El precioso pueblo de España con 50 habitantes que hay que visitar sí o sí: con un castillo y pallozas prerromanas
La localidad se ha convertido en todo un emblema de la zona, donde disfrutar de un entorno único con mucha historia y riqueza patrimonial
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A las puertas de Galicia, en un valle escondido entre las montañas del Bierzo, existe un rincón que parece sacado de otra época. Solo cuenta con medio centenar de habitantes, pero cada verano se llena de vida con visitantes que buscan naturaleza y una buena dosis de tranquilidad. En este lugar no hay tráfico, ni prisas, ni ruido. Lo que sí hay es aire puro, paisajes infinitos y una forma de vida que anima a desconectar del mundo.
Este lugar se llama Balboa, y es uno de esos pueblos que hay que visitar al menos una vez en la vida. Entre castaños centenarios, robles, zarzas y encinas, el entorno es ideal para hacer senderismo, descansar o simplemente sentarse a observar. Uno de los grandes tesoros de este pueblo son sus pallozas, construcciones ancestrales que datan de tiempos prerromanos. Estas viviendas de piedra y techo vegetal son únicas en la Península Ibérica y han resistido el paso de los siglos gracias al cuidado de sus vecinos.
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Con el paso del tiempo, algunas se han rehabilitado y hoy se usan como alojamientos rurales o como espacios para cenas-concierto, donde la música y la gastronomía se mezclan con historia bajo la luz de las velas. Además, dormir en una palloza no es solo alojarse en un sitio distinto, es experimentar una forma de vida antigua, sencilla y acogedora. En su interior, la madera, la piedra y el fuego crean una atmósfera de que contrasta con el bullicio de las ciudades.
En lo alto del valle, el antiguo castillo de Balboa —aunque en ruinas— vigila el pueblo como lo hizo siglos atrás. Su posición estratégica permite unas vistas espectaculares de la zona, perfectas para los aficionados a la fotografía y los amantes de las leyendas medievales.
La mezcla entre naturaleza y patrimonio es lo que hace tan especial a este lugar. La modernidad se ha integrado con respeto: alojamientos rurales, cafeterías, pequeños comercios y actividades culturales conviven con la tradición sin romperla.
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Durante el verano, el calendario cultural de este pequeño pueblo se llena de propuestas que atraen a visitantes de toda España. Desde el festival ReggaeBoa en julio hasta el VIbraBalboa en agosto, pasando por el mítico Balboa Jazz, hay conciertos para todos los gustos.
También se celebran encuentros tradicionales como la Noche Mágica de San Juan o el Magosto Celta en otoño, que aúnan música, fuego y folklore. La vida cultural se concentra en torno a las pallozas, que se convierten en escenarios mágicos. No hay grandes escenarios ni aglomeraciones, pero sí autenticidad y cercanía.
A pesar de su tamaño, Balboa cuenta con una oferta turística cuidada y pensada para quienes valoran la tranquilidad. Desde albergues hasta hoteles rurales, hay opciones para todos los públicos, siempre con una filosofía común: respetar el entorno y ofrecer experiencias auténticas. Los productos locales, como la carne de ganadería vacuna o las conservas artesanas, son protagonistas tanto en las cartas de los restaurantes como en los recuerdos que se llevan los viajeros.
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