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El mirador a la costa gallega que puedes encontrar en esta playa "entre dos mares" cerca de Santiago de Compostela
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UNA ATALAYA NATURAL

El mirador a la costa gallega que puedes encontrar en esta playa "entre dos mares" cerca de Santiago de Compostela

A los pies del Monte Louro, con vistas a la Lagoa de Xarfas y al océano Atlántico, este paraíso gallego reúne en un solo espacio una gran diversidad de ecosistemas

Foto: Las vistas privilegiadas del Monte Louro, la laguna de Xarfas y la playa de Area Maior. (Páxinas Galegas)
Las vistas privilegiadas del Monte Louro, la laguna de Xarfas y la playa de Area Maior. (Páxinas Galegas)

Situada en el noroeste de España, la Costa da Morte, en A Coruña, bañada por las aguas del Atlántico, se caracteriza por su naturaleza indómita y su geografía desafiante. Con playas solitarias, acantilados escarpados y un mar embravecido, la región parece haber sido esculpida por la propia fuerza de los elementos, lo que le otorga un carácter único y, a la vez, misterioso.

Es un territorio que se siente en el aire, que se percibe en las historias de sus habitantes, en sus leyendas de naufragios, barcos perdidos y el destino incierto de los marineros que, durante siglos, han desafiado la furia del océano. El nombre de la región, "Costa da Morte", no es casual. El mar ha sido tanto un medio de vida como un enemigo implacable, y en las costas de Fisterra, Muxía o Cee han naufragado barcos, cargados de sueños, mercancías y vidas humanas.

Foto: La playa de As Furnas, ubicada en la península de Barbanza, en A Coruña, fue el lugar elegido para rodar algunas escenas de 'Mar Adentro' y 'Fariña'. (Suttherstock)

Las torres de los faros, como el emblemático Faro de Fisterra, se erigen como guardianes silenciosos de esas historias. Uno de los mayores atractivos de la región son sus playas. La de Carnota, con más de 7 kilómetros de longitud, es una de las más largas de Galicia, un lugar donde el mar y la tierra parecen fusionarse en una danza eterna. En el otro extremo, la playa de Nemiña, más oculta y tranquila, invita a la reflexión en un entorno casi salvaje.

Un rincón único en Costa da Morte

Pero la Costa da Morte no sería lo que es sin las pequeñas aldeas que salpican su geografía. Lugares como Mourán, Lires o Muxía conservan su esencia más auténtica, donde las casas de piedra y las hórreos se mezclan con el paisaje, creando un ambiente rural y genuino. Sin embargo, existe un tramo particularmente especial, un tesoro escondido entre los municipios de Carnota y Muros, en la provincia de A Coruña, que aglutina todo lo mejor de este paraíso gallego en un radio de solo cinco kilómetros: la playa de Area Maior y sus alrededores.

En este rincón de la Costa da Morte, donde las aguas del Atlántico se mezclan con las de la Lagoa de Xarfas, encontramos una geografía que reúne todo lo que uno podría desear en un destino costero: dos faros, varias playas de arena fina, una laguna de agua dulce de gran valor ecológico y un mirador con vistas panorámicas que parecen no tener fin.

El tramo de costa que une Carnota y Muros se extiende al norte de la ría de Muros y Noia y está marcado por una impresionante diversidad de paisajes. En primer lugar, Area Maior se presenta como una de las más destacadas de la zona, no solo por su belleza, sino también por su entorno natural excepcional. Esta playa, de arena fina y dorada, se encuentra rodeada por dunas de hasta 20 metros de altura, que se extienden hacia el mar en una curva perfecta.

Lo que hace aún más especial a Area Maior es su posición entre dos cuerpos de agua. Al oeste, el mar Cantábrico, con sus aguas turquesas y oleaje constante; al este, la Lagoa de Xarfas, una laguna de agua dulce alimentada por el Rego de Longarelos, que se ha convertido en un Lugar de Interés Comunitario (LIC) y Zona de Especial Protección de los Valores Naturales. Esta laguna, rodeada por una vegetación frondosa y rica en fauna, forma un ecosistema único que convive con el mar, haciendo de este un lugar ideal para la observación de aves y el disfrute de la naturaleza en su estado más puro.

No lejos de la playa, en el extremo norte de la boca de la ría, se erige el Monte Louro, un bloque de granito que asciende a 230 metros de altura y ofrece una de las vistas más espectaculares de la zona. Desde su cima, se puede contemplar toda la ría, con una panorámica que abarca desde Muros hasta Noia, en la costa norte, y hasta el Castro de Baroña y el sur, hacia la península de O Barbanza. En días despejados, el horizonte se pierde en el infinito océano Atlántico, convirtiendo la cima del monte en un lugar ideal para la observación del mar y el paisaje circundante.

Además de su valor paisajístico, en el Monte Louro se encuentran los restos de una antigua ermita dedicada a Santa María Magdalena, lo que indica la relevancia histórica de este lugar, que pudo haber sido utilizado como puesto de vigilancia en tiempos antiguos. El Faro de Monte Louro, situado en Punta Queixal, no solo guía a los navegantes, sino que también forma parte del patrimonio de esta región, completando el cuadro de un paisaje que une historia, naturaleza y vida marina.

Con sus accesos fáciles y bien señalizados, la playa de Area Maior se convierte en un refugio ideal para quienes desean disfrutar de la Costa da Morte sin alejarse demasiado de las grandes ciudades gallegas. A menos de una hora en coche de Santiago de Compostela, el lugar es perfecto para una escapada de fin de semana o incluso para pasar un día entero explorando las maravillas naturales de la zona.

Además de su impresionante entorno, la zona es un excelente punto de partida para realizar rutas de senderismo, como la que sube al Monte Louro, o para practicar deportes acuáticos en sus aguas cristalinas. El trecho entre Carnota y Muros es, sin lugar a dudas, uno de los rincones más privilegiados de Galicia. Aquí, entre faros, dunas y lagunas, la costa gallega muestra su cara más auténtica y sobrecogedora, donde el viajero puede perderse en la inmensidad de sus paisajes.

Situada en el noroeste de España, la Costa da Morte, en A Coruña, bañada por las aguas del Atlántico, se caracteriza por su naturaleza indómita y su geografía desafiante. Con playas solitarias, acantilados escarpados y un mar embravecido, la región parece haber sido esculpida por la propia fuerza de los elementos, lo que le otorga un carácter único y, a la vez, misterioso.

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