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El escondido valle pirenaico que cautiva a los senderistas y que sigue siendo un lugar inexplorado: fue refugio de pastores
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El escondido valle pirenaico que cautiva a los senderistas y que sigue siendo un lugar inexplorado: fue refugio de pastores

Este rincón pirenaico, cargado de historia y rodeado de paisajes espectaculares, ofrece una experiencia única, alejada de las multitudes que abarrotan otros destinos cercanos, consolidándose como un refugio de paz y biodiversidad

Foto: Imagen del Valle de Bujaruelo, en Huesca, en el corazón del Pirineo aragonés. (areascamper.com)
Imagen del Valle de Bujaruelo, en Huesca, en el corazón del Pirineo aragonés. (areascamper.com)

El Valle de Bujaruelo, un rincón oculto en el corazón del Pirineo aragonés, es el destino ideal para quienes buscan un remanso de naturaleza y paz. Rodeado de cumbres imponentes y lindante con el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, este valle, menos conocido que sus vecinos más turísticos, atesora una riqueza paisajística y cultural única, consolidándose como un paraíso para los amantes del senderismo y la biodiversidad.

Ubicado a una altitud que oscila entre los 1.300 y los más de 2.000 metros en sus puntos más elevados, el Valle de Bujaruelo ofrece vistas espectaculares coronadas por picos emblemáticos como el Gabietos y el Taillón, que superan los 3.000 metros. Este entorno alpino, menos transitado y más auténtico, invita a explorar senderos que se adentran en un paisaje moldeado por siglos de historia. Refugios de pastores y bordas tradicionales recuerdan la estrecha relación entre las comunidades locales y estas montañas.

Foto: Un pueblo de apenas 14 habitantes en el Pirineo Aragonés. (Turismo de Aragón)

El puente románico de San Nicolás de Bujaruelo, una joya arquitectónica del medievo, se erige como uno de los símbolos del valle, uniendo el pasado y el presente en un entorno que cambia con las estaciones. Desde los vibrantes colores de los prados en primavera y verano hasta las tonalidades doradas y rojizas del otoño o los paisajes nevados del invierno, este enclave regala una experiencia visual incomparable.

El secreto mejor guardado del Pirineo aragonés

Entre las rutas más destacadas se encuentra el camino al Puerto de Bujaruelo, un histórico paso fronterizo que conecta con Francia, y la senda que lleva al Ibón de Bernatuara, un lago glaciar rodeado de montañas. Además, el valle es un punto de partida para aventuras más exigentes, como el ascenso al Monte Perdido o la travesía hacia el refugio de Góriz. Todo ello en un entorno en el que el río Ara fluye libremente, proporcionando una banda sonora natural que acompaña a los excursionistas.

Con una longitud de 20 kilómetros, desde el puente de los Navarros al collado de los Mulos, el Valle de Bujaruelo no solo es un refugio para quienes buscan desconexión, sino también para una rica biodiversidad. Especies emblemáticas como el quebrantahuesos o las marmotas conviven en un hábitat de flora y fauna única, consolidando este rincón como un santuario natural.

A diferencia de otros destinos pirenaicos, este valle se caracteriza por una atmósfera serena, ideal tanto para quienes buscan desafíos en la montaña como para quienes prefieren paseos relajados junto a sus ríos y bosques. El Valle de Bujaruelo es un tesoro escondido que invita a descubrir el Pirineo desde una perspectiva más auténtica y menos transitada. Una experiencia que, una vez vivida, queda grabada en la memoria.

El Valle de Bujaruelo, un rincón oculto en el corazón del Pirineo aragonés, es el destino ideal para quienes buscan un remanso de naturaleza y paz. Rodeado de cumbres imponentes y lindante con el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, este valle, menos conocido que sus vecinos más turísticos, atesora una riqueza paisajística y cultural única, consolidándose como un paraíso para los amantes del senderismo y la biodiversidad.

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