El recinto amurallado que es uno de los mejores conservados de España y está en este pueblo del norte que es una joya
El conjunto se trata de una de las huellas más importantes de la arquitectura militar medieval de la Comunidad Foral de Navarra
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Viajar al norte de España durante la primavera o el verano es una de las mejores decisiones para quienes buscan escapar del y las playas abarrotadas de visitantes. Mientras buena parte del turismo se concentra en la costa, hay quienes prefieren perderse por paisajes verdes, pequeños pueblos y callejuelas empedradas que cuentan siglos de historia. Navarra, Cantabria, el País Vasco o Asturias ofrecen un tipo de viaje diferente, sin aglomeraciones, con una gastronomía contundente y muy rica y rincones que parecen sacados de un cuento.
Uno de esos lugares se encuentra ubicado sobre una colina, entre caminos de piedra. Desde lejos, su silueta fortificada ya deja entrever que no se trata de un pueblo cualquiera. Sus murallas, que aún conservan nueve torres de las catorce originales, rodean un conjunto que ha resistido siglos de historia y batallas. Se trata de Artajona, un pequeño municipio navarro con apenas 1.600 habitantes que guarda uno de los recintos amurallados mejor preservados de toda España.
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El “Cerco de Artajona” es la joya más preciada de la localidad. Construido entre los siglos XI y XIII con el impulso de los canónigos de Saint Sernin, de Toulouse, este recinto amurallado es una de las huellas más importantes de la arquitectura militar medieval en Navarra. Entrar por sus portales de piedra y caminar por el paseo de ronda es sumergirse en la Edad Media, cuando este bastión servía de defensa y refugio para la población local.
En el centro del Cerco se alza la iglesia-fortaleza de San Saturnino, un templo robusto que impone respeto. Sus muros altos, su torre de vigilancia y su singular tejado –con bóvedas invertidas recubiertas de piedra para canalizar el agua de lluvia hacia un aljibe subterráneo– convierten esta iglesia en una estructura única, más parecida a un castillo que a un templo religioso.
Artajona no solo destaca por sus murallas. Este pueblo presume de una tradición curiosa que lo hace aún más especial: sus campanas se bandean al revés, algo que, según los vecinos, no ocurre en ningún otro lugar del mundo. De las cuatro campanas que aún se conservan, dos son románicas. La más antigua data de 1735 y la más pesada supera los 1.800 kilos. Desde 1896, todos los campaneros de Navarra han pasado alguna vez por aquí para probar esta peculiar técnica.
Rutas cercanas para seguir explorando
Los amantes de la historia antigua también encontrarán su lugar en las afueras del pueblo. Los dólmenes del Portillo de Enériz y de la Mina son vestigios megalíticos con más de 3.000 años de antigüedad, situados sobre túmulos de 20 metros de diámetro. Estas construcciones funerarias forman parte de uno de los conjuntos neolíticos más importantes de Navarra, junto a restos de cabañas prehistóricas en Dorre y Farangortea.
Y si lo tuyo es el arte barroco, a la salida del municipio, en dirección a Pamplona, se alza la basílica de Nuestra Señora de Jerusalén, construida entre 1709 y 1714. Su presencia monumental sorprende en un entorno rural y contrasta con el aire defensivo del casco histórico.
Artajona es también un buen campamento base para seguir conociendo el sur de Navarra. A solo 17 kilómetros está el Castillo de Olite, uno de los palacios medievales más espectaculares de España. A 14 kilómetros se encuentra Puente la Reina, cruce clave del Camino de Santiago, con su precioso puente románico y su encanto jacobeo. También merece la pena visitar Ujué, a 30 kilómetros, o acercarse a Pamplona, que está a poco más de media hora en coche.
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