Estas son las 4 maravillas naturales de Aragón que tienes que visitar al menos una vez en la vida
Cañones, cascadas, macizos verticales y valles glaciares convierten a Aragón en uno de los territorios más espectaculares de España para los amantes de la naturaleza
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La comunidad aragonesa alberga una sorprendente diversidad de paisajes que la posicionan como un destino de referencia para el turismo de interior. Desde los Pirineos hasta las comarcas más meridionales, Aragón combina bosques húmedos, formaciones geológicas singulares y saltos de agua entre acantilados, muchos de ellos protegidos bajo figuras como parque nacional o monumento natural. Valles glaciares, rocas verticales y exuberantes parajes fluviales forman parte de su patrimonio natural más emblemático.
Cuatro enclaves destacan entre los espacios más representativos del entorno natural aragonés. Cada uno ofrece una experiencia diferente, desde rutas de alta montaña hasta recorridos entre cascadas y grutas. Todos permiten al visitante adentrarse en paisajes únicos, con senderos señalizados y recursos interpretativos para descubrir la geología, la fauna y la vegetación del territorio. Su valor ecológico y escénico los convierte en paradas obligadas para quienes buscan conocer la esencia natural de Aragón.
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El más conocido y extenso es el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en la provincia de Huesca. Declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, este espacio protegido incluye cuatro valles: Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta. Sus paredes verticales, bosques de hayas y cascadas como la Cola de Caballo son solo algunos de sus elementos más visitados. En sus cumbres habitan especies protegidas como el quebrantahuesos, el sarrio o el tritón pirenaico.
Paisajes verticales, cuevas y saltos de agua
Muy cerca, en la Hoya de Huesca, se alzan los Mallos de Riglos, una serie de formaciones rocosas verticales de color rojizo que alcanzan los 300 metros de altura. Declarados Monumento Natural, estos macizos son famosos entre escaladores y fotógrafos por su silueta imponente. También constituyen un importante refugio para aves rupícolas como el buitre leonado, el alimoche o el halcón peregrino.
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El Cañón de Añisclo, aunque forma parte del ya mencionado Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, merece una mención individual por la intensidad de su relieve y su valor ecológico. Excavado por el río Bellós, este desfiladero alberga un ecosistema húmedo de hayas, abetos, musgos y helechos. Las rutas de senderismo que lo recorren permiten admirar la fuerza erosiva del agua en uno de los parajes fluviales más sobrecogedores del Pirineo aragonés.
Por último, en la provincia de Zaragoza, se encuentra el Monasterio de Piedra, un recinto monástico fundado en el siglo XIII que hoy acoge un parque natural privado repleto de cascadas, grutas y senderos. El recorrido incluye enclaves como la Cola de Caballo, la Peña del Diablo o la Gruta Iris. Su contraste con el entorno seco del Sistema Ibérico lo convierte en una especie de oasis, y su oferta cultural y paisajística lo ha consolidado como uno de los lugares más visitados de Aragón.
La comunidad aragonesa alberga una sorprendente diversidad de paisajes que la posicionan como un destino de referencia para el turismo de interior. Desde los Pirineos hasta las comarcas más meridionales, Aragón combina bosques húmedos, formaciones geológicas singulares y saltos de agua entre acantilados, muchos de ellos protegidos bajo figuras como parque nacional o monumento natural. Valles glaciares, rocas verticales y exuberantes parajes fluviales forman parte de su patrimonio natural más emblemático.