Castillos, ibones y fiestas populares: planes para disfrutar del verano en Aragón
La región es el destino perfecto para aquellos que busquen unas vacaciones en las que combinar naturaleza en estado puro, cultura local y un patrimonio por el que viajar en el tiempo
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El verano está a la vuelta de la esquina; seguramente la pregunta que más sobrevuele las pausas del café y las reuniones de amigos sea dónde viajarás estas vacaciones. Este 2025 parece que la tendencia de los españoles es evitar los destinos masificados (al menos para seis de cada diez, según la consultora Simon Kucher) y buscar experiencias en las que conectar con la naturaleza y la cultura local. Un turismo más consciente, en el que prime la autenticidad y el respeto por el entorno.
Un destino que cumple estas preferencias es Aragón. La región se caracteriza por su gran variedad de paisajes, desde el valle del Ebro hasta las cumbres del Pirineo o el Moncayo en la Sierra Ibérica, y una riqueza cultural fruto de las diferentes civilizaciones que han habitado estas tierras. Te proponemos cuatro planes para que disfrutes de un verano de desconexión, lejos del ruido de la ciudad.
Ruta de los Ibones: 200 lagos pirenaicos
280 kilómetros de ruta montañosa, 12 localidades con encanto serrano y una decena de monumentos de interés patrimonial caracterizan al Pirineo aragonés. Este paraje esconde una infinidad de joyas naturales. Nosotros hemos querido destacar una: los ibones. Esta palabra es la que utilizan los aragoneses para referirse a los lagos pirenaicos de origen glaciar. Hay aproximadamente 200 ibones en todo el territorio de características muy diferentes. Algunos son accesibles en coche, como el de Baños o el de Llauset; a otros se puede llegar en tren, como el de los Paúles; y a otros tomando un remonte de las pistas de esquí, como el de Asnos y el de Astún.
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Espelunciecha, Sabocos y Piedrafita, en el valle de Tena; Billamuerta, en el de Benasque; o Basa de la Mora, en el valle de Chistau, son ideales para visitar con los más pequeños de la casa, ya que son rutas sin apenas desnivel que no superan la hora y media. Y si la familia está más acostumbrada al trekking, Acherito, en el valle de Echo; Anayet, en el de Tena, Armenia, en el macizo de Cotillea, o Escarpinosa, en Benasque, tienen algo más de dificultad.
Otros de los más peculiares son los chelus, es decir, los que permanecen helados buena parte del año debido a la altura. Monte Perdido, Balaitús o el de Coma Arnau son los más conocidos. También hay ibones en refugios de montaña, otros de colores por la paleta cromática que los caracteriza y otros ligados a la historia de los pueblos a los que abastecen. La variedad es inmensa.
Ruta astroturística: los cielos nocturnos
No es de extrañar que cuando cae la noche, los cielos de Teruel, Huesca y Zaragoza sean los que acaparen todas las miradas. Aragón es un destino Starlight donde disfrutar de las estrellas sin apenas contaminación lumínica gracias a que sus núcleos urbanos están poco habitados y no son demasiado extensos. Hay una decena de observatorios distribuidos por las tres provincias en los que se pueden realizar distintas actividades enfocadas al astroturismo, desde cenas a la luz de la luna o cursos de fotografía, hasta otras más divulgativas como la fabricación de telescopios.
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Merece la pena visitar Galáctica, el Centro de Difusión y Práctica de la Astronomía, ubicado en las proximidades del Observatorio Astrofísico de Javalambre, en la localidad turolense de Arcos de la Salina. Una forma de acercar la astronomía a los ciudadanos, combinando el museo con sus instalaciones semiprofesionales que permiten explorar todos los secretos del universo.
Ruta de los castillos: un paseo por la historia
Los castillos que hay repartidos por la región aragonesa son un reflejo de su legado cultural. Comenzamos con el de Loarre. Esta fortaleza de 11 torreones y una gran muralla está construida sobre un espolón rocoso a 1700 metros de altura. Sancho III el Mayor lo levantó en el siglo XI para defender las fronteras del Reino de Aragón, siendo una pieza clave en la Reconquista. Años más tarde se convirtió en un monasterio. En la actualidad ha sido escenario de grandes producciones como el Reino de los Cielos, del popular director británico Ridley Scott.
El Palacio de Aljafería, en cambio, es una joya de la arquitectura mudéjar. Fue residencia de recreo de los reyes musulmanes durante apogeo del reino taifa; y cuando los reinos cristianos se impusieron, recinto fortificado, residencia real aragonesa, sede y cárcel de la Inquisición, palacio de los Reyes Católicos y cuartel. Considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, desde 1987 es la sede de las Cortes de Aragón. Este verano, y hasta que terminen las obras en el Museo de Zaragoza, el área monumental albergará 62 obras de Francisco de Goya.
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A las faldas de Sierra Menera, encontramos el Castillo de Peracense, otro símbolo patrimonial de Aragón que se levantó en plena roca en el siglo XIII, sobre una fortaleza islámica anterior. Su color rojizo, tan característico, se debe a la piedra de rodeno con el que está edificado. Y aunque en un principio se construyó para vigilar la frontera con el Reino de Castilla, cuando ambas coronas se unieron pasó a un segundo plano.
Esta lista de imprescindibles la cerramos con el Castillo de Alcañiz, también llamado el de los Calatravos, ya que pertenece a esta orden religiosa. Data de la época islámica y a lo largo de su historia ha ido sufriendo diferentes modificaciones. Ha sido castillo, palacio, cárcel, cuartel, cementerio y residencia. En los felices años 20 del siglo pasado fue declarado Monumento Nacional y hoy podemos alojarnos en él, ya que allí se encuentra el Parador.
Ruta por las fiestas populares: la esencia de una tierra
Una región no es nada sin sus fiestas populares. En Aragón hay un amplio abanico, que además son consideradas de interés turístico, para disfrutar en los meses estivales. A mediados de junio, Teruel organiza las Jornadas de recreación histórica de la batalla de Cutanda, que se libró en el año 1120 entre Alfonso I el Batallador y el ejército almorávide de Ibrahim ibn Yusuf. El municipio zaragozano de Caspe, por su parte, el fin de semana más próximo al 28 de junio, organiza la Conmemoración del Compromiso, donde se celebra la proclamación de Fernando I como rey de Aragón.
Entre finales de junio y principios de julio ,vístete de blanco y ponte un fajín rojo para vivir las Fiestas del Ángel de Teruel, más conocidas como La Vaquilla o el Torico; y en julio, prepara tu estómago para el Día de la Longaniza de Graus.
En agosto, en la plaza porticada de Aínsa, tendrá lugar la Morisma de Aínsa, que se celebra cada dos años y representa el triunfo de las huestes del rey Garcia Ximenez sobre el ejército sarraceno. En agosto también merece la pena acercarse al municipio turolense de Aguaviva para observar sus calles alfombradas con motivo de las festividades de San Agustín y a Ansó para viajar en el tiempo, durante el Día del Traje Típico Ansotano.
En definitiva, Aragón alberga un sin fin de posibilidades para lo que anhelan un verano sin prisas, de calidad y en un entorno singular.
El verano está a la vuelta de la esquina; seguramente la pregunta que más sobrevuele las pausas del café y las reuniones de amigos sea dónde viajarás estas vacaciones. Este 2025 parece que la tendencia de los españoles es evitar los destinos masificados (al menos para seis de cada diez, según la consultora Simon Kucher) y buscar experiencias en las que conectar con la naturaleza y la cultura local. Un turismo más consciente, en el que prime la autenticidad y el respeto por el entorno.