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El enigmático pueblo de Cantabria que crió a los reyes de España y vive en el silencio de la montaña: perfecto para una escapada de invierno
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El enigmático pueblo de Cantabria que crió a los reyes de España y vive en el silencio de la montaña: perfecto para una escapada de invierno

A través de la historia de estas heroínas anónimas, marcada por la incertidumbre, se revela un retrato conmovedor de la vida y el legado de las nodrizas pasiegas, cuyas vidas entrelazan sacrificio y amor en un mundo que a menudo las ignoraba

Foto: Las nodrizas pasiegas amamantaron a futuros reyes de España como Alfonso XII. (Imagen de archivo/Ayuntamiento Vega de Pas)
Las nodrizas pasiegas amamantaron a futuros reyes de España como Alfonso XII. (Imagen de archivo/Ayuntamiento Vega de Pas)

El norte de España tiene su particular "Valle del Silencio" que dicen que todo lo cura. En Cantabria, donde las montañas se extienden como una atalaya gigante, desde el Puerto del Escudo al Cotero de la Marruya, descansa un pueblo maldito que siempre permaneció a la sombra, y que hoy debemos reivindicar por su gran contribución a la historia. Las nodrizas pasiegas criaron bajo la neblina a toda una generación de nobles, entre los que estaban la reina Isabel II o el Príncipe de Asturias, que pasaría a reinar con de nombre de Alfonso XII.

De gesto tosco y complexión robusta, los pasiegos destilan una marcada personalidad, donde los silencios marcan cada paso firme sobre el terreno, y su ingente inteligencia es una moneda de cambio, que se comparte como concesión, pero nunca se regala. Así se lo transmitieron sus padres y abuelos cuando apenas tenían un mendrugo de pan para llevarse a la boca. Ahorrativos por naturaleza, hicieron de este prao (como dicen en Cantabria) su hogar y particular remanso de paz.

placeholder Un grupo de amas de cría pasiegas posando junto a la playa de Selaya. (Imagen de archivo)
Un grupo de amas de cría pasiegas posando junto a la playa de Selaya. (Imagen de archivo)

Las mujeres pasiegas encarnaban el espíritu de la naturaleza que las rodeaba. Estaban acostumbradas a las duras labores del campo y al frío invierno, que en más de una ocasión las dejó en penumbra, tan solo alumbradas por una vela titilante. Reconocidas por su destreza en la crianza, eran admiradas como las mejores amas de cría del país, capaces de nutrir a los hijos de otros con el mismo amor que a los suyos. María Gómez Martínez, una de las más célebres, llegó incluso a amamantar al futuro Alfonso XII.

El legado de las nodrizas pasiegas

Sin embargo, sus vidas estaban marcadas por la incertidumbre. Muchas dejaban atrás a sus propios hijos, emprendiendo un viaje hacia Madrid para ofrecer su leche a los niños de familias acomodadas. Algunas llevaban consigo un pequeño cachorro, un compañero que les recordaba su hogar, mientras se escondían de miradas que no podían comprender su sacrificio.

En Granada, la Plaza de las Pasiegas se convirtió en un símbolo de su búsqueda, un lugar donde estas nodrizas aguardaban la llegada de burgueses que requerían sus servicios, ofreciendo no solo leche fresca, sino también una conexión humana en un mundo que a menudo las ignoraba. En cada historia, en cada lágrima, se entrelazan los hilos de amor, sacrificio y la lucha de estas mujeres que dejaron una huella imborrable en la memoria colectiva.

Muchas madres madrileñas recurrieron a las amas de cría para poder alimentar como es debido a sus hijos. Eran igual de valiosas que cualquier miembro de su familia, por eso las llevaban en sus viajes y las fotografiaban junto a sus hijos. Estas pasiegas forman parte de la historia de España, y su legado resuena especialmente en Vega de Pas, el pueblo cántabro donde nacieron y en el que aún sigue reinando el silencio.

La comarca del Pas la forman tres valles: el Pas, el Miera y el Pisueña. Junto a estas joyas naturales, merecen una visita algunos de los núcleos poblacionales más importantes, Liérganes, que ostenta un casco antiguo (bautizado como "la pequeña Santillana") declarado Conjunto Histórico-Artístico, Villacarriedo y Selaya. Con una destacada actividad ganadera, esta zona adquirió relevancia por una forma de trashumancia conocida como Muda, en la que las ovejas volvían a los pastos de alta montaña.

Las cuevas de Puente Viesgo (la entrada general son 15 euros), con pinturas rupestres de hasta 30.000 años de antigüedad, es una de las paradas obligadas para los que vayan a recorrer la comarca. Además, en Vega de Pas también puede visitarse el Museo Etnográfico de las Villas Pasiegas, dar un paseo por las típicas cabañas que funcionaban de hogar para las familias y cuadras para el ganado, o degustar dulces cántabros como los sobaos, la quesada o la mantequilla de La Pasiega de Peña Pelada.

El norte de España tiene su particular "Valle del Silencio" que dicen que todo lo cura. En Cantabria, donde las montañas se extienden como una atalaya gigante, desde el Puerto del Escudo al Cotero de la Marruya, descansa un pueblo maldito que siempre permaneció a la sombra, y que hoy debemos reivindicar por su gran contribución a la historia. Las nodrizas pasiegas criaron bajo la neblina a toda una generación de nobles, entre los que estaban la reina Isabel II o el Príncipe de Asturias, que pasaría a reinar con de nombre de Alfonso XII.

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