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El desierto Gobi del norte de España para descubrir en tu próxima escapada: una Reserva de la Biosfera donde se rodó 'Juego de tronos'
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El desierto Gobi del norte de España para descubrir en tu próxima escapada: una Reserva de la Biosfera donde se rodó 'Juego de tronos'

Escenarios que parecen de otro planeta, silencio absoluto y una tierra moldeada por siglos de viento y lluvia. Así luce un paraje semidesértico en Navarra que se ha ganado un lugar de honor en las rutas más sorprendentes de España

Foto: Esta singular formación geológica se alza solitaria en un rincón inesperado del norte de España (iStock)
Esta singular formación geológica se alza solitaria en un rincón inesperado del norte de España (iStock)

No hay camellos ni caravanas, pero el aire seco y su peculiar orografía te transportan a otro continente. Sin necesidad de cruzar medio mundo, este rincón del norte de España sorprende con un relieve que parece arrancado de los confines de Asia Central, con sus formas imposibles y un silencio solo interrumpido por el crujido de la tierra seca bajo los pies. Este enclave es uno de los más insólitos del país. Pero no es necesario viajar hasta Mongolia para descubrirlo: basta con acercarse a una de las zonas más inesperadas de Navarra.

Las Bardenas Reales son un paisaje semidesértico único en Europa, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO y ubicado al sureste de Navarra, que ha conquistado a cineastas y viajeros por igual gracias a su parecido con el mítico desierto de las "dunas cantarinas". A tan solo unos kilómetros de Tudela, este enclave natural sorprende con su belleza agreste, formaciones erosionadas y un entorno que remite directamente a escenarios de película.

Un paraje navarro que evoca Asia Central

Los que pisan por primera vez las Bardenas Reales suelen sentir que han viajado miles de kilómetros sin salir de España. Este territorio de 42.500 hectáreas guarda ciertas similitudes con el desierto de Gobi: ambas regiones muestran un paisaje desolado, marcado por la erosión del viento y del agua, y una paleta de tonos ocres y dorados que varía según la luz del día. Aunque no hay camellos ni fósiles de dinosaurio, como en Mongolia, las Bardenas también conservan restos arqueológicos y una fauna singular adaptada al clima extremo.

Un decorado natural para el cine y la historia

Esta reserva natural ha sido plató de superproducciones como Juego de tronos, El consejero o incluso películas de James Bond, lo que no sorprende dada su estética árida y monumental. El Castildetierra, su formación más emblemática, se ha convertido en icono visual de este entorno, esculpido durante milenios por la fuerza de los elementos sobre la arcilla, el yeso y la arenisca.

Biodiversidad y pasado nómada en un mismo terreno

Lejos de ser un páramo estéril, las Bardenas acogen una rica variedad de especies: desde rapaces como el buitre leonado o el águila real hasta pequeños reptiles, insectos o aves esteparias. Su uso histórico como zona de pastoreo ha dejado huella en el nombre —derivado de "pardina"— y en los antiguos senderos que aún recorren pastores y visitantes. Además, parte de su superficie alberga un campo de tiro militar, cuyo uso ha sido motivo de debate social en los últimos años.

Pero más allá de su faceta cinematográfica, conserva vestigios humanos que se remontan a la Edad de Bronce, testigos de un pasado donde la supervivencia dependía de conocer cada grieta del terreno. Hoy, senderos señalizados permiten explorar este laberinto natural sin perderse… del todo. Lo más sorprendente es que este paraje salvaje y aparentemente inhóspito se encuentra en plena cuenca del Ebro, entre Navarra y Aragón, y cuenta con un régimen jurídico único: no pertenece a ningún municipio, y son veintidós entidades —entre pueblos, valles pirenaicos y un monasterio— quienes ostentan los derechos de uso desde hace siglos.

Una escapada salvaje y accesible sin salir del país

Las Bardenas se pueden visitar mediante rutas señalizadas a pie, en bici o en coche, con opciones guiadas para profundizar en su historia y su geología. Su cercanía con Tudela convierte este rincón navarro en una escapada perfecta para descubrir un "desierto" europeo con alma cinematográfica, que no requiere pasaporte ni avión, solo ganas de asombrarse.

No hay camellos ni caravanas, pero el aire seco y su peculiar orografía te transportan a otro continente. Sin necesidad de cruzar medio mundo, este rincón del norte de España sorprende con un relieve que parece arrancado de los confines de Asia Central, con sus formas imposibles y un silencio solo interrumpido por el crujido de la tierra seca bajo los pies. Este enclave es uno de los más insólitos del país. Pero no es necesario viajar hasta Mongolia para descubrirlo: basta con acercarse a una de las zonas más inesperadas de Navarra.

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