El pueblo más infravalorado de Cataluña: rodeado de murallas y perfecto para una escapada desde Barcelona
Oculto entre colinas y casi desapercibido desde la autopista, este pueblo conserva murallas medievales, torres defensivas y las ruinas de un castillo que resistió a los ejércitos napoleónicos
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Entre colinas, torreones y un valle surcado por un río, existe un enclave medieval que muchos ignoran pese a su cercanía con Barcelona. Su silueta de piedra, casi invisible desde la autopista, protege siglos de historia en cada tramo de muralla y cada callejuela empedrada.
Rodeado de murallas de roca basáltica, torres medievales y ruinas de un castillo casi inexpugnable, Hostalric emerge como uno de los pueblos más infravalorados de Cataluña. Situado entre Barcelona y Girona, este municipio amurallado es ideal para una escapada corta con historia y paisajes únicos.
Una fortaleza que vigila la AP-7
Desde la autopista AP-7, miles de conductores pasan a diario junto a un tesoro patrimonial sin saberlo. En lo alto de un promontorio volcánico, las murallas de Hostalric siguen vigilando el paso del tiempo como lo hicieron durante siglos. Este pequeño pueblo de solo 3 km² fue un enclave estratégico para los vizcondes de Cabrera, quienes controlaban el tránsito entre Barcelona y Girona a través del antiguo Camino Real.
Su imponente castillo, reconstruido en varias ocasiones, llegó a resistir durante seis meses el asedio de 4.000 soldados napoleónicos en 1809. A pesar de la escasez de alimentos y los estragos de la guerra, la fortaleza se mantuvo firme gracias a su diseño defensivo y a estructuras tan singulares como una galería subterránea a prueba de bombas. Hoy, parte de este conjunto puede visitarse mediante rutas guiadas o teatralizadas que recrean su historia con rigor y creatividad.
Vistes, d'ahir, de l'antic castell dels vescomtes de Cabrera: el Castell d'#Hostalric, castell erigit sobre un antic volcà.
— Elisabet Roch (@elisabetroch) April 21, 2025
Fou un magnífic dia a la Fira Medieval. pic.twitter.com/qmcjBVpaF8
Torres, puertas y secretos entre callejuelas
El casco histórico de Hostalric es compacto pero intenso. La calle Mayor, acompañada por el Ravalet y pequeñas callejuelas, discurre paralela a los 600 metros de muralla. A lo largo del recorrido destacan diez torres defensivas, como la del Convento, la de los Frailes o la de Ararà, convertidas en miradores y espacios expositivos. Desde ellas se obtienen vistas privilegiadas del valle del río Tordera, ideal para paseos y excursiones.
Las antiguas entradas al pueblo, como la Puerta de Barcelona y la de Les Horts, conservan el carácter defensivo original. La primera fue reconstruida en 1969 y la segunda permanece intacta desde su construcción medieval. El paseo por esta villa permite descubrir joyas como la iglesia de Santa María —con su estilo gótico tardío y elementos barrocos— o la Cueva del Rellinguer, un lugar de culto clandestino para familias judías del siglo XIV.
Un destino histórico a solo una hora de Barcelona
Visitar Hostalric es viajar al pasado sin salir de Cataluña. Con tren directo desde Barcelona o acceso cómodo por carretera, este municipio combina patrimonio, naturaleza e historia en dosis concentradas. La oferta cultural se completa con actividades organizadas por la Oficina de Turismo, entre ellas las visitas teatralizadas que permiten conocer los episodios bélicos, los amores prohibidos y las leyendas de la villa.
Qué comer en Hostalric
En Hostalric, la gastronomía local combina la tradición catalana con productos de proximidad y recetas que evocan el pasado medieval del municipio. Entre los platos más representativos destacan:
- La butifarra dulce, una especialidad típica de la comarca de La Selva, que se sirve cocida o a la brasa, y en ocasiones se acompaña de manzana o piñones.
- Los guisos de caza, como el conejo con setas o jabalí estofado, especialmente comunes durante los meses fríos.
- El bacalao con samfaina, una receta muy extendida en Cataluña que también tiene variantes locales en Hostalric.
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Además, algunos restaurantes del casco antiguo apuestan por reinterpretaciones modernas de la cocina tradicional, mientras que otros conservan un aire rústico en su carta y decoración. No falta la repostería artesanal, y en fechas señaladas —como ferias medievales o jornadas históricas— se puede disfrutar de panes cocidos en horno de leña, embutidos curados en la zona y vinos del Empordà. Uno de los bares más emblemáticos del pueblo es El Sifó, ubicado en la Plaça dels Bous, desde donde se puede saborear un menú casero con vistas al valle del Tordera. Otras de las opciones es el restaurante rústico Mas Bossom 3.0 que ofrece carnes y pescados a la brasa y embutidos artesanos.
Quienes buscan un destino auténtico, poco masificado y cargado de historia, encontrarán en Hostalric una escapada ideal. Su castillo, sus torres centenarias y el trazado medieval del pueblo ofrecen una experiencia distinta que, pese a su cercanía con grandes ciudades, sigue siendo uno de los secretos mejor guardados de Cataluña.
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