Es noticia
La isla más salvaje de Baleares: esconde un pasado macabro y hoy es un paraíso protegido de preciosas calas vírgenes
  1. Viajes
GRAN BIOVERSIDAD MARINA

La isla más salvaje de Baleares: esconde un pasado macabro y hoy es un paraíso protegido de preciosas calas vírgenes

Un paraíso natural en el Mediterráneo, de acceso limitado y aguas cristalinas, guarda uno de los episodios más oscuros de la historia europea: fue campo de concentración durante las guerras napoleónicas

Foto: Vista panorámica desde el castillo de esta preciosa isla del Mediterráneo (iStock)
Vista panorámica desde el castillo de esta preciosa isla del Mediterráneo (iStock)

Aguas turquesas, calas escondidas y un entorno virgen han convertido a esta isla balear en uno de los destinos más exclusivos del Mediterráneo. Su acceso limitado, su silencio impoluto y la biodiversidad marina que la rodea la hacen única frente al turismo de masas. Aquí no hay chiringuitos ni grandes hoteles. Solo el rumor del mar, rutas tranquilas entre pinares y miradores desde los que contemplar una naturaleza intacta.

Es también uno de los pocos lugares en España donde aún se puede vivir la sensación de estar completamente aislado del mundo. El contraste con las islas vecinas salta a la vista desde el primer momento: aquí no hay tráfico ni ruido, solo senderos marcados, playas de aguas cristalinas y una experiencia que atrapa por su sencillez. Cada paso que se da en esta isla es un recordatorio de lo frágil y preciosa que puede ser la naturaleza cuando se protege bien.

Foto: Faro de la Mola de Formentera (Turismo de Formentera)

Lo que muchos no saben es que esta joya natural, situada en el archipiélago balear, fue un lugar clave durante un capítulo oscuro de la historia de Europa. La isla de Cabrera, hoy un santuario ecológico, vivió uno de los episodios más trágicos de las guerras napoleónicas. Aquí fueron confinados miles de soldados franceses tras la batalla de Bailén, en una experiencia que rozó los límites de la supervivencia humana.

Qué ver en la isla de Cabrera

El acceso a Cabrera se realiza desde el puerto de la Colònia de Sant Jordi, en Mallorca, mediante una travesía de apenas 30 minutos. Al llegar, la primera impresión es la del puerto diminuto, custodiado por un castillo medieval que anticipa parte de la historia que guarda la isla. El Castillo de Cabrera, del siglo XIV, permite disfrutar de una vista panorámica sobre el Parque Nacional y la costa balear.

Entre los rincones imprescindibles está Sa Platgeta, la playa principal, ideal para bañarse o hacer snorkel. También merece una parada la Cala s’Espalmador, menos concurrida y con aguas completamente transparentes. Si se sigue caminando se llega a la zona más alta, donde se puede divisar el Faro de Punta de n’Ensiola, vigilante solitario en el extremo sur de la isla. Otro de los atractivos es la Cueva Azul, una gruta marina donde el agua brilla con un tono eléctrico y sobrecoge a todo el que se sumerge en ella.

Para quienes disfruten del senderismo y la fauna, existen rutas guiadas por el interior de la isla, como la que lleva hasta Ses Figueres, con paradas en miradores naturales. Y si te interesa la historia, puedes visitar el Museo de Es Celler, donde se explica el pasado tanto natural como humano del archipiélago.

Cabrera, el primer campo de concentración de Europa

La belleza de Cabrera esconde una historia que estremece. Entre 1809 y 1814, la isla fue utilizada como campo de confinamiento para más de 11.000 soldados franceses capturados tras la derrota en la batalla de Bailén. La intención inicial era custodiar a los prisioneros temporalmente, pero el abandono logístico y las condiciones extremas convirtieron la isla en una trampa mortal.

Foto: Las tropas francesas de Napoleón Bonaparte se rinden ante las españolas en Bailén  el 19 de julio de 1808 según un cuadro de Casado de Alisal (1864)

Durante años, los soldados sobrevivieron sin refugio, apenas sin víveres, sin agua potable y sin contacto regular con el exterior. El suministro desde Mallorca, que debía llegar cada pocos días, fallaba con frecuencia por motivos logísticos o por el mal tiempo. Esto provocó una escasez absoluta que derivó en enfermedades, locura e incluso canibalismo. Muchos comieron lo que encontraban, incluidas plantas tóxicas o animales silvestres, que desaparecieron en pocas semanas.

Los testimonios que han llegado hasta hoy describen escenas desoladoras: cuerpos esqueléticos, hombres desnudos y sin cordura, y una comunidad improvisada que trató de sobrevivir organizándose con reglas internas, hospitales rudimentarios y hasta obras teatrales. La isla entera fue una cárcel a cielo abierto, sin barrotes pero sin posibilidad de fuga. Cuando finalmente fueron liberados en 1814, apenas un cuarto de los prisioneros seguía con vida. Hoy, una lápida de granito conmemora a aquellos franceses olvidados por la historia, colocada por iniciativa del príncipe Joinville y aún visible en la isla como memoria de lo ocurrido.

Incluso uno de los paisajes más protegidos del Mediterráneo, puede tener cicatrices

La tragedia de Cabrera, silenciada durante siglos, ha sido redescubierta gracias al hallazgo reciente de inscripciones talladas en las cuevas por los propios prisioneros. Restos que hoy conviven con uno de los paisajes más protegidos del Mediterráneo, recordándonos que incluso los paraísos pueden tener cicatrices.

Aguas turquesas, calas escondidas y un entorno virgen han convertido a esta isla balear en uno de los destinos más exclusivos del Mediterráneo. Su acceso limitado, su silencio impoluto y la biodiversidad marina que la rodea la hacen única frente al turismo de masas. Aquí no hay chiringuitos ni grandes hoteles. Solo el rumor del mar, rutas tranquilas entre pinares y miradores desde los que contemplar una naturaleza intacta.

Viajes Viajes en familia Baleares Turismo
El redactor recomienda