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Ni Cuenca ni Ávila: esta es la ciudad Patrimonio de la Humanidad más pequeña de España y es un imprescindible
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Ni Cuenca ni Ávila: esta es la ciudad Patrimonio de la Humanidad más pequeña de España y es un imprescindible

Tiene menos habitantes que muchas localidades que no figuran en los grandes circuitos turísticos, pero su legado artístico y cultural la ha situado entre las joyas patrimoniales más valoradas

Foto: Esta es la ciudad Patrimonio de la Humanidad más pequeña de España. (Turismo de Baeza)
Esta es la ciudad Patrimonio de la Humanidad más pequeña de España. (Turismo de Baeza)

Algunos nombres suelen acaparar la atención cuando se habla de joyas patrimoniales en España, pero existe un enclave que, pese a su tamaño reducido, ha logrado situarse en lo más alto del reconocimiento internacional. Pasear por sus calles es revivir una época dorada, entre plazas empedradas y fachadas renacentistas, en un entorno que cautiva por su armonía y autenticidad.

Ese lugar es Baeza, un municipio andaluz enclavado en la provincia de Jaén, que ostenta el título de ciudad Patrimonio de la Humanidad desde 2003, distinción que comparte con Úbeda. A pesar de contar con poco más de 16.000 habitantes, su riqueza monumental y su papel en el desarrollo del Renacimiento español la convierten en una parada ineludible para quienes buscan empaparse de historia. Su catedral, levantada sobre una antigua mezquita y reformada por Andrés de Vandelvira, y el Palacio de Jabalquinto, con una portada que sorprende por su exuberancia, son solo dos de sus símbolos más reconocibles.

Un legado renacentista único

El trazado urbano de Baeza está salpicado de plazas históricas como la del Pópulo o la de Santa María, donde el visitante puede admirar monumentos como la Fuente de los Leones, la Casa del Pópulo o las Antiguas Carnicerías, ahora reconvertidas en espacios culturales. El conjunto forma un tapiz urbano de gran valor artístico que ha sabido conservar su esencia durante siglos. La antigua Universidad de Baeza, una de las más influyentes de su tiempo, recuerda además la huella del poeta Antonio Machado, quien impartió clases en sus aulas y dejó constancia de su amor por estos paisajes en sus versos.

Pero Baeza no es solo piedra y memoria: está también rodeada por un extenso mar de olivos, lo que la convierte en una capital del oleoturismo. Desde el Paseo de las Murallas, los atardeceres sobre el campo jiennense ofrecen una estampa difícil de olvidar. Allí, cultura y naturaleza se entrelazan en un equilibrio que solo se encuentra en ciudades pequeñas que han sabido conservar su identidad sin renunciar a su proyección internacional.

Algunos nombres suelen acaparar la atención cuando se habla de joyas patrimoniales en España, pero existe un enclave que, pese a su tamaño reducido, ha logrado situarse en lo más alto del reconocimiento internacional. Pasear por sus calles es revivir una época dorada, entre plazas empedradas y fachadas renacentistas, en un entorno que cautiva por su armonía y autenticidad.

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