Este pueblo de Extremadura guarda un castillo, un ritual secreto y las vistas más bellas de la Sierra de Gredos

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Las estribaciones más occidentales de la Sierra de Gredos esconden algunos de los paisajes más valiosos del norte de Cáceres. Entre gargantas, bosques caducifolios y cultivos de cerezo aparece un conjunto urbano que conserva el trazado irregular, las viviendas entramadas y las costumbres propias de la arquitectura verata. La comarca de la Vera, a la que pertenece, lleva décadas siendo una referencia del turismo rural en Extremadura gracias a su equilibrio entre naturaleza y patrimonio.

Ese equilibrio se ve reflejado en Valverde de la Vera, una localidad que desde hace unos años ostenta el reconocimiento oficial como uno de Los Pueblos Más Bonitos de España. Su pequeño tamaño no impide que albergue un importante conjunto histórico: calles empedradas, balconadas floridas y un sistema de regueras que lleva el agua por todo el pueblo como si fuese una prolongación del entorno natural.

A esa estampa se suma cada Semana Santa un ritual único, el de 'Los Empalaos', que volvió a celebrarse hace solo unos días. Declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional, mantiene una puesta en escena nocturna e íntima que sigue sorprendiendo a los visitantes. Durante esta ceremonia, los penitentes recorren en silencio las calles del pueblo con los brazos en cruz, el rostro cubierto y el torso ceñido por sogas, en una de las manifestaciones de fe más sobrecogedoras de España.

La portavoz y consejera de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes de la Junta de Extremadura, Victoria Bazaga, ha compartido imágenes de la reciente edición de 'Los Empalaos' de Semana Santa a través de su cuenta personal en la red social X / Twitter. "Una tradición única que cada año nos recuerda la profundidad cultural de nuestra tierra", han sido sus palabras:

Entre sus elementos más relevantes se encuentra el antiguo castillo señorial, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII y del que hoy se conservan partes de la torre del homenaje y restos de muralla. Durante el siglo XV, algunos de sus elementos fueron aprovechados para construir la iglesia de Nuestra Señora de Fuentes Claras, que mantiene vestigios de la antigua fortaleza. Pero más allá de su patrimonio construido, lo que define a este pueblo es la forma en que el agua acompaña al visitante: desde las regueras tradicionales hasta las gargantas que lo rodean.

Un entorno natural muy bien conservado

La vegetación de ribera y los bosques de robles rodean el término municipal, que cuenta con varios senderos de baja dificultad y una notable riqueza micológica. En primavera, los cerezos florecen en los bancales del entorno, configurando uno de los paisajes más fotografiados del norte de Extremadura. Desde los miradores del pueblo se puede observar parte de la sierra en dirección a Castilla y León, con vistas despejadas en días claros.

El turismo sostenible ha permitido que esta localidad conserve buena parte de su trazado original sin renunciar a las actividades culturales, las visitas guiadas o el respeto por las costumbres locales. El interés creciente por conocer el entorno de la Vera también ha favorecido la recuperación de otros pueblos cercanos como Trevejo, Robledillo de Gata o San Martín de Trevejo, que forman parte de la misma red y comparten ese equilibrio entre conservación y vida cotidiana.