El pueblo de Asturias que fue corte del rey Pelayo y es perfecto para perderse en otoño: alberga el primer parque natural de España
Considerada la primera capital de España y puerta de los Picos de Europa, ofrece en otoño paisajes únicos y acceso al germen del primer parque nacional del país
Puente medieval del pueblo asturiano que es la puerta de entrada a los Picos de Europa. (Extraída de Facebook)
Cangas de Onís se viste de bruma y hojarasca cuando llega el otoño, y todo parece encajar: su puente de piedra, el rumor del río y un pasado que late bajo cada arco. El viajero halla aquí historia, paisaje y un acceso privilegiado a la alta montaña. Considerada la primera capital de España, aquí arrancó en el siglo VIII la Reconquista: tras la victoria de Covadonga (722), Pelayo fijó en Cangas su corte, capital del naciente Reino de Asturias y de los territorios que fue incorporando.
La capitalidad a la que alude su leyenda corresponde a la primera corte del reino de Asturias, origen de una memoria que la sitúa como puerta de los Picos de Europa. Desde este concejo nació en 1918 la protección de la Montaña de Covadonga, germen del actual Parque Nacional de los Picos de Europa, el más antiguo del país. La postal la firma el llamado Puente Romano —en realidad medieval— con la Cruz de la Victoria suspendida sobre el Sella. La cruz incorpora las letras griegas alfa y omega, símbolo del principio y el fin, convertida hoy en emblema del Principado de Asturias.
La huella milenaria se palpa en la iglesia de la Santa Cruz, erigida en el año 737 sobre un dolmen prehistórico, y se prolonga por la carretera serpenteante que conduce a Covadonga. Allí, la Basílica neorrománica y la Santa Cueva —donde aguarda la Santina— condensan el símbolo de una gesta que la tradición fija en el año 722. Más arriba, los Lagos Enol y Ercina abren la puerta a majadas, antiguas minas de Buferrera y panorámicas de roca y hayedo.
El territorio se explica también en su mesa y en sus ríos. El Sella, el Güeña o el Dobra marcan rutas y deportes —del descenso en canoa a la pesca—, mientras el mercado dominical y las tiendas locales exhiben quesos de Picos de Europa, fabada, pote y productos de la huerta. La visita se completa con la silueta icónica del puente y el latido comercial de una capital que mira a la montaña.
En coche, el acceso es directo por carretera desde Oviedo y Gijón, enlazando con los valles interiores hasta el casco urbano de Cangas de Onís. El trayecto discurre entre montes y ríos, con curvas suaves que anticipan el paisaje de los Picos. Desde Oviedo, debes tomar la A-64 en dirección a Villaviciosa y enlazar con la N-634. Desde allí se continúa por la AS-114 hasta Cangas de Onís. Si viajas desde Gijón, conviene tomar la A-8 hacia el oriente asturiano y a la altura deArriondas incorporarse a la N-634 para, acto seguido, seguir por la AS-114.
En transporte público, existen autobuses directos de ALSA desde Oviedo a Gijón a la Estación de Autobuses de Cangas de Onís, con varias frecuencias diarias (consultar horarios). Es una opción cómoda para quienes planean rutas a pie o prefieren moverse por el entorno de forma sostenible.
Alfonso XIII daba a Cangas de Onís, el título de ciudad, como la "más grande capital, más pequeña ciudad", el 08/09/1907. Aquí nació el Reino de Asturias, antecesor del Reino de Castilla. La 1º corte la estableció aquí Pelayo en 722, tras derrotar a los musulmanes en Covadonga. pic.twitter.com/3a9ZYe2tKP
Otoño realza el perfil más sereno de Cangas de Onís: la luz oblicua sobre el puente, los bosques de hayas teñidos y el aire húmedo que llega de las cumbres. Entre patrimonio, leyenda y el primer parque nacional de España, el viajero encuentra un destino compacto, perfecto para una estancia breve con sabor de siempre. Las sidrerías del casco urbano y el rumor del Sella al anochecer completan una postal otoñal que invita a volver.
Cangas de Onís se viste de bruma y hojarasca cuando llega el otoño, y todo parece encajar: su puente de piedra, el rumor del río y un pasado que late bajo cada arco. El viajero halla aquí historia, paisaje y un acceso privilegiado a la alta montaña. Considerada la primera capital de España, aquí arrancó en el siglo VIII la Reconquista: tras la victoria de Covadonga (722), Pelayo fijó en Cangas su corte, capital del naciente Reino de Asturias y de los territorios que fue incorporando.