La isla bautizada como el "Caribe español" que enamoró a Unamuno: es la más antigua del archipiélago canario

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Las islas Canarias destacan por sus paisajes extremos y temperaturas suaves. Este archipiélago suspendido entre el océano Atlántico y el cielo ofrece un tapiz vibrante de colores, paisajes y tradiciones. Desde las dunas doradas de Gran Canaria hasta los rincones volcánicos de La Palma, cada isla ofrece un microcosmos único.

Las playas de aguas cristalinas se alternan con los acantilados, convertidos en grandes murallas de basalto, mientras que los parques naturales invitan a explorar los bosques milenarios y ya emblemáticos pinos de laurisilva, dragos y esbeltas plataneras. Una de las joyas más preciadas del archipiélago es, sin duda, Fuerteventura, el refugio de mar y tierra que enamoró a Miguel de Unamuno.

El escritor fue testigo de cómo la naturaleza cobraba vida a través de pequeños desiertos en miniatura, playas de negro tizón y arenales kilométricos. Durante su exilio en Canarias, encontró un paisaje solitario y extraterrestre que era su vivo reflejo en uno de sus momentos más críticos a nivel personal.

Presumiendo de orgullo volcánico y mar turquesa

Allí, el autor de Niebla (1914) admitió ser un alma náufraga que echa de menos a sus seres queridos. "Es triste y desolado, pero tiene hermosura. Estas colinas peladas parecen jorobas de camellos y en ellas se recorta el contorno de estos", dijo, viendo a Fuerteventura como unas Hurdes marítimas con ojos llorosos, donde los surfistas encuentran su particular paraíso.

Sus vientos alisios son el mejor impulso para domar las olas en playas tan impresionantes como la de Sotavento, la única de España con dos orillas, la de Cofete o la de las palomitas, esta última, una de las más "instagrameables". Su singular belleza también se encuentra en las famosas dunas de Corralejo, uno de los tesoros naturales más preciados de la isla. En este espacio protegido, declarado Parque Natural en 1982, yace el típico malpaís canario, un terreno cubierto de lava.

Perteneciente a la región de la Macaronesia, Fuerteventura cuenta con 326 kilómetros de costa y es la segunda isla más grande después de Tenerife. Pero, no es la única distinción con la que cuenta: presume de ser la más antigua de todo el archipiélago, con 22 millones de años a sus espaldas. En ella también se esconde Betancuria, el pueblo más antiguo de Canarias, fundado en el año 1404, donde habrá oportunidad de disfrutar de la gastronomía majorera que ofrece platos como el gofio o la carne de cabra. Los deliciosos guisos tradicionales de sus guachinches dan la bienvenida a los turistas que se sienten atraídos por la hilera de pueblos blancos, donde se respira la historia y el legado aborigen de la isla.