El monasterio de estilo gótico que está en Cataluña y es toda una joya: abierto al público y alberga una curiosa historia
Este espacio se ha convertido en un lugar de visita obligatoria para todos aquellos que recorren los lugares más emblemáticos de Barcelona
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Hay rincones en Cataluña donde el tiempo parece haberse detenido y que conservan la esencia de épocas pasadas sin necesidad de muchos artificios. Uno de esos lugares, poco conocido para muchos visitantes, pero adorado por quienes lo descubren, es un monasterio que no solo destaca por su belleza gótica, sino también por la serenidad que se respira entre sus muros y jardines. Se trata de un lugar donde la historia, el arte y la espiritualidad conviven en armonía, está abierto al público y es perfecto para una escapada cultural en plena ciudad.
Esta joya se esconde en la montaña de Sant Pere Mártir, en Barcelona, y se llama Monasterio de Santa Maria de Pedralbes. Fue fundado en 1326 por la reina Elisenda de Montcada y se convirtió en un refugio de clausura para las monjas clarisas. Desde entonces, ha permanecido como uno de los mejores ejemplos del gótico catalán, tanto por su arquitectura como por la historia que alberga entre sus piedras blancas.
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Nada más cruzar el umbral del monasterio, el visitante se topa con uno de los claustros góticos más imponentes de Europa. Con 40 metros de largo, tres pisos de altura y columnas decoradas con los emblemas de la casa de Moncada y los condes de Barcelona, este espacio transmite una sensación de equilibrio, silencio y armonía.
En torno a este claustro se distribuyen las distintas estancias del monasterio: pequeñas celdas en las que las religiosas pasaban sus horas de recogimiento personal, un antiguo dormitorio convertido hoy en sala de exposición con mobiliario, objetos litúrgicos y obras de arte recogidas por la comunidad durante siete siglos, y la iglesia, presidida por un retablo gótico de Jaume Huguet
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Uno de los elementos más fascinantes del monasterio es la tumba de su fundadora. La reina Elisenda, tras la muerte de su esposo Jaime II, decidió retirarse de la vida pública y establecerse junto a las monjas, aunque nunca llegó a tomar los hábitos. Su sepulcro, de carácter bifrontal, refleja esa dualidad: desde el interior de la iglesia aparece representada como soberana, coronada y con vestiduras reales; pero desde el lado del claustro, su figura aparece como viuda, con hábito sencillo.
Pintura gótica, silencio y acceso público
Otro de los tesoros ocultos del monasterio es la Capilla de San Miguel, una pequeña estancia decorada en 1346 por Ferrer Bassa, uno de los grandes nombres de la pintura gótica catalana. Las escenas, realizadas al fresco y al óleo, están claramente influenciadas por el estilo del italiano Giotto y constituyen un testimonio excepcional de la sensibilidad artística de la época.
El monasterio está abierto al público y el precio de la entrada general es de 5,20 euros. El espacio ofrece una experiencia única de contemplación e historia en pleno corazón de Barcelona. Y es que pasear por sus jardines, recorrer los pasillos silenciosos o simplemente sentarse a la sombra de sus columnas es una forma distinta —y muy enriquecedora— de acercarse a la historia catalana.
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