Descubre la curiosa tradición de un pueblo de Extremadura: la Fiesta de Interés Turístico Nacional de Jarramplas que celebra una antigua costumbre
Cada enero, un pueblo de Cáceres celebra una fiesta única en la que un personaje enmascarado recorre sus calles mientras recibe una lluvia de nabos, en un ritual con siglos de historia
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F608%2F0ed%2F62e%2F6080ed62eb422214e1e701aff34fcfd8.jpg)
- Ni el valle del Jerte ni la sierra de Gata: el bosque mágico de Extremadura que ha sido declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional
- El deporte murciano que será reconocido como Bien de Interés Cultural, tras cinco siglos de historia
Cada año, un pequeño municipio de Cáceres se convierte en el epicentro de una de las festividades más llamativas de España. Durante dos días, sus calles se llenan de vecinos y visitantes que participan en un ritual con siglos de historia, en el que el protagonista es un personaje que desafía una lluvia de proyectiles vegetales.
La celebración tiene lugar en Piornal, el pueblo más alto de Extremadura, cada 19 y 20 de enero. Conocida como la fiesta de Jarramplas, este evento de Interés Turístico Nacional gira en torno a un enmascarado que, ataviado con un traje de cintas de colores y una armadura protectora, recorre las calles tocando un tamboril mientras recibe el impacto de miles de nabos lanzados por los asistentes.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fe44%2Fb24%2Fd5b%2Fe44b24d5b171f749150b4b160bf28bf8.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fe44%2Fb24%2Fd5b%2Fe44b24d5b171f749150b4b160bf28bf8.jpg)
Una tradición con orígenes inciertos
El origen exacto de esta costumbre no está claro. Existen diversas teorías, desde la representación de un ladrón de ganado castigado por la comunidad hasta una tradición con raíces celtas y romanas. Algunos investigadores la relacionan con antiguos ritos prerromanos de los vetones, en los que se empleaban máscaras para simbolizar el bien y el mal. Además, en el pasado lanzaban patatas al protagonista enmascarado, pero con el tiempo pasaron a ser nabos.
Convertirse en Jarramplas es un privilegio en Piornal, y los candidatos se inscriben en una lista de espera que ya alcanza varias décadas. Quienes logran asumir el papel deben prepararse físicamente para soportar los impactos de los nabos, que pueden sumar más de 20.000 unidades en cada edición de la festividad.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F273%2Fa51%2F0dc%2F273a510dc6dda13143c51b0de88da8b8.jpg)
El evento comienza la mañana del 19 de enero con la petición de ofrendas a San Sebastián. Posteriormente, se celebra el Regocijo, un acto en el que Jarramplas realiza su primera salida. Durante la noche, tienen lugar las tradicionales Alborás, seguidas de una degustación de migas. La jornada del 20 de enero se inicia con una procesión y culmina con la última salida de Jarramplas y la entrega simbólica del cargo al participante del año siguiente.
Desde su declaración como Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2014, la festividad ha ganado notoriedad en toda España. Cientos de visitantes acuden cada año a Piornal para ser testigos de una tradición que, a pesar del paso del tiempo, mantiene su esencia intacta. La presencia de turistas ha impulsado la economía local y ha convertido a este pueblo en un destino de referencia en Extremadura.
Más allá del espectáculo visual, la fiesta de Jarramplas representa la identidad y el arraigo de los piornalegos. A través de esta costumbre, la comunidad mantiene vivo un legado que ha perdurado durante siglos, fortaleciendo el sentido de pertenencia y asegurando la continuidad de una de las tradiciones más singulares del país.
- Ni el valle del Jerte ni la sierra de Gata: el bosque mágico de Extremadura que ha sido declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional
- El deporte murciano que será reconocido como Bien de Interés Cultural, tras cinco siglos de historia
Cada año, un pequeño municipio de Cáceres se convierte en el epicentro de una de las festividades más llamativas de España. Durante dos días, sus calles se llenan de vecinos y visitantes que participan en un ritual con siglos de historia, en el que el protagonista es un personaje que desafía una lluvia de proyectiles vegetales.