El castellano nació en dos pueblos diminutos de España (y deberías hacer un viaje para visitar ambos)

Más de 500 millones de personas hablan castellano en todo el mundo. Este es uno de los idiomas que más crece a nivel global, está entre los más importantes por número de hablantes y su cuna, aunque no está muy clara, se encuentra en un pueblecito español.

Hoy por hoy, muchos lingüistas coinciden en que el castellano no "nació" en un solo lugar, sino que emergió de forma gradual en la frontera oriental del Reino de León y la zona de Castilla la Vieja, en lo que hoy sería La Rioja, Burgos y Álava. Sin embargo, hay dos pueblos que son claves en este surgimiento: San Millán de la Cogolla y Valpuesta. El primero de ellos, además, tiene dos monasterios que son Patrimonio de la Humanidad.

San Millán de la Cogolla es un municipio de 215 habitantes que pertenece a la comunidad autónoma de La Rioja, situado al pie de la sierra de la Demanda, a orillas del río Cárdenas. Valpuesta, sin embargo, se encuentra en la comarca de Las Merindades, al norte de la provincia de Burgos, y tiene tan solo 12 habitantes. A pesar de ello, su historia es muy rica.

San Millán, un destino Patrimonio de la Humanidad

En San Millán de la Cogolla, en el valle del río Cárdenas, se encuentran dos joyas monásticas que merecen ser visitadas al menos una vez en la vida. Son el Monasterio de Suso y el de Yuso, declarados Patrimonio de la Humanidad y lugares claves en la historia del idioma español.

El Monasterio de Suso se encuentra encaramado en la ladera de la montaña y envuelto en un silencio casi místico. Allí nació la vida monástica en la península ibérica y su origen se remonta al siglo VI, cuando San Millán decidió retirarse a una cueva para vivir en soledad. Sus discípulos erigieron entonces un pequeño monasterio, cuyos restos constituyen hoy la parte más antigua del complejo.

Hacia el año 923, monjes mozárabes se instalaron en el lugar, dejando una profunda huella arquitectónica visible en sus arcos de herradura, sus capillas cuadradas y gemelas, y la inconfundible estética del arte cristiano bajo dominio musulmán. Suso es también un panteón legendario: en su galería de entrada descansan los supuestos sepulcros de los Siete Infantes de Lara y de su ayo Nuño Salido, así como los de tres reinas navarras: Tota, Elvira y Jimena.

Al pie del valle, como contrapunto majestuoso a la sencillez de Suso, se levanta el Monasterio de Yuso, conocido como El Escorial de La Rioja por su imponente arquitectura. Aunque fue fundado en el siglo XI, el conjunto que hoy puede visitarse comenzó a construirse en el XVI y no se concluyó hasta el XVIII. Su iglesia, iniciada en 1504, exhibe una poderosa estructura de tres naves con bóvedas estrelladas, presididas por un espléndido retablo mayor.

La sacristía, considerada una de las más bellas de España, y los dos claustros completan el recorrido arquitectónico. Mención especial merece su biblioteca, acondicionada en 1780, que atesora manuscritos y volúmenes de valor incalculable, además de arquetas de plata con reliquias de San Millán y San Felices, y delicados marfiles. Yuso también guarda un tesoro lingüístico: fue aquí donde se hallaron las Glosas Emilianenses (un códice del siglo X), las primeras anotaciones escritas en castellano (o no) y en euskera.

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Independientemente de si el origen de este idioma está en San Millán de la Cogolla o en Valpuesta, visitar estos monasterios es toda una experiencia; aunque en la actualidad, según su página web, el de "Suso permanecerá cerrado hasta nuevo aviso".

¿Valpuesta se adelantó?

Valpuesta se encuentra al norte de la provincia de Burgos, muy cerca del País Vasco, y guarda una joya lingüística e histórica poco conocida: los Cartularios de Valpuesta, consideradas por muchos expertos como los primeros balbuceos del castellano escrito. Estos cartularios se encuentran en el corazón del pueblo, en su imponente colegiata, la de Santa María.

La Colegiata de Santa María es un templo gótico con raíces visigodas y románicas que se alza con sorprendente grandeza para un pueblo tan reducido. En ella se pueden encontrar los Cartularios de Valpuesta (escritos entre los siglos IX y XII), anotaciones al margen en latín vulgar que muestran ya las estructuras del romance que acabaría siendo el español actual.

El edificio en sí merece una visita: se compone de una portada gótica, retablo renacentista, sillería barroca y un órgano de tubos que aún resuena en festividades puntuales. La colegiata fue, además, sede episcopal en el siglo IX, lo que convirtió al pueblo en un centro espiritual y administrativo de gran importancia en la Alta Edad Media.

No obstante, quien visita Valpuesta no debe hacerlo solo por su historia, sino también por el enclave natural en el que lo encuentra y la tranquilidad que se vive entre sus calles. Casas con balcones floridos, calles de piedra, apenas vecinos... No hay multitudes, el turismo no es masivo... es el destino ideal para desconectar de las grandes ciudades y el ajetreo del día a día.

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Además, a un paso de Valpuesta se extiende el Parque Natural de Valderejo, ya en Álava. Se trata de uno de los enclaves naturales más desconocidos y hermosos del norte peninsular, ideal para senderistas y observadores de aves. El desfiladero del río Purón, los hayedos que se tiñen de fuego en otoño y la colonia de buitres leonados son algunas de las maravillas que ofrece el entorno. Hay rutas señalizadas que parten desde Lalastra (el centro de interpretación está allí) y permiten adentrarse en un paisaje de película.

Sobre el origen del castellano, probablemente, siga habiendo disputas durante años. Lo que no se puede discutir es que estos dos lugares merecen ser visitados, disfrutados y fotografiados por aquellas personas que busquen la tranquilidad en sus destinos turísticos.