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La escondida cala asturiana que parece una piscina natural: un paraíso entre verdes prados que solo aparece con la marea alta
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UN CAPRICHO NATURAL

La escondida cala asturiana que parece una piscina natural: un paraíso entre verdes prados que solo aparece con la marea alta

La playa más pequeña del mundo está en Asturias, pero no se ve desde el mar. Escondida entre prados y acantilados invisibles, aparece solo unas horas al día

Foto: Imagen de la preciosa cala asturiana catalogada como Monumento Natural (iStock)
Imagen de la preciosa cala asturiana catalogada como Monumento Natural (iStock)

Entre acantilados invisibles y prados intensamente verdes, Asturias guarda un rincón natural que parece sacado de un cuento. Un lugar que no siempre está ahí, que aparece y desaparece con las mareas, y que cada verano conquista a miles de viajeros que buscan algo distinto

La playa de Gulpiyuri, considerada una de las más pequeñas del mundo, ubicada entre Ribadesella y Llanes, es uno de los secretos mejor guardados del litoral asturiano: un rincón natural que solo muestra sus aguas saladas con la marea alta, escondido entre verdes prados y sin acceso visual al mar. Visitarla es, en cierto modo, asistir a un capricho geológico que desafía lo que entendemos por "ir a la playa".

El agua solo la alcanza durante la pleamar

El nombre Gulpiyuri proviene del asturiano y significa "círculo de agua", una denominación que encaja a la perfección con la forma semicerrada de este arenal. Durante la pleamar, sus aguas adquieren tonalidades verdes y turquesas, enmarcadas por un entorno de pastos y rocas que parecen más propios de un paisaje de montaña que de una playa. Es un escenario ideal para quienes buscan desconectar y dejarse sorprender por la fuerza discreta de la naturaleza.

Una piscina natural sin mar a la vista

A primera vista, Gulpiyuri podría confundirse con un pequeño lago o una fuente entre colinas. Pero bajo su apariencia tranquila, esta cala asturiana esconde un fenómeno geológico único que le ha otorgado el título de Monumento Natural. Situada a unos cien metros del mar Cantábrico, su playa de apenas 40 metros de longitud no tiene contacto visible con el océano, aunque lo recibe silenciosamente por debajo de las rocas.

El agua solo la alcanza durante la pleamar, cuando el Cantábrico se cuela a través de una cavidad subterránea formada por la erosión de las rocas kársticas. El resultado es una especie de dolina inundada: una depresión arenosa de arena blanca que se transforma durante unas horas en una playa interior de agua salada, protegida del viento y sin olas.

Un rincón cada vez más frecuentado

Aunque alejada del turismo masivo, su creciente popularidad ha hecho que Gulpiyuri reciba cada vez más visitantes durante los meses de verano. El acceso se realiza a pie desde el pueblo de Naves o desde la playa de San Antolín, por caminos agrícolas que conservan intacto el entorno. La zona dispone de un aparcamiento habilitado a unos 200 metros del arenal, cuya vigilancia ha sido reforzada para evitar el estacionamiento indebido.

La ausencia de servicios, chiringuitos o duchas forma parte del encanto agreste de este enclave natural, donde solo se escucha el sonido del mar golpeando contra las rocas al otro lado del acantilado. Como recoge National Geographic, el periodista de viajes José Luis Adamuz la describió como "una piscina salvaje más que una playa", una imagen que resume a la perfección la experiencia de sumergirse en sus aguas efímeras.

Foto: Esta playa asturiana comparte belleza con su gemela, la playa de Ballota, muy cerca de Llanes (Shutterstock)

Recomendaciones para disfrutar sin sorpresas

Visitar esta cala asturiana escondida requiere planificación: no basta con llegar, también hay que consultar los horarios de las mareas para asegurarse de que el agua estará presente. Fuera de esos momentos, lo que queda es un arenal seco en una hondonada rodeada de verde. Por ello, se recomienda acudir a primera hora del día y evitar las horas punta, tanto para disfrutar del paraje como para preservar su frágil equilibrio natural.

Declarada Monumento Natural por el Principado de Asturias, Gulpiyuri es una joya que combina lo mejor del litoral con la serenidad de la montaña. Una playa sin mar a la vista, pero con toda la magia del norte. A pesar de su reducido tamaño y de que solo "existe" unas horas al día, su belleza natural y su carácter efímero la han convertido en una parada imprescindible para quienes recorren la costa asturiana en busca de lugares singulares.

Entre acantilados invisibles y prados intensamente verdes, Asturias guarda un rincón natural que parece sacado de un cuento. Un lugar que no siempre está ahí, que aparece y desaparece con las mareas, y que cada verano conquista a miles de viajeros que buscan algo distinto

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