La cueva con pinturas rupestres que no te puedes perder en España: los trazos de los últimos cazadores-recolectores, con entre 10000 y 6000 años

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Entre los paisajes más singulares del sureste español se esconde un abrigo natural donde el tiempo parece haberse detenido. En su interior, figuras humanas, animales y símbolos de hace miles de años revelan la visión del mundo de quienes habitaron la península en una época en la que la caza y la recolección eran el modo de vida. Sus trazos, de un intenso color rojizo, representan uno de los testimonios más valiosos del arte prehistórico levantino y han convertido este enclave en una joya arqueológica de enorme valor patrimonial.

Un santuario prehistórico en el corazón de Albacete

La Cueva de la Vieja, situada en el término municipal de Alpera, en la provincia de Albacete, se alza en las estribaciones del Cerro del Bosque, a unos seis kilómetros del núcleo urbano. Fue descubierta en 1910 por el maestro Pascual Serrano Gómez, convirtiéndose en el primer hallazgo de pinturas rupestres en la provincia. En su interior se conservan más de 170 motivos pintados que abarcan figuras humanas, animales y símbolos de profundo significado ritual. Estas pinturas, realizadas por los últimos cazadores-recolectores hace entre 10000 y 6000 años, forman parte del Arte Levantino, una manifestación pictórica única en Europa declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1998.

Entre las representaciones más destacadas aparecen 33 arqueros —protagonistas de escenas cinegéticas—, junto con ciervos, cabras, toros y carnívoros ejecutados con gran detalle. También se aprecian un par de figuras femeninas, vestidas y con adornos, que podrían tener un carácter simbólico o ceremonial. Todas las pinturas se realizaron con pigmentos minerales de tonalidad roja, aplicados con herramientas que permitían lograr un trazo fino y preciso, característico del denominado 'trazo de pluma levantino'.

Del arte levantino al arte esquemático

Además de las figuras figurativas, la cueva conserva 37 motivos abstractos correspondientes al Arte Esquemático, surgido posteriormente durante el Neolítico (entre 6500 y 3200 a. C.). Se trata de líneas, zigzags y manchas de color que expresan las creencias de las primeras comunidades agrícolas y ganaderas. Estos trazos, también en pigmento rojo, fueron realizados con yemas de los dedos o ramas vegetales, reflejando la evolución técnica y simbólica del pensamiento humano.

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Reconocida como Monumento Histórico-Artístico desde 1924 y Bien de Interés Cultural desde 1985, la Cueva de la Vieja es considerada un auténtico santuario prehistórico. Los visitantes pueden recorrer este espacio con visitas guiadas —previa cita— y contemplar de cerca una de las expresiones más antiguas de la espiritualidad humana. Un enclave donde arte, historia y naturaleza se funden en un mismo escenario, testimonio de los orígenes del pensamiento simbólico en la península ibérica.