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El destino de montaña más bonito de España que enamora en verano: es el pueblo más alto de Cataluña
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A 1.539 METROS DE ALTITUD

El destino de montaña más bonito de España que enamora en verano: es el pueblo más alto de Cataluña

Enclavado en pleno Pirineo, este enclave de la Baja Cerdanya, con sus tejados de pizarra y su campanario románico, se convierte cada verano en un destino irresistible para quienes buscan naturaleza, senderismo y silencio entre montañas

Foto: Sus casas de piedra, tejados de pizarra y entorno natural hacen de este rincón un destino ideal para el verano (Cerdanya Mountain Residences)
Sus casas de piedra, tejados de pizarra y entorno natural hacen de este rincón un destino ideal para el verano (Cerdanya Mountain Residences)

No hace falta cruzar océanos para sentirse lejos del mundo. A veces, basta con seguir una carretera de curvas infinitas. Hay un rincón de Cataluña que, cuando llega el verano, se transforma en un edén de altura, donde el reloj se ralentiza e invita a desconectar. Aquí se alza otro mundo: un universo de silencio, tejados de pizarra, aire limpio y naturaleza en estado puro.

Este pueblo se alza a más de 1.500 metros sobre el nivel del mar y presume de una belleza pirenaica intacta, con lagos glaciares, arquitectura románica y paisajes de alta montaña que lo convierten en uno de los destinos rurales más espectaculares del verano. Documentado desde el siglo X y sin carretera asfaltada hasta bien entrado el siglo XX, Meranges ha sabido mantener su esencia intacta frente al paso del tiempo. Su trazado irregular se adapta a la montaña, y sus edificaciones respetan la tradición pirenaica, con muros de piedra y tejados de pizarra que se funden con el entorno.

Un rincón escondido entre montañas

Hay pueblos que parecen sacados de una postal, y otros que simplemente desafían la lógica por su ubicación, altitud y carácter. En el corazón de la Baja Cerdanya, rodeado por la imponente silueta de los Pirineos catalanes, se encuentra Meranges, un pequeño núcleo de menos de 100 habitantes que ostenta un título singular: es el pueblo más alto de Cataluña y uno de los más elevados de toda España.

Encajado a 1.539 metros de altitud, este municipio de la provincia de Girona forma parte de una geografía extrema que ha moldeado tanto su arquitectura como el modo de vida de sus vecinos. Sus casas de piedra y tejados de pizarra se mimetizan con el entorno, mientras la iglesia románica de Sant Sadurní, del siglo XI, alza su campanario en lo más alto del entramado urbano, visible desde cualquier ángulo del pueblo.

placeholder Panorámica primaveral de Meranges, rodeado de prados verdes y montañas (Club Rural)
Panorámica primaveral de Meranges, rodeado de prados verdes y montañas (Club Rural)

Lagos, leyendas y excursiones entre naturaleza salvaje

La gran joya de Meranges es su entorno natural. El municipio se sitúa dentro de la reserva de la Tossa Plana de Lles–Puigpedrós, un espacio protegido que ofrece rutas de senderismo inolvidables. Desde su casco histórico parte un camino hacia el refugio de Malniu, a 2.130 metros, y más allá, hasta el estanque de Malniu, un lago glaciar rodeado de leyendas sobre brujas y criaturas mágicas.

Para los más aventureros, existe la posibilidad de ascender hasta el Puigpedrós, la cumbre más alta de la comarca, con 2.915 metros. Las alternativas más tranquilas incluyen paseos por el bosque de la Carbassa o por el camino que conduce a la aldea de Girul, donde las chimeneas de piedra conservan su forma ancestral.

Identidad rural, hospitalidad y defensa del territorio

Meranges es más que un paisaje: es también un ejemplo de cómo la identidad rural puede preservarse con orgullo. A la entrada del pueblo, un cartel humorístico advierte a los urbanitas de que entran en un lugar "con campanas, ganado con cencerros y payeses que trabajan". El mensaje, impulsado por la Federació de la Vaca Bruna, resume el espíritu del pueblo: hospitalario con quien respeta, contundente con quien lo invade sin comprensión.

La calma que se respira en sus calles contrasta con la intensidad de los fines de semana y los veranos, cuando el turismo multiplica la población. Aun así, quienes lo visitan con respeto encuentran aquí uno de los destinos de montaña más bonitos de España, perfecto para desconectar, caminar y reencontrarse con lo esencial.

No hace falta cruzar océanos para sentirse lejos del mundo. A veces, basta con seguir una carretera de curvas infinitas. Hay un rincón de Cataluña que, cuando llega el verano, se transforma en un edén de altura, donde el reloj se ralentiza e invita a desconectar. Aquí se alza otro mundo: un universo de silencio, tejados de pizarra, aire limpio y naturaleza en estado puro.

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