La estación de tren más alta (y cara) de Europa: un viaje con vistas únicas al mayor glaciar de los Alpes
Un viaje en tren hasta la estación más alta de Europa permite atravesar una montaña, admirar el glaciar más grande de los Alpes y disfrutar de miradores, una cueva de hielo y restaurantes a gran altitud
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Viajar hasta la estación de tren más alta de Europa es una experiencia que une un gran trabajo de ingeniería, una aventura única y paisajes sobrecogedores. La estación en cuestión se encuentra a más de 3.400 metros de altitud, rodeada de nieve y hielo durante todo el año, y solo es accesible atravesando la montaña por un túnel que se excavó a finales del siglo XIX.
Desde su mirador principal, los visitantes pueden contemplar el glaciar más grande de los Alpes, una lengua de hielo que se extiende a lo largo de 23 kilómetros y que forma parte de un paisaje declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Además, se puede acceder a un observatorio de alta montaña, caminar por una impresionante cueva de hielo esculpida dentro del glaciar y disfrutar de un recorrido con explicaciones sobre la historia de su construcción.
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Este impresionante lugar, conocido como Jungfraujoch, ofrece una experiencia completa para los turistas. La estación se encuentra en la región de los Alpes berneses, entre los picos Jungfrau y Mönch y ha sido un icono del turismo en Suiza durante más de un siglo. Y no es para menos, puesto que también dispone de ofertas gastronómicas, incluyendo un restaurante especializado en comida india y una tienda de chocolates Lindt que presume de ser la más alta del mundo.
La historia de una hazaña ferroviaria
La idea de construir un tren que ascendiera hasta el Jungfraujoch surgió a finales del siglo XIX, cuando el empresario suizo Adolf Guyer-Zeller presentó su ambicioso proyecto. Su intención era llevar las vías hasta la cumbre del Jungfrau, a más de 4.000 metros, pero las dificultades técnicas y los costes hicieron que la estación final quedara en 3.454 metros de altitud.
Las obras comenzaron en 1896, y el trazado del ferrocarril incluyó un túnel de 7 kilómetros que atraviesa el interior de la montaña. La construcción fue un desafío titánico, con trabajadores que horadaban la roca en condiciones extremas y con herramientas limitadas. A pesar de los obstáculos, el 1 de agosto de 1912, el tren llegó por primera vez a la estación de Jungfraujoch, coincidiendo con el Día Nacional de Suiza.
A lo largo del siglo XX, la estación se convirtió en una atracción turística de primer nivel. Con el tiempo, se añadieron miradores, el observatorio Sphinx, la cueva de hielo y restaurantes para mejorar la experiencia de los visitantes. En 2020, la apertura del teleférico Eiger Express redujo significativamente el tiempo de ascenso, permitiendo llegar desde Interlaken en solo 1 hora y 30 minutos.
Cómo llegar y cuánto cuesta la visita
El viaje a Jungfraujoch comienza en Interlaken, desde donde se puede tomar un tren hasta Grindelwald o Lauterbrunnen. Desde allí, hay dos opciones: continuar en el tren cremallera Wengernalpbahn hasta Kleine Scheidegg y luego tomar el Jungfraubahn, o bien subir en el Eiger Express, un moderno teleférico que acorta la ruta y reduce el tiempo de trayecto.
Los precios varían según la temporada y el punto de partida, pero una entrada estándar ronda los 200-250 euros si se compra de manera individual. Existen descuentos para quienes poseen el Swiss Travel Pass o el Interrail, con precios reducidos que oscilan entre 70 y 150 euros. El tren y el teleférico operan durante todo el año, permitiendo disfrutar de este paisaje alpino sin importar la estación.
Una entrada estándar ronda los 200-250 euros si se compra de manera individual, aunque la experiencia merece la pena
Una vez en la cima, la visita a los miradores, la cueva de hielo y las exposiciones es gratuita. Sin embargo, actividades como el esquí de verano o los paseos en trineo tienen un coste adicional. Como consejo, y si te animas a pagar esa considerable suma de dinero, debes revisar la previsión meteorológica antes de subir, ya que la niebla y las nubes pueden afectar la visibilidad, disminuyendo la espectacularidad del paisaje.
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Viajar hasta la estación de tren más alta de Europa es una experiencia que une un gran trabajo de ingeniería, una aventura única y paisajes sobrecogedores. La estación en cuestión se encuentra a más de 3.400 metros de altitud, rodeada de nieve y hielo durante todo el año, y solo es accesible atravesando la montaña por un túnel que se excavó a finales del siglo XIX.