La ruta de senderismo que tienes que hacer sí o sí en Salamanca: un paseo sencillo entre curiosas obras de arte

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En el sur de la provincia de Salamanca, una de las rutas de senderismo más originales de Castilla y León invita a mirar el bosque con otros ojos. Se trata de un camino circular que varía de los 6 a los 12 kilómetros (según se quiera hacer más o menos larga), de dificultad baja, ideal para quienes buscan un paseo tranquilo entre naturaleza, arte y patrimonio rural. La senda transcurre por el Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia, conectando tres pueblos de gran belleza: San Martín del Castañar, Sequeros y Las Casas del Conde. A lo largo del recorrido, el visitante descubre esculturas, instalaciones y figuras que transforman el entorno en un auténtico museo al aire libre.

Este itinerario, conocido como Ruta de los Espejos o Asentadero-Bosque de los Espejos, está diseñado para que el caminante se sienta parte del paisaje. Entre robles, castaños y helechos, las obras de artistas locales y regionales emergen como reflejos del entorno: puertas que se abren hacia el bosque, casas que abrazan árboles, mochuelos tallados en piedra o palabras suspendidas entre las ramas. Cada pieza invita a detenerse, observar y reflexionar sobre el vínculo entre el ser humano y la naturaleza.

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Sara Castellanos

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El recorrido comienza en San Martín del Castañar, un conjunto histórico que conserva su arquitectura popular serrana y un castillo medieval convertido en centro de interpretación de la Reserva de la Biosfera. Desde allí, el sendero avanza hacia Sequeros, conocido como el 'Mirador de la Sierra', donde se encuentra el teatro León Felipe y la iglesia del Robledo, con un impresionante artesonado mudéjar. En el tramo que conecta con Las Casas del Conde, el paisaje se abre entre huertos, viñedos y olivos, y los visitantes se encuentran con una de las obras más simbólicas del recorrido: un árbol metálico que cuelga letras doradas, como si el bosque hablara.

Las Casas del Conde, el pueblo más pequeño del itinerario, destaca por su microclima y por ser el primero de la Sierra de Francia donde florecen los cerezos. Entre sus calles aparecen más intervenciones artísticas, como mariposas magenta hechas de tornillos o caras talladas en madera. Además, el vecino Amador Hernández ha convertido su casa en un singular museo, con esculturas talladas en olivos que sorprenden a todo aquel que se aproxima. La Ruta de los Espejos no solo es un paseo por la naturaleza, sino también una invitación a descubrir cómo el arte puede transformar el paisaje y hacerlo eterno en la mirada de quien lo recorre.