Ni en Tailandia ni en Nepal: el templo tibetano escondido en el Pirineo aragonés en el que encontrarás la paz en plena naturaleza
En el corazón del Pirineo se esconde un enclave que parece transportado desde Asia. Entre banderas de oración y estupas, ofrece espiritualidad, color y silencio a quienes buscan una experiencia diferente
Imagen del interior de este curioso centro budista "español". (Foto: Centro Budista Dag Shang Kagyu)
No está en Tailandia, ni en Nepal, ni siquiera en el Tíbet. Lo que parece un rincón sacado de Asia, rodeado de banderas de oración, estupas y colores intensos, se encuentra en pleno Pirineo aragonés. Entre montañas y naturaleza, este enclave sorprende a quienes lo descubren por primera vez: un templo budista que transporta al visitante a miles de kilómetros de distancia sin salir de España.
Ese lugar es el templo Dag Shang Kagyu de Panillo, en la comarca de La Ribagorza en Huesca. Este monasterio budista tibetano, fundado en 1984, se ha convertido en un centro de referencia en nuestro país para la práctica espiritual y la meditación. Un espacio único en el que conviven monjes, practicantes y visitantes que llegan con la intención de aprender, desconectar o simplemente dejarse impresionar por la belleza del entorno.
El monasterio fue impulsado por discípulos de Kalu Rinpoché, un maestro tibetano que expandió sus enseñanzas por Europa tras la ocupación china del Tíbet. Lo que en sus inicios era una finca sin agua ni luz, hoy es un conjunto repleto de simbolismo, abierto a quienes buscan paz interior o sencillamente desean conocer de cerca un pedazo de cultura budista sin salir de Huesca.
Qué ver en el templo Dag Shang Kagyu
El recorrido comienza atravesando una gran puerta decorada con vivos colores que conduce a la zona visitable. Allí se encuentra el templo principal, un edificio que deslumbra por su interior repleto de mandalas, tapices y figuras devocionales. En él se celebran ceremonias diarias y actividades de meditación o yoga, siempre acompañadas por el sonido de los mantras y los instrumentos tradicionales tibetanos.
Uno de los elementos más llamativos es la gran estupa de las Múltiples Puertas Auspiciosas, situada en lo alto del recinto. En su parte superior destacan los ojos de Buda que miran a los cuatro puntos cardinales, mientras que en la base se encuentran 108 molinillos de plegarias que los visitantes hacen girar en sentido horario para alejar el mal karma. A su alrededor, las banderas de oración ondean al viento en una secuencia de colores que representan cielo, agua, fuego, aire y tierra.
El paseo incluye también pequeños rincones cargados de simbolismo, como los muros con mantras tallados en sánscrito, tibetano y adaptados al alfabeto latino para que cualquiera pueda recitarlos. Además, esculturas como la de Tara Verde o la figura de Milarepa, el gran yogui tibetano, completan una visita que deja huella incluso en quienes no comparten estas creencias.
Qué visitar cerca
La visita al templo puede completarse con un alto en Graus, la capital de la Ribagorza, situada a unos 20 minutos de Panillo. Este encantador pueblo medieval invita a pasear por su plaza porticada, descubrir la Basílica de la Peña yprobar su famosa longaniza, reconocida en toda España.
A apenas unos kilómetros más, el Embalse de Barasona ofrece un entorno perfecto para relajarse o disfrutar de actividades acuáticas como kayak, paddle surf o un simple baño en sus aguas tranquilas. Una parada ideal para cerrar una escapada que combina espiritualidad, patrimonio y naturaleza en pleno corazón de Huesca.
No está en Tailandia, ni en Nepal, ni siquiera en el Tíbet. Lo que parece un rincón sacado de Asia, rodeado de banderas de oración, estupas y colores intensos, se encuentra en pleno Pirineo aragonés. Entre montañas y naturaleza, este enclave sorprende a quienes lo descubren por primera vez: un templo budista que transporta al visitante a miles de kilómetros de distancia sin salir de España.