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Ni La Gioconda ni Las Meninas: esta es la obra de arte que recauda millones (sin venderse)
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Ni La Gioconda ni Las Meninas: esta es la obra de arte que recauda millones (sin venderse)

Bajo la tradición que rodea a este majestuoso monumento barroco se esconde una de las "huchas" más grandes del mundo, donde los turistas, sin saberlo, transforman un simple gesto supersticioso en una valiosa contribución para una obra benéfica.

Foto: La Fontana de Trevi, un lugar icónico. (EFE/ Ayuntamiento de Roma)
La Fontana de Trevi, un lugar icónico. (EFE/ Ayuntamiento de Roma)

Roma es una ciudad llena de historia, pero pocos rincones despiertan tanto asombro como la Fontana de Trevi. Este monumento barroco, uno de los más imponentes de Italia, ha sido escenario de incontables escenas cinematográficas, entre ellas la icónica de La dolce vita, donde Anita Ekberg se sumerge en sus aguas bajo la mirada de Marcello Mastroianni. Su majestuosidad y su enorme carga simbólica la convierten en una parada imprescindible para quienes visitan la capital italiana.

Cada día, miles de personas se congregan ante la Fontana de Trevi para contemplar su esplendor y capturar una imagen única. Su estructura, dominada por la imponente figura de Neptuno flanqueado por tritones y caballos marinos, crea un espectáculo visual incomparable. Sin embargo, no solo su belleza la convierte en un punto de interés. La fuente es también el centro de una tradición que millones de turistas siguen sin cuestionar: lanzar una moneda a sus aguas.

Una tradición rentable

El simple gesto de arrojar una moneda por encima del hombro izquierdo con la mano derecha se ha convertido en un ritual universal. Más allá de la superstición que promete el regreso a Roma, esta costumbre genera un impacto económico sorprendente. Se calcula que cada día se recogen alrededor de 3.000 euros, lo que supone una recaudación anual de 1,5 millones de euros. Este dinero no se pierde en el fondo de la fuente, sino que es recolectado regularmente y destinado a Cáritas Roma, organización que lo emplea en proyectos de ayuda para personas en situación de vulnerabilidad.

El ladrón de la fuente

Sin embargo, durante más de tres décadas, Roberto Cercelletta convirtió la Fontana de Trevi en su fuente personal de ingresos, extrayendo diariamente las monedas que los turistas lanzaban con la esperanza de regresar a Roma. Con un ingenioso sistema que combinaba una escoba para barrer las monedas y un imán con forma de espada, llegó a recaudar hasta 850 euros en apenas 15 minutos, repitiendo la operación varias veces por semana. Su actividad se mantuvo impune hasta 1999, cuando una nueva ley prohibió la extracción de dinero de las fuentes públicas.

Foto: La insólita anécdota de esta chica en la Fontana di Trevi (Atresmedia)

Origen de la leyenda

El lanzamiento de monedas a las fuentes no es una práctica reciente. En la Antigua Roma, era común hacer ofrendas de este tipo para obtener la protección de los dioses acuáticos. Sin embargo, la actual popularidad de esta tradición se debe en gran parte a la película Tres monedas en la fuente (1954), que popularizó la idea de que una moneda garantiza volver a Roma, dos ayudan a encontrar el amor y tres conducen al matrimonio.

La Fontana de Trevi no solo es un símbolo de Roma, sino también una de las grandes obras del barroco. Su diseño se debe a Nicola Salvi, arquitecto que inició su construcción en 1732 por orden del papa Clemente XII. El proyecto, de dimensiones colosales, tardó más de 30 años en completarse y se convirtió en una de las fuentes más imponentes del mundo. Hoy, sigue siendo un emblema de la Ciudad Eterna, un lugar donde la historia, la superstición y la solidaridad conviven en perfecta armonía.

Roma es una ciudad llena de historia, pero pocos rincones despiertan tanto asombro como la Fontana de Trevi. Este monumento barroco, uno de los más imponentes de Italia, ha sido escenario de incontables escenas cinematográficas, entre ellas la icónica de La dolce vita, donde Anita Ekberg se sumerge en sus aguas bajo la mirada de Marcello Mastroianni. Su majestuosidad y su enorme carga simbólica la convierten en una parada imprescindible para quienes visitan la capital italiana.

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