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Parece Petra, pero está en España: la antigua cantera del siglo V muy bien conservada que está en este bonito pueblo
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UNA AUTÉNTICA JOYA EN ANDALUCÍA

Parece Petra, pero está en España: la antigua cantera del siglo V muy bien conservada que está en este bonito pueblo

Además de albergar esta joya, la localidad es conocida por su gastronomía, destacando elaboraciones como el cocido ursaonés o las repapalillas de bacalao

Foto: (Fuente: iStock)
(Fuente: iStock)

Viajar por España es descubrir que no hace falta recorrer miles de kilómetros para quedar boquiabierto ante auténticas maravillas. Nuestro país está repleto de rincones que parecen sacados de otros continentes: playas de aguas turquesas, pueblos colgados en la roca, paisajes que se confunden con la Toscana y, como en este caso, un lugar que recuerda a la legendaria Petra de Jordania. Lo mejor es que está a un paso, es barato y además se come genial.

En el corazón de Andalucía, la localidad sevillana de Osuna guarda un secreto que sorprende a todo el que la visita: una antigua cantera excavada en la roca desde hace siglos, conocida como el Cerro de las Canteras. No solo impresiona por su tamaño y belleza, sino también por su historia, que se remonta al menos hasta la época de los turdetanos. Su piedra, de un color ocre intenso y textura porosa, ha dado forma a las construcciones más emblemáticas del pueblo, incluyendo palacios, iglesias y casas señoriales.

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No es casualidad que a este paraje se le conozca como la Petra andaluza. Las formas que la erosión y el trabajo humano han tallado en la piedra recuerdan a los templos nabateos del desierto jordano. Las enormes paredes, los relieves naturales y las ruinas que se conservan hacen del paseo por este lugar una experiencia visual y cultural única.

A lo largo de los siglos, la cantera fue utilizada de forma ininterrumpida hasta mediados del siglo XX. En sus inmediaciones aún se pueden ver los restos de la ermita de la Vía Sacra, construida en el siglo XVII. Este pequeño santuario era el punto final del Vía Crucis y, junto a él, permanecen excavadas en la roca antiguas tumbas, que recuerdan a las necrópolis más antiguas del Mediterráneo.

Foto: Muralla medieval de este pueblo catalán, con sus torres y portales perfectamente conservados (femTurisme.cat)

La visita a este entorno tan especial es asequible para todos los bolsillos: la entrada cuesta solo 4 euros, y hay descuentos para grupos de más de 12 personas (3,5 euros) y gratuidad para los niños menores de 10 años. Además, los domingos y festivos se ofrecen visitas guiadas por 5,50 euros, ideales para quienes quieran conocer los entresijos de este yacimiento y su influencia en la historia de Osuna.

Qué ver (y saborear) en Osuna

Pero Osuna no se limita a su cantera. Esta localidad sevillana enamora desde su llegada, con su silueta recortada sobre una colina y sus calles monumentales. Entre los imprescindibles destaca la Colegiata de Osuna, un elegante templo renacentista que esconde en su interior auténticas joyas artísticas. El edificio se construyó con las mismas piedras extraídas de la cantera, lo que le da una unidad visual con el paisaje que la rodea.

Otro punto que no hay que perderse es la Universidad de Osuna, fundada en 1548 por el IV Duque de Ureña. Aunque nunca fue oficialmente reconocida como institución real, impartió clases durante más de dos siglos. Su edificio renacentista es uno de los ejemplos mejor conservados del Siglo de Oro andaluz.ç

Foto: Varios árboles del bosque que está incluido dentro de la Red de Espacios Naturales Protegidos de una comunidad del norte de España (EFE)

Para los amantes de las series, la Plaza de Toros de Osuna guarda un guiño inesperado: aquí se rodó una de las escenas más memorables de Juego de Tronos, concretamente la lucha en la Fosa de Daznak en Meereen. Y si después del paseo apetece un buen festín, Osuna no defrauda.

La gastronomía local mezcla tradición y sabor: cocido ursaonés, guiso de tagarninas o repapalillas de bacalao acompañados por el excelente aceite de oliva de la zona. Para los más golosos, destacan dulces como las gachas de San Arcadio o los pasteles artesanales elaborados en los conventos del pueblo.

Viajar por España es descubrir que no hace falta recorrer miles de kilómetros para quedar boquiabierto ante auténticas maravillas. Nuestro país está repleto de rincones que parecen sacados de otros continentes: playas de aguas turquesas, pueblos colgados en la roca, paisajes que se confunden con la Toscana y, como en este caso, un lugar que recuerda a la legendaria Petra de Jordania. Lo mejor es que está a un paso, es barato y además se come genial.

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