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‘National Geographic’ destaca esta ciudad de Aragón por su judería medieval casi olvidada
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En la provincia de Zaragoza

‘National Geographic’ destaca esta ciudad de Aragón por su judería medieval casi olvidada

Una trama de calles empedradas, sinagoga desaparecida y casas colgantes conserva el legado sefardí de una ciudad aragonesa que vivió su esplendor financiero en el siglo XIII

Foto: Judería de Tarazona (Foto: Turismo de Aragón)
Judería de Tarazona (Foto: Turismo de Aragón)

Entre pendientes estrechas y fachadas de ladrillo rojo, sobrevive el rastro de una comunidad que durante siglos formó parte del alma urbana de una ciudad histórica a los pies del Moncayo. Lo que fue un pujante barrio judío acabó absorbido por el tiempo, las guerras y los olvidos. Hoy, en un casco antiguo que parece un palimpsesto, resurgen los nombres, las calles y las memorias de una de las juderías más importantes del noreste peninsular.

La ciudad es Tarazona (provincia de Zaragoza), y su judería ha sido destacada por National Geographic como un ejemplo de patrimonio casi olvidado. El barrio, articulado en torno a calles como la Rúa Alta, la Rúa Baja o la Cuesta de los Arcedianos, fue durante siglos un auténtico distrito financiero del Reino de Aragón. Allí vivió la influyente familia Portella, cuyos miembros llegaron a asesorar directamente a reyes como Jaime I o Pedro III, y cuya riqueza llegó a representar hasta una quinta parte de la recaudación de toda la aljama.

La historia del barrio hebreo de Tarazona combina arquitectura, economía y vida cotidiana. Su trazado, que aún se conserva en buena parte, diferenciaba entre las clases altas y populares: en la parte alta vivía la élite cultural y comercial, mientras que en la baja residían los artesanos y oficios menores. La sinagoga mayor, la desaparecida mikvé y las casas colgantes son parte del legado, aunque algunas estructuras se hayan perdido o se mantengan ocultas bajo posteriores construcciones.

Memoria sefardí entre ruinas y reconstrucciones

Tarazona sufrió importantes daños durante la Guerra de los Dos Pedros en el siglo XIV. Sin muralla que protegiera el barrio judío, el trazado urbano quedó muy dañado y su reconstrucción posterior no permitió materiales nobles, sino soluciones humildes de ladrillo y cal. A esto se sumó, décadas después, el Edicto de Expulsión de 1492, que obligó a abandonar la ciudad a los judíos no conversos. De aquella comunidad solo quedaron rastros fragmentados y, con el tiempo, también desapareció su recuerdo colectivo.

Foto: Descubre el pueblo medieval de Aragón que fue elegido entre los mejores destinos turísticos del mundo (Wikimedia/Mikipons)

Hoy, sin embargo, la ciudad comienza a recuperar esa parte de su historia. En una de las casas más destacadas del barrio se ha instalado el Centro de Interpretación de la Judería, bautizado con el nombre de Moshé de Portella. Allí se exponen documentos, maquetas y relatos que permiten reconstruir la vida de una comunidad que llegó a representar el 15% de la población local.

Lo que hace apenas unas décadas era una parte más del casco antiguo sin relevancia especial, es ahora una pieza clave del patrimonio turiasonense. Calles como Judería, Aires o Los Arcedianos siguen contando, entre fachadas, umbrales y pasadizos, la historia de un pueblo que convivió, prosperó y desapareció dejando una huella que hoy comienza, al fin, a recordarse.

Entre pendientes estrechas y fachadas de ladrillo rojo, sobrevive el rastro de una comunidad que durante siglos formó parte del alma urbana de una ciudad histórica a los pies del Moncayo. Lo que fue un pujante barrio judío acabó absorbido por el tiempo, las guerras y los olvidos. Hoy, en un casco antiguo que parece un palimpsesto, resurgen los nombres, las calles y las memorias de una de las juderías más importantes del noreste peninsular.

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