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La espectacular fortaleza roja de Aragón: una joya medieval sobre la montaña que parece esculpida en roca
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DEL SIGLO XIII

La espectacular fortaleza roja de Aragón: una joya medieval sobre la montaña que parece esculpida en roca

En lo alto de un cerro rocoso, una fortaleza teñida de rojo se funde con el paisaje como si hubiera nacido de la piedra. Es uno de los secretos mejor guardados de Aragón

Foto: Vista aérea de "la gran fortaleza roja" en Teruel (iStock)
Vista aérea de "la gran fortaleza roja" en Teruel (iStock)

Una construcción rojiza irrumpe en el horizonte aragonés como si la naturaleza hubiera decidido esculpir una fortaleza. Su silueta se confunde con la roca sobre la que se asienta, creando una ilusión perfecta entre arquitectura y paisaje. Vista desde la distancia, parece surgir del mismo corazón de la montaña, como si hubiera estado allí desde el principio de los tiempos.

Lo más fascinante es que esta construcción no necesita ornamentos para impresionar. Su grandeza reside en su fusión con el entorno y en el tono rojizo que tiñe sus muros. Ese color característico proviene de la piedra de rodeno, una arenisca rica en óxidos de hierro que no solo colorea la fortaleza, sino que también define la identidad del lugar. Esa tonalidad intensa es la que le ha valido el sobrenombre de la “gran fortaleza roja”.

Foto: Vista panorámica de Abella de la Conca, el pueblo donde permanecen los restos del castillo en ruinas (Archivo)

Hablamos del Castillo de Peracense, una de las joyas mejor conservadas de la arquitectura militar medieval en Aragón. Situado a más de 1.300 metros de altitud sobre un cerro rocoso, este castillo parece flotar entre la Sierra Menera y los cielos del sur de Teruel, en un pequeño pueblo que apenas cuenta con 76 vecinos.

Historia de una fortaleza singular

El origen del castillo se remonta al siglo XIII, aunque su historia es mucho más antigua. Sobre este promontorio ya se asentaban estructuras defensivas islámicas en el siglo X, y aún antes, se han documentado vestigios de la Edad de Bronce con grabados rupestres vinculados a rituales de fertilidad. A lo largo de los siglos, íberos, romanos y musulmanes aprovecharon la ubicación estratégica del lugar, y fue durante el avance del Reino de Aragón cuando se construyó la fortaleza tal y como la conocemos hoy.

La planta del castillo se extiende sobre 4.000 metros cuadrados divididos en tres recintos concéntricos: el inferior, el intermedio y el superior. Cada uno con funciones distintas, desde áreas residenciales hasta zonas de defensa y almacenaje. El recinto superior, de acceso más complicado, servía como punto de vigilancia y defensa clave frente a posibles ataques. A pesar del paso del tiempo, el castillo ha conservado su estructura gracias a intervenciones del Gobierno de Aragón y fue declarado Bien de Interés Cultural en 2006.

Durante las guerras carlistas del siglo XIX volvió a jugar un papel militar, adaptando incluso parte de su arquitectura. Actualmente, se permite la visita turística y se puede recorrer su interior, donde se han instalado exposiciones de armas medievales y otros elementos de interpretación histórica. Las vistas desde la cima son sobrecogedoras y permiten entender por qué este enclave fue tan codiciado durante siglos.

Qué ver en Peracense y alrededores

Visitar el Castillo de Peracense es solo el comienzo de una escapada que también enamora por su entorno natural y patrimonial. Los caminos que rodean la fortaleza están señalizados y permiten adentrarse en paisajes rocosos y bosques de pino, como los que llevan al mirador de los Panderones o a los pinares de San Ginés. También se puede recorrer la Ronda del Asalto, que bordea el castillo y ofrece una perspectiva única sobre su imponente arquitectura defensiva.

Entre las rutas más recomendadas está la circular que une el castillo con la cueva de Maleno y la piedra de la Horca, un trayecto de 6,2 kilómetros que se completa en unas dos horas. Los más curiosos pueden visitar las antiguas canteras de rodeno por la senda de la Peña de la Montera, o caminar hasta el cercano pueblo de Ródenas, que conserva una hermosa iglesia renacentista, una cisterna musulmana y fachadas de piedra rojiza que replican la estética del castillo.

La grandeza del Castillo de Peracense reside en su fusión con el entorno y en el tono rojizo que tiñe sus muros

La visita a esta joya medieval no estaría completa sin pasear por las calles de Peracense. Sus casas, construidas también con piedra de rodeno, le otorgan al pueblo un aire de postal. La iglesia de San Pedro, del siglo XVIII, y el ayuntamiento de dos plantas forman parte de un conjunto arquitectónico que sorprende por su autenticidad. Y para rematar la experiencia, nada mejor que probar una almojábana de Teruel, el dulce típico que endulza el viaje entre historia y naturaleza.

Una construcción rojiza irrumpe en el horizonte aragonés como si la naturaleza hubiera decidido esculpir una fortaleza. Su silueta se confunde con la roca sobre la que se asienta, creando una ilusión perfecta entre arquitectura y paisaje. Vista desde la distancia, parece surgir del mismo corazón de la montaña, como si hubiera estado allí desde el principio de los tiempos.

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