El espectacular pueblo que es uno de los más bonitos de España y hay que visitar una vez en la vida: solo viven 500 personas allí
Los visitantes pueden disfrutar de los restos de su castillo y perderse por un casco antiguo que ha sido declarado Bien de Interés Cultural
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La Comunidad Valenciana no es solo sinónimo de playas, arroces exquisitos y fiestas populares. Lo cierto es que la región alberga en su interior rincones que parecen sacados de un cuento medieval, perfectos para escapar del ruido de las grandes ciudades sin renunciar a la belleza. Más allá de la Costa Blanca o la Albufera, el interior de Castellón es un refugio tranquilo, lleno de senderos y construcciones de piedra que parecen haberse detenido en el tiempo.
En medio de este paraíso rural, se encuentra uno de los pueblos más sorprendentes de la región y uno de los más bonitos de toda España. Está enclavado en lo alto de una colina, regalando vistas impresionantes del entorno. Y su reducido tamaño —con apenas 500 habitantes— le otorga un encanto aún más especial. Su nombre es Culla, y se encuentra en el corazón del Alt Maestrat, rodeado de montañas.
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Culla no es solo bonito: también tiene historia, y mucha. Su origen se remonta a la época árabe, pero fue durante la Edad Media cuando alcanzó gran notoriedad tras ser conquistado por los caballeros templarios. Todavía hoy se pueden recorrer los restos de su castillo, con su emblemática Torre del Frare Pere, y perderse por un casco antiguo que ha sido declarado Bien de Interés Cultural.
Además, Culla es uno de esos lugares donde las piedras hablan. El Arco de la Porta Nova, la prisión medieval o la Casa Abadía son testimonios arquitectónicos de un pasado. También merece la pena detenerse en la Iglesia de San Salvador, que conserva piezas de imaginería gótica de gran valor artístico.
Uno de los grandes atractivos de este pueblo es su ubicación. Desde el mirador del Singlet se puede admirar toda la comarca del Maestrat, con montañas suaves, campos de cultivo y cielos amplios. El contraste entre las casas de piedra de la parte alta y las fachadas encaladas de la parte baja del pueblo ofrece una imagen pintoresca que, sin duda, merece un hueco en cualquier viaje.
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Recorrer los caminos que unen el núcleo urbano con el castillo o con los miradores es toda una experiencia, ideal para quienes viajan en busca de paz, naturaleza y belleza. Además, después de una mañana de paseo entre piedras centenarias, lo mejor es una buena comida. Por suerte, los restaurantes de Culla saben cómo enamorar a los visitantes.
Platos tradicionales como la “olla del Maestrat”, una receta contundente ideal para los días fríos, o la “coca celestial”, un dulce típico de la zona, conquistan a todo el que los prueba. La gastronomía local es otro de los motivos por los que este pequeño pueblo deja huella en quienes lo visitan. En cada plato hay un pedacito de historia.
Aunque no se trata de un destino masivo, Culla ha sabido ganarse su lugar en el mapa turístico nacional gracias a su autenticidad. Es el típico pueblo que uno descubre por casualidad y del que acaba hablando durante años. Ideal para una escapada de fin de semana, para los amantes del turismo de interior o para quienes buscan rincones para desconectar.
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La Comunidad Valenciana no es solo sinónimo de playas, arroces exquisitos y fiestas populares. Lo cierto es que la región alberga en su interior rincones que parecen sacados de un cuento medieval, perfectos para escapar del ruido de las grandes ciudades sin renunciar a la belleza. Más allá de la Costa Blanca o la Albufera, el interior de Castellón es un refugio tranquilo, lleno de senderos y construcciones de piedra que parecen haberse detenido en el tiempo.