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Un pueblo de altura para hacer una visita: es el más pequeño de Girona con casas colgantes sobre acantilados
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DESAFIANDO A LA GRAVEDAD

Un pueblo de altura para hacer una visita: es el más pequeño de Girona con casas colgantes sobre acantilados

Este pueblo medieval de casi 1.000 habitantes que surgió de la lava se alza sobre un promontorio donde abunda la fauna de ribera y es la puerta de entrada al Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa

Foto: Imagen del pueblo medieval Castellfollit de la Roca, en Girona. (Turisme Garrotxa)
Imagen del pueblo medieval Castellfollit de la Roca, en Girona. (Turisme Garrotxa)

Encaramado en lo alto de un acantilado, el pueblo gerundés de Castellfollit de la Roca es una de las grandes sorpresas que oculta el patrimonio geológico de Cataluña. Sobre un risco basáltico formado por los ríos Fluvià y Toronell se asientan las casas colgantes de esta localidad de los cráteres dormidos, esas viejas crestas rocosas que se mantienen vigilantes a 50 metros de altura y casi un kilómetro de largo.

Al borde del precipicio, Castellfollit de la Roca es una de las puertas de entrada al parque natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, en Girona, donde cada zancada de sus visitantes es un viaje al pasado. Su aire medieval se respira en sus calles empedradas, la Iglesia de Sant Salvador, de origen románico, y las exposiciones itinerantes de su centro cultural.

Foto: Vista panorámica del volcán de Santa Margarida, en Gerona. (Turismo La Garrotxa)

Sin embargo, las mejores vistas panorámicas del valle las concede el mirador de la plaza Josep Pla y su torre-campanario que repica cuando se acerca la hora de la misa. El templo resiste sobre la columna de basaltos, dando una lección magistral de equilibrismo, mientras que la naturaleza virgen se extiende imponente y se abre paso en ambos extremos.

Un pueblo que se alza sobre las alturas

Rodeado de un entorno natural excepcional, la zona cuenta con abundante vegetación de ribera, donde se pueden encontrar especies como el fresno, el chopo, el aliso y el sauce. Sobre la colada de lava formada por la acción de la erosión de antiguas erupciones, también asoman conos volcánicos y pequeños pulmones verdes, que completan una pasarela de viviendas que actúan como miradores hacia el valle.

Este pueblo constituye uno de los términos más pequeños de España, con menos de 1 km² de superficie. Su belleza es única en la Península Ibérica. Castellfollit de la Roca regala una postal única sobre la comarca prepirenaica de la Garrotxa que se remonta al siglo XI, cuando nació una pequeña aldea fortificada que sirvió como torre de defensa ante posibles ataques. El pueblo alberga la única cantera de basalto que continúa activa en España en la actualidad.

Para completar la visita, los turistas pueden hacer un recorrido por el Museo de Vietnam, que incluye una colección única en Europa dedicada a la guerra de Vietnam o el Museo de Embutido, de acceso gratuito, que expone las herramientas y utensilios de la matanza de cerdo.

Además, será una cita ineludible para los amantes del buen comer: ofrece un festín culinario de primer nivel. Entre los platos típicos de esta zona de Girona destacan las alubias de Santa Pau, el jabalí, las patatas de Olot y la trufa, cocinados todos ellos con productos frescos de proximidad.

Este pintoresco pueblo, construido sobre un acantilado de basaltos, parece desafiar la gravedad mientras se asoma sobre el valle. La sensación de estar al borde del abismo proporciona a los visitantes una experiencia única y emocionante, donde la belleza natural se combina con la historia y la cultura de la región. Desde este privilegiado mirador, se pueden apreciar las huellas de la actividad volcánica que moldeó el entorno, haciendo de Castellfollit de la Roca un lugar verdaderamente memorable.

Encaramado en lo alto de un acantilado, el pueblo gerundés de Castellfollit de la Roca es una de las grandes sorpresas que oculta el patrimonio geológico de Cataluña. Sobre un risco basáltico formado por los ríos Fluvià y Toronell se asientan las casas colgantes de esta localidad de los cráteres dormidos, esas viejas crestas rocosas que se mantienen vigilantes a 50 metros de altura y casi un kilómetro de largo.

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