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La única playa negra no volcánica de Europa se encuentra en España, y pocos saben dónde está: no está recomendado el baño
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UN CAPRICHO GEOLÓGICO

La única playa negra no volcánica de Europa se encuentra en España, y pocos saben dónde está: no está recomendado el baño

Las rocas que la componen, clasificadas como ultramáficas o ultrabásicas, tienen un bajo contenido de sílice y un alto porcentaje de minerales básicos, ricos en magnesio y hierro

Foto: Imagen de la playa de Teixidelo, en A Coruña. (Concello de Cedeira)
Imagen de la playa de Teixidelo, en A Coruña. (Concello de Cedeira)

Galicia no escatima en belleza. Hay rincones que conquistan a viajeros de todos los gustos: lindando con su litoral podemos encontrar templos gastronómicos con una larga afición por el pulpo a feira, un maridaje con una amalgama de sabores únicos. Siempre hay hueco para un albariño en las Rías Baixas o una cata en las bodegas de la Ribeira Sacra, entre viñedos y antiguas iglesias románicas.

Pero, su encanto no se queda ahí: también lo reconocemos en sus fiestas populares y sus playas de arena fina y aguas turquesas como las que aguarda al visitante en las Islas Cíes, que desde el barco desde Vigo o Sanxenxo, ya sacan la cámara para inmortalizar la postal de Rodas, el Caribe gallego que enamora a españoles y extranjeros.

Foto: La playa de Magdalena. (Turismo de Cabanas)

Las playas son uno de los tesoros más preciados de Galicia. Gracias a sus extensos arenales, son muchos los viajeros que eligen al norte de España como destino predilecto para sus vacaciones de verano, donde pueden encontrar calas solitarias (y secretas) que no sufren la masificación turística. Algunas de ellas están escondidas entre bosques de pinos y vegetación autóctona. Sin embargo, hay una playa en la provincia de A Coruña que presume de ser única en el mundo.

Una playa de excepcional rareza

Se trata de la "perla" negra de Teixidelo, en el concello de Cedeira, la playa gallega que desafía las convenciones de la costa norte por su arena negra de origen no volcánico. Resguardada entre los imponentes acantilados de Vixía Herbeira –los más altos de la Europa continental, alcanzando los 613 metros sobre el nivel del mar–, descansa esta pequeña joya geológica que muy poca gente conoce.

Las rocas de peridotita que la configuran son inusuales en la costa atlántica, ya que suelen encontrarse en ambientes volcánicos, lo que realza su singularidad. Además, su arena negra contrasta radicalmente con las típicas tonalidades blancas y doradas de la región, así como con los verdes acantilados que se funden con el mar.

No estamos en las tentaciones volcánicas de Tenerife, en las Islas Canarias, pero un primer vistazo nos hace viajar hasta allí, sin salir de tierras gallegas. Un fenómeno geológico fascinante otorga un color negro distintivo a la arena y las piedras de la playa de Teixidelo. Su peculiar aspecto se debe a su exposición al mar abierto y su aislamiento de otras playas. Las rocas que la componen, clasificadas como ultramáficas o ultrabásicas, poseen un bajo contenido de sílice y un alto porcentaje de minerales básicos, ricos en magnesio y hierro.

Conocidas como peridotita, estas formaciones de textura granular están compuestas principalmente de olivina (cristaliza a unos 70 kilómetros de profundidad), y se cree que son abundantes en la parte superior del manto terrestre, localizadas bajo las cortezas continental y oceánica de la Tierra.

Al ser una playa rodeada de un entorno virgen que tiene como vecinos a caballos salvajes y cabras, es de difícil acceso. Para llegar a ella, los turistas deberán cruzar la Serra de A Capelada a través de caminos serpenteantes y empinados, por lo que no se recomienda hacer esta ruta con una climatología adversa. El baño no está permitido en Teixidelo por su fuerte oleaje y riesgo de corrientes.

Galicia no escatima en belleza. Hay rincones que conquistan a viajeros de todos los gustos: lindando con su litoral podemos encontrar templos gastronómicos con una larga afición por el pulpo a feira, un maridaje con una amalgama de sabores únicos. Siempre hay hueco para un albariño en las Rías Baixas o una cata en las bodegas de la Ribeira Sacra, entre viñedos y antiguas iglesias románicas.

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