodo del Valle del Pas, entre montañas cubiertas de niebla y prados infinitos, se alzan las Cabañas de Pax, un conjunto de alojamientos que han sabido mantener la esencia pasiega sin renunciar a la elegancia. Su arquitectura de piedra y madera, restaurada con materiales autóctonos, guarda la calidez de lo sencillo y el encanto de lo auténtico.

El proyecto, impulsado por la familia Botín, nace con un compromiso claro: respetar el entorno y promover un turismo rural sostenible. Cada detalle —desde el diseño interior con vigas vistas y chimeneas modernas hasta la elección de textiles naturales y obras de arte locales— ha sido pensado para ofrecer una experiencia acogedora y consciente. El resultado es un espacio donde el bienestar se mide en respiraciones hondas y amaneceres lentos. Además, el complejo utiliza energías renovables y sistemas de eficiencia energética, reforzando su compromiso con la sostenibilidad y el respeto por el paisaje pasiego.

De la huerta a la mesa: sostenibilidad con sabor pasiego

Las cabañas no solo son un refugio para el descanso, sino también un ejemplo de autosuficiencia. Disponen de un pequeño huerto, un gallinero con gallinas pedresas y un rebaño de ovejas carranzanas que pastan bajo la atenta mirada de los mastines del valle. Los huéspedes pueden degustar productos de proximidad —cordero lechal, huevos y verduras de temporada— que refuerzan el vínculo entre el paisaje y la mesa.

placeholder Comedor principal de una de las Cabañas de Pax, donde priman la madera y la luz natural. (Cabañas de Pax)
Comedor principal de una de las Cabañas de Pax, donde priman la madera y la luz natural. (Cabañas de Pax)

Para quienes prefieran dejarse mimar, la cocinera Carolina Laso Pelayo prepara recetas tradicionales como el cocido montañés o el cordero al horno, fieles a los sabores de Cantabria. Y cuando el tiempo acompaña, nada mejor que una comida al aire libre entre montañas, con la banda sonora del río Pas al fondo y el aroma a hierba recién cortada.

Descanso, desconexión y paisajes inolvidables

El complejo cuenta con tres cabañas: Arce, la más amplia, con tres habitaciones y capacidad para diez personas; y Espino y Serbal, diseñadas como estudios para parejas. Todas tienen chimenea, cocina equipada y una cuidada decoración que equilibra tradición y diseño. En una de ellas, una bañera junto a la ventana invita a contemplar el valle mientras el vapor empaña el cristal. En cada detalle se percibe la intención de crear un refugio íntimo, donde el confort moderno convive en perfecta armonía con la esencia rural cántabra.

Más allá del confort, la verdadera riqueza de Cabañas de Pax está fuera de sus muros. Senderos que atraviesan pastos verdes, pueblos como Vega de Pas, la Cueva del Soplao o el parque de Cabárceno se convierten en excusas para descubrir una Cantabria rural, viva y profundamente humana. Un destino que no solo se visita: se siente, se respira y se recuerda.

Cómo llegar y por qué quedarse

Situadas en Vega de Pas, las cabañas se encuentran a poco más de una hora de Santander y a menos de dos de Burgos o Bilbao. Quienes emprendan el viaje desde estas ciudades, pueden acceder fácilmente por la A-67 y enlazar después con carreteras secundarias que atraviesan pequeños pueblos pasiegos, donde el paisaje empieza a anunciar la calma que aguarda al final del camino. Es, sin duda, una de esas escapadas donde el lujo no está en lo que se tiene, sino en lo que se deja de lado: la prisa, el ruido y la desconexión con uno mismo.

placeholder Dormitorio de las Cabañas de Pax, donde las vigas vistas, los tejidos naturales y la luz suave crean un ambiente sereno. (Cabañas de Pax)
Dormitorio de las Cabañas de Pax, donde las vigas vistas, los tejidos naturales y la luz suave crean un ambiente sereno. (Cabañas de Pax)

Quizá por eso, quienes llegan a Cabañas de Pax no buscan un simple alojamiento, sino un regreso a la calma. Allí, entre el murmullo del río y el eco de las montañas, la naturaleza enseña a escuchar de nuevo el silencio.

Hay destinos que no se anuncian con estridencias, lugares que parecen esconderse entre montañas esperando a quien sepa mirar despacio. No tiene camas king sizes ni spa de pago, pero quienes lo descubren aseguran que algo cambia para siempre: quizá sea la calma, quizá la forma en que allí vuelve a latir el tiempo.

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