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Parece la Gran Muralla China, pero está en España: descubre esta joya geológica entre montañas, un pantano y un pueblo abandonado
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Parece la Gran Muralla China, pero está en España: descubre esta joya geológica entre montañas, un pantano y un pueblo abandonado

Un muro de piedra que corta el horizonte, un embalse de aguas turquesas y un antiguo pueblo en ruinas forman uno de los paisajes más sorprendentes y desconocidos de España, digno de una postal

Foto: Vista aérea de esta espectacular joya geológica. (Foto: iStock)
Vista aérea de esta espectacular joya geológica. (Foto: iStock)

Un muro de roca que corta el horizonte, dos crestas paralelas que parecen obra humana y, a sus pies, un pueblo detenido en el tiempo. La conocida como Gran Muralla China de España se ha convertido en una escapada soñada para amantes de la naturaleza, el senderismo y los paisajes insólitos del Prepirineo.

El secreto tiene nombre y apellido: Roques de la Vila, aunque todo el mundo la conoce como la Muralla de Finestres, en la sierra del Montsec (comarca de Ribagorza) en la provincia de Huesca, a orillas del embalse de Canelles. La imagen recuerda a una fortificación legendaria: una doble pared calcárea que avanza por la ladera, cruza el agua y vuelve a trepar por la montaña opuesta.

Quien llega hasta aquí descubre un conjunto único en España: un monumento natural que se mira de frente desde miradores y sendas, se bordea en barco o kayak y, con suerte, se recorre por su “canal” interior cuando el nivel del pantano lo permite. El acceso no es sencillo, quizá por eso conserva aún ese aire de lugar remoto.

Origen y formación

Bautizada por su parecido con la Gran Muralla del país asiático, esta “fortaleza” no la levantaron manos humanas, sino la geología. Sus muros nacen de estratos de caliza que se plegaron en el Cretácico y que la erosión fue puliendo durante millones de años hasta alzarlos casi verticales.

El resultado es una doble cresta con un pasillo entre ambos paredones que, en su punto más bajo, se sumerge en el embalse y reaparece al otro lado. La formación alcanza unos 840 metros de longitud, y en la zona donde cruza el agua se han medido paredes de más de 20 metros de altura.

Vista desde los senderos o desde el propio pueblo, la muralla dibuja una cola de dragón: aristas limpias, laderas abruptas y una continuidad que hipnotiza. Por su singularidad, es uno de los hitos geológicos más llamativos del Montsec y del Prepirineo aragonés.

El pueblo abandonado de Finestres

El pueblo de Finestres quedó deshabitado en los años 60 tras la construcción del embalse de Canelles. Hasta entonces, sus vecinos vivían de la agricultura y del aceite. Tuvo molino, lavadero, colegio, tejería e iglesias. Hoy, pasear por sus calles silenciosas es un viaje a la llamada España vaciada.

Entre las ruinas sobresale Casa Cóix, la única vivienda en buen estado, ligada a la memoria de María del Patrocinio Pena, que dejó por escrito recuerdos de la vida en el lugar. Ese poso humano añade magnetismo a un paisaje ya de por sí sobrecogedor.

La estampa medieval no es casual. La muralla natural tuvo uso defensivo y en el siglo XI se levantaron el Castillo de Finestres y la ermita románica de San Vicente, hoy en ruinas, encajada en el propio muro de roca y accesible solo cuando el pantano está bajo.

Rutas para senderistas

La ruta más popular parte de la plaza de Finestres hacia la ermita de San Marcos (unos 350 metros desde el pueblo). Es un paseo asequible y recompensado con vistas panorámicas a toda la muralla y al embalse: el mirador perfecto para fotos y picnic.

Para quienes buscan algo más, el itinerario que conduce a San Vicente atraviesa el interior de los Roques de la Vila. Es un trazado corto pero exigente: fuerte descenso hasta el nivel del agua, paso entre las paredes y ascenso final. Conviene extremar la precaución y consultar el nivel del embalse.

Otra manera de entender el paisaje es desde el agua: empresas de la zona ofrecen paseos en barco y alquiler de kayak para “cruzar” la muralla por sus aberturas naturales. Si se prefiere tierra firme, hay propuestas largas como la ruta de 15 km desde el puente de Penavera, también apta en BTT.

Cómo llegar

El acceso por pista explica en parte el buen estado de conservación del entorno. La referencia es Estopiñán del Castillo: antes de llegar al pueblo, un desvío hacia la central de Canelles conduce a una pista de tierra con baches y desniveles durante 10–12 km. Se recomienda 4×4 o SUV; si no, se puede dejar el coche en el puente de Penavera y continuar a pie o en bicicleta.

Para ver esta maravilla geológica tienes varias opciones: a pie, en barco o kayak. El espectáculo está servido

Desde Huesca, el trayecto ronda 1 h 25 min por A-22 y N-123; desde Lleida, unos 45–50 min por la N-230 hasta el desvío a Estopiñán y la central de Canelles. Quien prefiera evitar la pista puede contemplar la muralla desde el embalse en barco o kayak, una opción cómoda y espectacular cuando el pantano luce sus aguas esmeralda.

Un muro de roca que corta el horizonte, dos crestas paralelas que parecen obra humana y, a sus pies, un pueblo detenido en el tiempo. La conocida como Gran Muralla China de España se ha convertido en una escapada soñada para amantes de la naturaleza, el senderismo y los paisajes insólitos del Prepirineo.

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