Ni Berrocal ni Cubillo: el pueblo que esconde uno de los mejores tesoros del románico (y a menos de 30 minutos de Segovia)

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El interior peninsular ofrece todo un buffet libre de lugares llenos de encanto, alejados de la muchedumbre, y que suponen una oportunidad perfecta para una escapada tranquila estos días de otoño. La excusa para darse un paseo por la historia mientras disfrutamos de la gastronomía y de sus gentes, y nos llenamos de silencio antes del alboroto prenavideño.

A los pies de la Sierra de Guadarrama, se encuentra una localidad que rezuma el espíritu de la serranía, y que consigue deslumbrarnos con una arquitectura que, pese a conservarse en perfecto estado, nos guía a través de su autenticidad a tiempos muy lejanos, que casi parecen susurrarnos las claves de algunos misterios que aún permanecen sin descifrar.

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P. M.

Fundada en el siglo XII, Sotosalbos representa uno de los máximos exponentes del románico rural en Segovia, y un paseo por sus calles nos evocará la emoción que el Arcipreste de Hita consiguió atrapar en las páginas del clásico de nuestra literatura Libro del buen amor. Denominada originalmente Sotis Albis (sotos blancos), este pueblo no solo es un tesoro arquitectónico, sino también un entorno con un aroma muy particular.

La armonía que presentan sus construcciones, a partir de piedra, madera, cemento blanco o teja árabe, nos ayudarán a disfrutar de un balsámico paseo por sus calles, casi hasta el punto de inducirnos a un estado meditativo. La presencia de la Sierra de Guadarrama, ponen el broche de oro a este lugar, que supone también un rico patrimonio natural para los amantes de la naturaleza que quieran adentrarse en la grandeza y frondosidad de la sierra.

Iglesia de San Miguel Arcángel

El lugar ilustre que encabeza la lista de esta más que recomendable visita es la iglesia de San Miguel Arcángel, un templo cuyo origen se sitúa entre los siglos XII y XIII, que conserva gran parte de su estructura primigenia y hará las delicias de los visitantes. Su galería porticada con sus capiteles y canecillos son un aliciente que convierte este lugar en uno de más visitados de la provincia.

Si todavía nos hemos quedado con hambre de historia, podremos aprovechar el día y, partiendo de Sotosalbos, hacer un periplo por los pueblos aledaños y dejarnos seducir por su nutrido catálogo de iglesias románicas, ubicadas en enclaves como Pelayos del Arroyo, La Cuesta y Tenzuela, cuyos templos no nos defraudarán.