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El pueblo español fantasma que fue construido por Iberduero: un paraíso de verde y agua que va a convertirse en un complejo turístico
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El pueblo español fantasma que fue construido por Iberduero: un paraíso de verde y agua que va a convertirse en un complejo turístico

El plan de Beckwith consiste en convertir las casas unifamiliares en alojamientos de larga estancia y los edificios comunes en hoteles, restaurantes y tiendas

Foto: Vista de Salto de Castro (EFE)
Vista de Salto de Castro (EFE)

Un trozo de la España vaciada de la que tanto se habla está a punto de llenarse. Salto de Castro, un pueblo abandonado desde hace más de tres décadas en el Parque Natural de los Arribes del Duero, ha sido adquirido por un empresario estadounidense con un objetivo: transformarlo en un destino turístico rural y, en teoría, respetuoso con el entorno.

Construido en los años 40 por la entonces Iberduero —hoy Iberdrola—, este enclave fue pensado como hogar para trabajadores de una presa hidroeléctrica cercana. Desde 1989, sin embargo, el pueblo quedó deshabitado, víctima de la automatización. Las casas, la iglesia, la escuela y hasta el cuartel de la Guardia Civil permanecieron en pie, pero el vacío se paseaba por todos esos edificios. Solo había silencio y agua. Todo eso está a punto de cambiar.

El protagonista de esta nueva etapa se llama Jason Lee Beckwith, un californiano que jamás había pisado Europa antes de descubrir, navegando por internet, que podía comprar un pueblo entero por 310.000 euros. Según él mismo declaró a Infobae, al ver las ruinas de Salto de Castro supo que había encontrado su destino.

El plan de Beckwith consiste en convertir las casas unifamiliares en alojamientos de larga estancia y los edificios comunes —como la hospedería, el bar o la antigua consulta médica— en un hotel, restaurante y tienda. Incluso ha imaginado la iglesia como espacio para bodas y conciertos. Beckwith pretende no perder de vista la estética original y la protección ambiental del paraje, que forma parte de la Reserva de la Biosfera Meseta Ibérica y de la Red Natura 2000.

La idea del estadounidense pasa por crear una aldea viva y acogedora, donde los visitantes puedan nadar en la piscina, hacer picnic junto al Duero y dormir rodeados de silencio y naturaleza. El proyecto contempla una inversión de hasta siete millones de dólares, con la intención de abrir la primera fase en 2026. Ya ha comenzado los contactos con arquitectos y estudia fórmulas de financiación, incluyendo ayudas europeas.

El alcalde de Fonfría, municipio al que pertenece el pueblo, se muestra esperanzado. Reconoce que ya hubo intentos anteriores que fracasaron, pero cree que esta vez podría ser diferente. Sobre todo porque el nuevo propietario ha prometido contar con proveedores y trabajadores locales, generando alrededor de 35 empleos directos y dinamizando la economía de la zona.

Foto: Vista de Salto de Castro (Zamora). (EFE/Mariam A. Montesinos)

No todo el mundo comparte la misma ilusión. Desde Ecologistas en Acción Castilla y León alertan del riesgo que implica un proyecto turístico en un entorno tan frágil. Plantean que la mejor solución sería una gestión pública del espacio, sin posibilidad de alojamiento, como un recurso cultural más del entorno de Fonfría.

Mientras tanto, Beckwith ya se ha tatuado en el brazo el nombre de su nueva aventura vital: Salto de Castro; símbolo de su compromiso con este rincón de Zamora donde sueña con ver de nuevo niños corriendo por las calles. Tal vez no esté tan lejos ese momento.

Un trozo de la España vaciada de la que tanto se habla está a punto de llenarse. Salto de Castro, un pueblo abandonado desde hace más de tres décadas en el Parque Natural de los Arribes del Duero, ha sido adquirido por un empresario estadounidense con un objetivo: transformarlo en un destino turístico rural y, en teoría, respetuoso con el entorno.

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