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El encantador pueblo de La Rioja que tienes que visitar: con un casco histórico impresionante y vistas al río Ebro
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El encantador pueblo de La Rioja que tienes que visitar: con un casco histórico impresionante y vistas al río Ebro

Entre viñedos y a orillas del río Ebro, se esconde un pueblo riojano con un casco histórico de piedra, vistas impresionantes y tradición vinícola que enamora a quienes buscan calma, historia y buen vino

Foto: Imagen de este pueblo riojano con el Ebro de fondo. (Foto: Flirck)
Imagen de este pueblo riojano con el Ebro de fondo. (Foto: Flirck)

A orillas del río Ebro, entre viñedos y montañas, se esconde uno de los pueblos más bellos y tranquilos de La Rioja. Su encanto reside en sus calles empedradas, su tradición vitivinícola y su imponente casco histórico, que guarda siglos de historia y cultura. Rodeado por la Sierra del Toloño y los paisajes que definen a la Rioja Alta, este destino se ha convertido en una parada obligatoria para los amantes del vino, la historia y la naturaleza.

Se trata de Briñas, una pequeña joya situada a solo unos minutos de Haro, conocida como “la puerta de La Rioja” por su posición privilegiada como punto de entrada a la región. Desde el Puente de Briñas, los visitantes pueden disfrutar de un paseo inolvidable junto al Ebro, entre bodegas centenarias y casonas de piedra adornadas con escudos heráldicos. Su silueta, recortada sobre los meandros del río, ofrece una de las vistas más pintorescas de toda la comarca.

Este pueblo riojalteño, orientado hacia el curso del Ebro, combina la serenidad del entorno natural con la calidez de su gente. Cada rincón desprende historia y autenticidad: desde el sonido de las campanas de la iglesia de la Asunción hasta los pequeños respiraderos de sus bodegas subterráneas, testigos de una larga tradición vinícola que ha dado forma a su identidad.

Historia de Briñas

La historia de Briñas se remonta al siglo XI, cuando aparece mencionada en documentos del Cartulario de Leyre y de San Millán. En 1047, el rey Sancho Fortúnez donó la villa al monasterio de Leyre, y más tarde pasó a formar parte de Haro hasta su independencia definitiva en 1632. A lo largo de los siglos, su estratégica posición a orillas del Ebro le otorgó un papel relevante en el desarrollo agrícola y comercial de la zona.

El casco urbano conserva la huella de aquellos siglos de esplendor. Las casas solariegas de los siglos XVII y XVIII, construidas con piedra arenisca y rematadas por escudos nobiliarios, hablan del pasado próspero de la villa. Muchas de ellas esconden en su subsuelo bodegas tradicionales, donde aún se conserva la práctica ancestral de elaborar vino bajo tierra.

Su economía ha estado siempre ligada al campo y, en especial, al cultivo de la vid. Briñas se sitúa en el corazón de una de las denominaciones de origen más prestigiosas de España, y su relación con el vino no solo se refleja en la producción, sino también en su forma de vida, en sus fiestas y en su paisaje, donde los viñedos marcan el ritmo de las estaciones.

Qué ver en Briñas

El principal atractivo de Briñas es su casco histórico, un auténtico museo al aire libre donde cada piedra cuenta una historia. Pasear por sus calles es retroceder en el tiempo, entre casonas blasonadas y fachadas que conservan la esencia de La Rioja tradicional. En la parte alta se encuentra la Iglesia Parroquial de la Asunción, del siglo XVII, que domina el horizonte y guarda en su interior un retablo de estilo clasicista.

Muy cerca, el Mirador del Rollo ofrece unas vistas espectaculares del río Ebro y los campos de viñedos que lo rodean. Desde allí, los colores del otoño tiñen el paisaje con tonos dorados y rojizos, creando una estampa de postal. A los pies del pueblo, el pequeño embarcadero junto al río invita a disfrutar de un paseo tranquilo o practicar piragüismo, una de las actividades más populares entre los visitantes.

Entre los monumentos que completan el recorrido destacan el Crucero del siglo XVI y el Humilladero del XVII, además de los restos de la Ermita de San Marcelo. Los más curiosos podrán descubrir las “chimeneas” de las bodegas antiguas, que sobresalen del suelo como respiraderos y servían para liberar los gases de la fermentación del vino, una muestra del ingenio tradicional riojano.

Qué ver en los alrededores

Quienes decidan prolongar su estancia en Briñas encontrarán múltiples opciones para explorar los alrededores. A escasos 3 kilómetros se encuentra Haro, capital del vino de Rioja, donde se puede visitar el famoso Barrio de la Estación y sus bodegas centenarias. También merece la pena acercarse a Laguardia, en la Rioja Alavesa, un encantador pueblo amurallado con una historia que se remonta a la Edad Media.

Briñas es uno de esos lugares que mantienen intacta la magia de La Rioja. Un pueblo pequeño, pero con una identidad inmensa

Otra escapada recomendable es hacia la Sierra de Toloño, perfecta para los amantes del senderismo y la fotografía, con rutas que ofrecen vistas privilegiadas del valle del Ebro. Desde allí, el visitante puede continuar hasta localidades como Santo Domingo de la Calzada o Nájera, completando una experiencia riojana que combina historia, vino y paisajes inolvidables.

A orillas del río Ebro, entre viñedos y montañas, se esconde uno de los pueblos más bellos y tranquilos de La Rioja. Su encanto reside en sus calles empedradas, su tradición vitivinícola y su imponente casco histórico, que guarda siglos de historia y cultura. Rodeado por la Sierra del Toloño y los paisajes que definen a la Rioja Alta, este destino se ha convertido en una parada obligatoria para los amantes del vino, la historia y la naturaleza.

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