La aldea (casi) abandonada que podrás encontrar en una escapada a la Costa Brava: solo 10 habitantes y sin caminos asfaltados
Su quietud y su historia, que se remonta al siglo XI, la convierten en un destino único, ideal para quienes buscan un lugar auténtico y ajeno al turismo masivo
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En pleno corazón de la Costa Brava, entre los paisajes pintorescos de los pueblos medievales y las calas inaccesibles, existe un pequeño lugar que ha permanecido casi ajeno al paso del tiempo. Se trata de una aldea aislada, alejada de las rutas turísticas más conocidas y sin el bullicio característico de otras localidades de la región. Sin caminos asfaltados que faciliten el acceso, este enclave es un remanso de paz y quietud, pero, ¿qué hace tan especial a este rincón olvidado por muchos?
El sitio en cuestión es Pantaleu, una pequeña aldea del municipio de Palau-Sator, en el Baix Empordà, que apenas cuenta con una decena de habitantes. En un entorno donde la modernidad y el turismo de masas se imponen, Pantaleu sigue siendo una pequeña joya (casi) deshabitada, sin caminos asfaltados y con una infraestructura limitada, lo que lo convierte en una escapada perfecta para los amantes de la tranquilidad y el turismo rural más auténtico.
Aunque su nombre parece estar perdido en el olvido, la historia de Pantaleu se remonta a siglos atrás. En 1019, ya se menciona en documentos antiguos como un alodio, es decir, un conjunto de tierras, perteneciente a la canónica de Girona. A lo largo de los años, este pequeño núcleo de viviendas experimentó varios momentos de esplendor y decadencia, pero su población nunca llegó a ser numerosa. En la actualidad, solo cinco casas se mantienen en pie, algunas de las cuales siguen habitadas por los pocos residentes que han decidido hacer de este lugar su hogar, a pesar de su escaso acceso y los desafíos del aislamiento.
Cerámica artesanal y un BCIN
En su momento, este lugar fue un próspero asentamiento agrícola, pero con el paso de los siglos, la despoblación y el aislamiento han ido reduciendo su tamaño hasta convertirlo en una especie de reliquia que, aunque se encuentra alejada de la modernidad, mantiene una esencia única.
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Pantaleu es más que una aldea abandonada. De hecho, en su reducido espacio sobreviven varios elementos de gran valor patrimonial. Entre ellos, destaca la antigua torre cilíndrica, una estructura defensiva que data de los siglos XVI y XVII y que ha sido catalogada como Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN). Esta torre, junto con la masía de Can Figueres, son testigos de una época pasada, cuando la vida en la región era más rural y tranquila. La masía, conocida también como Mas Ventós, conserva elementos arquitectónicos medievales como ventanas góticas y un portal adovelado, que hacen de este lugar un punto de interés tanto histórico como turístico.
El contraste entre la modernidad y la tradición es palpable en Pantaleu. A pesar de su aparente abandono, la aldea sigue siendo el hogar de un negocio de cerámicas que lleva más de 30 años exportando productos de la zona, como platos y cuencos, a todo el mundo. Este pequeño taller es un ejemplo de la resistencia de la comunidad local, que a pesar de los años y las dificultades, mantiene viva una parte de la identidad cultural de la región. La vida sigue su curso en Pantaleu, aunque en un ritmo mucho más lento que en las poblaciones vecinas, que han crecido al ritmo del turismo y la industrialización.
Para quienes busquen un lugar distinto en su visita a la Costa Brava, Pantaleu ofrece una experiencia única: un enclave casi deshabitado, rodeado de naturaleza, historia y tranquilidad. Para llegar hasta allí, se puede tomar la carretera C-66 desde Girona, y desde la localidad de Peratallada, seguir un breve trayecto por caminos locales. Un viaje corto, pero lleno de historia, que llevará a los visitantes a uno de los secretos mejor guardados de esta zona de Cataluña.
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