El castillo de cuento de hadas en el que murió Luis II de Baviera y que inspiró a Walt Disney
Un majestuoso castillo en los Alpes bávaros, rodeado de naturaleza y repleto de historia, evoca cuentos de hadas y refleja los sueños de un rey apasionado por el arte y la fantasía
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- El castillo medieval de España que inspiró el emblemático de Blancanieves y el famoso logo de Disney
- El sorprendente castillo circular que fue residencia real y ofrece unas vistas preciosas de Palma de Mallorca
Imponentes torres se alzan sobre las montañas de los Alpes bávaros, rodeadas de un paisaje que parece sacado de un sueño. Este lugar mágico se convirtió en refugio de un monarca excéntrico y visionario, cuyo legado sigue cautivando a millones de turistas cada año. Luis II de Baviera, conocido como el 'Rey Loco', fue el artífice de esta obra arquitectónica que refleja su amor por las sagas medievales y su admiración por Richard Wagner.
Luis II (1845-1886), que ascendió al trono con solo 18 años, diseñó este castillo como un espacio de retiro, lejos del bullicio político y dedicado a la música y la fantasía. Su construcción comenzó en 1869 y se extendió por casi dos décadas, dejando inacabadas algunas de sus partes tras la misteriosa muerte del monarca. A pesar de ello, la majestuosidad del edificio sigue intacta, destacando entre las joyas culturales de Alemania.
El Castillo de Neuschwanstein, declarado recientemente Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ha inspirado historias y hasta a Walt Disney, quien lo tomó como modelo para su icónico Castillo de la Bella Durmiente. Este palacio, situado cerca del pueblo de Füssen, es una parada imprescindible para quienes buscan adentrarse en un cuento de hadas hecho realidad.
Historia y rincones imprescindibles
El Castillo de Neuschwanstein no solo deslumbra por su exterior de estilo romántico, sino también por su fastuoso interior, donde se respira la obsesión de Luis II por la perfección. Durante las visitas guiadas, que duran unos 35-40 minutos, los turistas pueden explorar algunas de las salas más emblemáticas:
- Sala del trono: un espacio que evoca la majestuosidad bizantina, decorado con mosaicos y cúpulas estrelladas.
- Dormitorio real: destaca por su cama tallada en madera y sus referencias a la leyenda de Tristán e Isolda.
- Sala de los cantores: inspirada en las leyendas de Parsifal y el Santo Grial, con una acústica perfecta y decoraciones medievales.
- Gruta e invernadero: un rincón único que conecta otras estancias y recrea un ambiente mágico con cascadas y luces.
Además, desde el puente de Marienbrücke, situado en las cercanías, se puede disfrutar de una vista panorámica inolvidable del castillo y su entorno alpino.
Entradas, precios y horarios
Para visitar Neuschwanstein, es imprescindible reservar las entradas con antelación, especialmente en temporada alta. Las opciones más comunes incluyen:
- Entrada general: 17 euros (adultos) y 15 euros (reducida).
- Excursiones guiadas desde Múnich: desde 55 euros, ideales para evitar colas y preocupaciones.
El castillo abre todos los días excepto en Navidad y Año Nuevo. Los horarios varían según la temporada: de marzo a octubre, de 9:00 a 18:00, y de octubre a febrero, de 10:00 a 16:00. Las entradas pueden adquirirse online o en el centro de tickets de Hohenschwangau, a 1,5 kilómetros del castillo.
Cómo llegar a Neuschwanstein
Llegar al castillo es sencillo y ofrece varias alternativas. Desde Múnich, es posible llegar al castillo en tren con un trayecto de dos horas hasta Füssen, donde se puede tomar un autobús local (líneas 73 o 78) que conduce directamente a las taquillas. Si prefieres viajar en coche, basta con seguir la autopista A7 hasta Füssen, donde encontrarás aparcamientos habilitados cerca del centro de tickets. Para quienes buscan comodidad y aprovechar al máximo el tiempo, las excursiones organizadas son una alternativa ideal que incluye transporte directo y visitas guiadas.
Desde las taquillas, el acceso al castillo puede hacerse caminando, en autobús hasta Marienbrücke o en carruaje de caballos, aunque este último no llega a la entrada final. La experiencia culmina con un recorrido que combina naturaleza, historia y arquitectura, dejando a cada visitante con una historia que contar.
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