Tienes que ir una vez en la vida: la ruta de senderismo en España que te sumerge por "los árboles más altos del mundo" y te descubre la revista 'Viajar'
Hay rutas que impresionan por sus vistas, otras por su historia, pero pocas logran lo que esta: hacerte sentir diminuto entre gigantes
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Una escapada por el norte de España que atrapa con su atmósfera de cuento y una vegetación que parece sacada de otro continente está ganando popularidad en los últimos meses. La revista Viajar ha puesto el foco en este enclave único, pero son miles los senderistas que ya lo conocen como uno de los rincones más insólitos de Cantabria. Su atractivo no está solo en el paisaje: es la historia y el silencio lo que lo convierte en un lugar irrepetible.
Mantiene un microclima húmedo y templado, perfecto para que prosperen líquenes, petirrojos o trepadores azules
A tan solo tres kilómetros de Cabezón de la Sal, el Bosque de Secuoyas del Monte Cabezón se alza como un Monumento Natural que alberga casi 850 ejemplares de Sequoia sempervirens, una especie no autóctona que alcanza los 40 metros de altura. Plantadas durante la dictadura franquista con fines madereros, estas secuoyas jamás fueron taladas. El resultado: una masa forestal que se ha desarrollado libremente y que hoy forma parte de la red de Espacios Protegidos de Cantabria.
@xaviviworld Este bosque parece de película y en el podrás realizar rutas de senderismo en el pueblo de Cabezon de la Sal📍 concretamente en el monte de las Secuoyas😜🔝 #viajandoconxavivi #curiosidadesdeespaña #españa #cantabria #bosques #naturaleza #montedelassecuoyas #viajando #nortedeespaña #españa #escapadas ♬ Married Life (From "Up") - Gina Luciani
Este reducto de naturaleza salvaje se asienta sobre una extensión de apenas 2,5 hectáreas. Una rareza forestal en el continente, que ofrece una experiencia inmersiva entre aromas húmedos, luz tamizada y silencio ancestral. El recorrido se inicia junto a la carretera CA-135 y se adentra por un sendero de tierra compactada entre pasarelas, zonas de descanso y miradores naturales, desde los que se puede contemplar el espectacular dosel que forman las secuoyas con sus copas casi celestiales.
Un microclima único en la Península Ibérica
La ruta de senderismo que atraviesa este enclave es circular, sencilla y apta para todos los públicos, lo que la convierte en una opción ideal para familias y visitantes ocasionales. Con una longitud de 2 kilómetros, el sendero cuenta con pasarelas de madera, zonas de descanso y un entorno que mantiene un microclima húmedo y templado, perfecto para que prosperen líquenes, musgos y fauna como petirrojos o trepadores azules.
El problema de su éxito: turismo sin control
Pero no todo es positivo: la alta afluencia de visitantes —cerca de 200.000 al año— está pasando factura. Ecologistas en Acción alerta de daños visibles en más de medio centenar de árboles, sobre todo por el contacto directo con los troncos y el pisoteo que deja al descubierto sus raíces. Aunque el Gobierno cántabro estudia implantar controles de acceso, aún no hay fecha para su puesta en marcha.
Esta joya vegetal sigue ofreciendo su magia a quien se adentra en él, aunque cada vez con más cicatrices visibles. Su supervivencia depende de cómo lo tratemos: con respeto, distancia y conciencia de que la belleza natural es un regalo que debemos preservar. Los visitantes que tengan prevista admirar su esplendor, se encontrarán con un bosque de cuento, pero con fecha de caducidad si no se protege.
Visitar el Bosque de Secuoyas es una experiencia estética, sensorial y casi espiritual. Aunque sus árboles no compiten en tamaño con los colosos de California, su belleza y accesibilidad lo convierten en una joya paisajística del norte peninsular. La recomendación de la revista Viajar no hace más que confirmar lo que muchos ya intuían: esta ruta es una de esas que hay que hacer, al menos, una vez en la vida.
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