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El pueblo medieval amurallado que es una visita obligada en Cádiz: un gran desconocido para muchos, declarado Bien de Interés Cultural
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El pueblo medieval amurallado que es una visita obligada en Cádiz: un gran desconocido para muchos, declarado Bien de Interés Cultural

Entre montañas, bosques de alcornoques y un horizonte que alcanza el Estrecho de Gibraltar se esconde uno de los secretos mejor guardados de la provincia de Cádiz. Un lugar donde el tiempo parece haberse detenido

Foto: El pueblo medieval amurallado que es una visita obligada en Cádiz. (Turismo de Cádiz)
El pueblo medieval amurallado que es una visita obligada en Cádiz. (Turismo de Cádiz)

En la provincia de Cádiz existe un enclave poco transitado por el turismo de masas que guarda el encanto de los antiguos pueblos fortificados del sur de España. Su silueta, coronada por una imponente fortaleza y rodeada por un mar de alcornoques, lo convierte en uno de los destinos más singulares del interior andaluz. Entre callejones encalados y murallas centenarias, este rincón es una joya histórica que parece detenida en el tiempo, ideal para quienes buscan autenticidad, naturaleza y patrimonio en un mismo lugar.

Hablamos de Castellar de la Frontera, un pueblo gaditano declarado Bien de Interés Cultural desde 1963 en la categoría de Conjunto Histórico. Situado a las puertas del Parque Natural de Los Alcornocales, el municipio se divide en dos núcleos: el Castellar Viejo, de origen medieval y ubicado dentro de la fortaleza nazarí, y el Castellar Nuevo, construido en 1971 para ofrecer mejores condiciones a sus habitantes. En lo alto del cerro, las murallas envuelven un laberinto de casas blancas que conservan su estructura original, un ejemplo vivo de arquitectura defensiva andalusí con vistas privilegiadas al Estrecho de Gibraltar y a la bahía de Algeciras.

Una villa fortificada con siglos de historia

El origen del núcleo amurallado se remonta a la Edad Media, aunque la zona estuvo habitada desde la Edad del Bronce. Bajo dominio musulmán, la localidad fue conocida como Al-Qasr y adquirió relevancia estratégica como enclave fronterizo entre los reinos de Granada y Castilla. El castillo-fortaleza —levantado entre los siglos XII y XV— es uno de los pocos ejemplos de poblado habitado dentro de una fortificación. En su interior se encuentran joyas como la Iglesia del Divino Salvador, un pasadizo medieval conocido como la 'algorfa' y el Palacio del Marqués del Moscoso, que conserva elementos originales y miradores naturales hacia la sierra.

Más abajo, en el valle, se extiende La Almoraima, una pedanía rodeada por un extenso bosque mediterráneo que acoge el antiguo convento mercedario de San Miguel, hoy rehabilitado como alojamiento rural. Su entorno, repleto de senderos, bosques y fauna autóctona, forma parte de uno de los paisajes mejor conservados de Andalucía. Además, la gastronomía chisparrera mantiene la esencia del campo gaditano, con platos de caza, espárragos trigueros y vino local. Castellar de la Frontera representa así la cara más auténtica y menos conocida de Cádiz: un pueblo medieval amurallado que combina historia, naturaleza y tranquilidad en un escenario difícil de olvidar.

En la provincia de Cádiz existe un enclave poco transitado por el turismo de masas que guarda el encanto de los antiguos pueblos fortificados del sur de España. Su silueta, coronada por una imponente fortaleza y rodeada por un mar de alcornoques, lo convierte en uno de los destinos más singulares del interior andaluz. Entre callejones encalados y murallas centenarias, este rincón es una joya histórica que parece detenida en el tiempo, ideal para quienes buscan autenticidad, naturaleza y patrimonio en un mismo lugar.

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