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No es la Alhambra, pero tiene las mejores vistas de Granada: el palacio donde se disputó el final del último reino nazarí
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UN REINO EN DISPUTA

No es la Alhambra, pero tiene las mejores vistas de Granada: el palacio donde se disputó el final del último reino nazarí

Granada guarda un secreto fuera de las murallas rojas: un palacio nazarí del Albaicín donde se tramó el destino del último reino andalusí. Intrigas, rivalidades y vistas te esperan entre yeserías y albercas

Foto: Interior de este palacio nazarí en el Albaicín granadino. (Foto: EFE)
Interior de este palacio nazarí en el Albaicín granadino. (Foto: EFE)

La Alhambra ha concentrado durante años el interés y las visitas de miles de turistas. Sin embargo, más allá de sus paredes, el mundo nazarí se extendía por la colina vecina del Albaicín, cuna de los reyes ziríes y primer corazón de la Granada musulmana. Allí, entre cármenes y murallas antiguas, pervive una joya arquitectónica donde la arquitectura palatina respira intimidad: patio, alberca, pórticos, yeserías con lemas de deseo y buenaventura ('Bendición', 'Felicidad', 'La salud es perpetua' o 'La dicha continua'), y un mirador que asoma hacia el cerro de San Cristóbal.

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Ese tesoro se llama Palacio de Dar al-Horra, también conocida como la 'Casa de la honesta'. Fue residencia oficial de Aixa, esposa legítima de Muley Hacén (que da nombre al pico más alto de la península ibérica) y madre de Boabdil. Desde esta atalaya del Albaicín, con huerto regado por la acequia de Aynadamar y a un paso del Aljibe del Rey, se siguieron de cerca los movimientos de la corte en los días turbulentos del siglo XV.

Aixa y Zoraida: dos mujeres frente al trono

El final del reino nazarí estuvo marcado no solo por las luchas entre emires y por el avance de los Reyes Católicos, sino también por la rivalidad de dos mujeres que encarnaron el destino de Granada. Por un lado estaba Aixa que fue la esposa legítima de Muley Hacén y madre de Boabdil y una figura de gran fortaleza política. Nacida en la dinastía nazarí, pasó de ser sultana en la Alhambra a residir en el Palacio de Dar al-Horra cuando fue repudiada por su marido. Desde allí vigilaba las torres palaciegas, interpretando cada reunión como un signo de conspiraciones en la corte. Su objetivo era claro: asegurar el trono para su primogénito Boabdil, incluso aunque para ello tuviera que desafiar a su propio esposo.

Frente a ella se encontraba Zoraida, cuyo nombre cristiano era Isabel de Solís. Hija del alcaide de Bedmar, fue capturada en una incursión y llevada a la corte granadina, donde Muley Hacén se prendó de ella. Convertida al islam bajo el nombre de Soraya o Zoraida (“lucero del alba”), se convirtió en la nueva favorita del sultán. Su presencia en la corte no fue solo un escándalo amoroso: dio a luz a varios hijos, lo que planteaba un problema sucesorio directo con Boabdil y alimentaba las tensiones en un reino dividido.

La enemistad entre ambas fue legendaria y trascendió lo personal. Aixa, apoyada por familias influyentes como los Abencerrajes, conspiró contra Muley Hacén y llegó a liberar a Boabdil cuando este fue encarcelado en la Alhambra por su propio padre. Zoraida, por su parte, defendía los derechos de sus hijos y se afianzaba como consorte en los círculos cortesanos. La pugna entre ambas mujeres se convirtió así en un reflejo de la Granada del siglo XV: una ciudad desgarrada entre bandos, con un reino que se resquebrajaba mientras se disputaba no solo el poder, sino también el futuro de una dinastía a punto de extinguirse.

Del palacio nazarí al convento

El edificio que vemos hoy es un ejemplo exquisito de arquitectura doméstica nazarí: patio central con alberca, pórticos en los lados menores, salas principales de techos altos y un mirador que domina el Albaicín. Formó parte de una finca con huertos y jardines abastecidos por la acequia de Aynadamar, el gran sistema hidráulico que también alimentaba el cercano Aljibe del Rey.

Tras la Toma de Granada, los Reyes Católicos cedieron Dar al-Horra a Hernando de Zafra. En 1493 se firmaron aquí acuerdos con la nobleza mudéjar para que acompañara al depuesto emir a Marruecos. Poco después, la reina Isabel impulsó la fundación del convento de Santa Isabel la Real, y la antigua casa-palacio quedó integrada en el cenobio de clarisas. Los siglos trajeron reformas profundas: se levantaron nuevas crujías, se alteraron pórticos y salones y se adaptaron espacios a la vida conventual.

Ya en el siglo XX, el Estado adquirió la casa y, en 1931, Leopoldo Torres Balbás inició las grandes restauraciones para devolverle su fisonomía nazarí; tras la Guerra Civil, Francisco Prieto-Moreno retomó trabajos y, desde 1984, la Junta de Andalucía mantuvo intervenciones de conservación. Hoy, el palacio conserva la intimidad andalusí de sus estancias, el juego de luces en celosías y yeserías, y la memoria de un tiempo en que el destino de Granada se decidió lejos de los salones de la Alhambra.

Visitas, precios, horarios y cómo llegar

Llegar al Palacio de Dar al-Horra es adentrarse en lo más alto del Albaicín, en pleno Callejón Ladrón del Agua, a pocos pasos de la calle Santa Isabel la Real. El recorrido hasta el palacio es ya un regalo: tras atravesar un parque que conecta con el histórico Callejón de las Monjas, el visitante se encuentra de frente con esta joya nazarí que guarda siglos de historia.

La entrada resulta asequible, con un precio en torno a 3,5 euros, y se puede incluir dentro de la ruta cultural de la Dobla de Oro, que enlaza varios espacios andalusíes de Granada. Además, los domingos la visita es gratuita, lo que convierte al lugar en una parada ideal tanto para turistas como para los propios granadinos.

Visitar este palacio es adentrarse en el pasado nazarí y las intrigas que se tramaron para que Boabdil heredara el trono

Los horarios se adaptan al calendario: del 15 de septiembre al 31 de marzo (horario de otoño a invierno) abre de 10:00 a 17:00 horas; mientras que del 1 de abril al 14 de septiembre (horario de primavera y verano) amplía su jornada con un horario partido, de 09:30 a 14:30 horas y de 17:00 a 21:00 horas. Como siempre, se recomienda consultar la web oficial antes de organizar la visita para confirmar disponibilidad y posibles cambios de última hora.

La Alhambra ha concentrado durante años el interés y las visitas de miles de turistas. Sin embargo, más allá de sus paredes, el mundo nazarí se extendía por la colina vecina del Albaicín, cuna de los reyes ziríes y primer corazón de la Granada musulmana. Allí, entre cármenes y murallas antiguas, pervive una joya arquitectónica donde la arquitectura palatina respira intimidad: patio, alberca, pórticos, yeserías con lemas de deseo y buenaventura ('Bendición', 'Felicidad', 'La salud es perpetua' o 'La dicha continua'), y un mirador que asoma hacia el cerro de San Cristóbal.

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