El espectacular pueblo del norte de España que es perfecto para evitar la masificación y hacer una escapada en primavera
En esta localidad el ritmo de vida se sigue rigiendo por las mareas y los mercados de abastos huelen a salitre
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Cuando el invierno da paso a la primavera y los días comienzan a ser más largos, las temperaturas invitan a viajar sin prisas. Y hay rincones en el norte de España que parecen hechos a medida para todos aquellos que buscan calma, mar y tranquilidad. Lejos de los grandes destinos turísticos, existe una villa marinera que conserva su encanto medieval, donde el ritmo de vida se rige por las mareas y donde los mercados de abastos siguen oliendo a salitre.
Este pequeño pueblo, situado en plena Costa da Morte, es una joya gallega que ha sabido mantenerse al margen de la masificación. Se trata de Muros, un lugar donde los balcones de hierro se destacan en las callejuelas empedradas y donde las casas de piedra esconden siglos de historia. A pesar de que cada vez más viajeros lo descubren, sigue siendo un destino perfecto para quienes quieren escapar de las aglomeraciones y disfrutar de la Galicia más pura y profunda.
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Declarado Conjunto Histórico-Artístico desde 1970, el casco antiguo de Muros sorprende, entre otras cosas, por su conservación. Las viviendas marineras, con soportales de piedra donde antaño se arreglaban redes de pesca, siguen en pie como si el tiempo no hubiera pasado. Al pasear por sus calles, uno puede encontrarse con plazas como la de Santa Rosa, rincones como la Pescadería Vella o el emblemático Arco de Don Diego, que lleva el apellido de una de las familias más influyentes de la villa.
Muros no necesita de rutas planificadas. Solo es necesario dejarse llevar por sus callejones y detenerse en una terraza de O Curro da Praza para saborear una ración de pulpo o unas nécoras recién traídas del puerto. Este ambiente donde el turismo convive con la vida local, es uno de sus mayores atractivos.
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Además de su belleza arquitectónica, Muros regala a los visitantes algunas de las playas más espectaculares del litoral gallego. Entre ellas destaca la Praia de Area Maior, un arenal de más de un kilómetro de largo enclavado junto al Monte Louro. Esta playa, poco frecuentada en épocas como la primavera, permite disfrutar de largos paseos entre dunas, además de vistas impresionantes sobre el Atlántico sin apenas cruzarse con nadie.
Muy cerca se encuentra también la Lagoa das Xalfas, un espacio natural protegido de enorme riqueza ecológica, donde conviven garzas, cormoranes y otras aves en un entorno único. El propio Monte Louro, con sus 240 metros de altura, ofrece rutas de senderismo suaves y vistas panorámicas que merecen la pena el esfuerzo.
Un paseo por el mar y el pasado
Otro de los grandes placeres de visitar Muros es recorrer su paseo marítimo, que bordea la villa desde el puerto hasta la parroquia de Serres. A lo largo del camino, los que lo visitan pueden encontrarse con algunas esculturas, como la de “A Vella”.
En el mismo municipio, merece una visita el Pozo do Cachón, un antiguo molino de mareas del siglo XIX reconvertido en centro cultural. Esta curiosa construcción no solo habla de la relación ancestral del pueblo con el mar, sino que también ofrece exposiciones y actividades ligadas al patrimonio gallego.
Sin duda, Muros es uno de esos lugares que no necesitan grandes campañas para enamorar. Basta una escapada de fin de semana para entender por qué este pueblo pesquero es perfecto para viajar en primavera.
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Cuando el invierno da paso a la primavera y los días comienzan a ser más largos, las temperaturas invitan a viajar sin prisas. Y hay rincones en el norte de España que parecen hechos a medida para todos aquellos que buscan calma, mar y tranquilidad. Lejos de los grandes destinos turísticos, existe una villa marinera que conserva su encanto medieval, donde el ritmo de vida se rige por las mareas y donde los mercados de abastos siguen oliendo a salitre.